Saqué la mano por la ventanilla para tirar las cenizas del cigarro que estaba por consumirse. El viento helado del invierno hizo que este se apagara y me deshice de él mientras suspiraba, dejando escapar el humo de la última calada. Estaba exhausto.
Por supuesto que me gustaba mi trabajo, actuar siempre había sido mi pasión, pero últimamente estaba teniendo muchos problemas de ansiedad debido a la presión a la que me sometían y mi peso había bajado considerablemente.
Sin pensarlo agarré el movil.
Buenas tardes señora Choi, soy Park Jimin. Le escribo para hacerle saber que voy a abandonar mi puesto. Le agradezco todo lo que usted y su equipo han hecho por mi.
Enseguida empecé a recibir llamadas y mensajes pero lancé el teléfono hacia el asiento del copiloto. Había caído junto al paquete de tabaco que acababa de abrir. Ni siquiera sabía por qué empecé a fumar, ¿tal vez por mi estrés? Es lo más lógico. Puse el coche en marcha y me dirigí hacia mi casa.
La luz naranja del atardecer empezó a asomarse por el horizonte, formando un gran incendio en el cielo que consumía con la claridad del día.
Mientras aparcaba me di cuenta de que había alguien delante de la puerta de mi casa. Estaba de espaldas, pero la figura me resultaba familiar. Se giró hacia mi y sonreí. Su delgado cuerpo envuelto en un elegante traje rojo hizo que mis mejillas se calentaran. Bajé emocionado del vehículo y corrí hasta él. Hacía varias semanas que no sabía nada de él.
- ¡Yoongi!
- Hola Jimin.
- ¿Qué haces parado delante de mi casa? Pareces un acosador.
- Sólo pasaba por aquí -contestó algo serio mientras pateaba una pequeña piedra.
Apoye mi mano en su hombro y le di varias palmadas.
- Vives casi en el otro extremo de la ciudad, ¿de verdad quieres que me crea que sólo pasabas por aquí?
Me cogió la mano, la condujo hacia su nariz y tosí nervioso. Tenía los dedos helados. ¿Cuanto tiempo llevaría aquí esperando?
- Has vuelto a fumar -dijo mientras me olía la mano y la apretaba con fuerza- ¿Cuándo vas a dejar esa mierda?
- Estoy en ello, te prometo que lo dejaré.
Me soltó y se dirigió a la entrada.
- Tú sólo dejame entrar.
- Claro...
Solté las llaves en el recibidor y me dirigí a la cocina.
- ¿Te apetece tomar algo?
Se deshizo de aquella elegante chaqueta roja, dejando a la vista un pálido suéter blanco que podría camuflarse perfectamente con su piel.
- Estaría bien.
Abrí un pequeño armario, saque una botella de vino y dos copas.
- ¿Estás seguro de que deberíamos beber eso? Parece muy caro.
- Está bien -comencé a buscar el abridor por los cajones- Ya no somos críos y a veces uno tiene que darse algún que otro capricho.
- Si tu lo dices...
- Vamos, no pongas esa cara.
Le entregué una de las copas y a continuación me apoyé en la pared mientras daba un pequeño sorbo.
Se sentó en el sofá mientras fijaba la vista en el cenicero que se encontraba en la mesita de enfrente.
- Sabes que hablo muy en serio cuando te digo que dejes de fumar esa porquería. No te hace ningún bien.
- Tienes razón -reí mientras miraba el líquido rojo- pero últimamente estoy demasiado estresado y por más que lo intento siempre acabo con un cigarrillo en la boca.
- ¿Aún sigues ensayando para esa función?
- No, lo he dejado.
- ¿Estás loco? ¿Eres consciente de la oportunidad que acabas de desperdiciar?
Di el último trago y dejé la copa en la mesita.
- Dejemos de hablar de mi -respondí nervioso. No quería preocuparle con mis problemas- ¿Quieres decirme de una vez por qué estás en mi casa?
- Te lo he dicho antes, sólo pasaba por aquí.
Me senté a su lado. Lo miré fijamente a los ojos durante varios segundos.
- Min Yoongi - agarré su brazo- ¿quieres decirme la verdad de una vez? Llevas semanas sin responder a mis llamadas, no he sabido nada de ti hasta que te has presentado aquí sin avisarme.
Observé una leve expresión de dolor en su rostro tras cogerle del brazo. Sin decir ni una palabra subí la manga de su suéter y me quedé de piedra por lo que estaba viendo. Tenía la mayoría del brazo lleno de moratones.
- Jimin siento que te hayas enterado de esto -su voz empezo a cortarse- de verdad que no quería preocuparte pero no sabía a dónde acudir.
Se quitó el suéter y un escalofrío recorrió mi cuerpo. También tenía moratones por todo el torso. Permanecí unos segundos sin decir ninguna palabra, únicamente observando su cuerpo herido. Lo abracé y comenzó a temblar, sabía perfectamente que estaba llorando.
Apoyé una de mis manos en su rostro y pasando el pulgar por su mejilla intenté secar las lágrimas que no cesaban.
-Dime -logré pronunciar- ¿cómo te has hecho esto?
- Jimin -volvió a ponerse el suéter- No tienes por qué saberlo.
Siempre era igual, casi nunca me contaba las cosas que le ocurrían. Sin embargo su mirada reflejaba dolor y odiaba verlo así.
- Somos amigos desde que tengo memoria -cogí sus manos y las apreté con fuerza- lo que más me duele en esta vida es que te pase algo malo. Por favor, déjame ayudarte. Confía en mí.
-Namjoon -contestó- ha sido Namjoon.
- ¿Cómo?
Namjoon era un viejo amigo. Lo conocí hace siete años, ambos estábamos empezando en el mundo de la actuación y rápidamente empezamos a llevarnos bien. Él y Yoongi llevaban medio año saliendo.
Yoongi me miró a los ojos y siguió hablando.
- Hace varias semanas descubrí que me engañaba. Intenté hablar con él, quería explicaciones, quería saber por qué lo había hecho, pero lo único que hizo fue humillarme -delicadamente pasó sus manos por su torso- e incluso me hizo esto.
-Olvídalo -contesté- porque por muy doloroso que sea él ya no está pensando en ti.
- Es muy duro Jimin.
Apoyé mi cabeza en su hombro y volví a cogerle de la mano.
-Olvídalo -repetí.