Introducción

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Todo estaba bien, porque simplemente lo estaba, seguía teniendo sus dos manos y sus dos pies, podía ser parpadeando, y aun mejor podía caminar y correr por las praderas cual animal en cautiverio siendo liberado. Pero ninguna de estas sensaciones se hacía siquiera cerca de su más abrumadora sensación… El Placer.

Por supuesto que el placer era su sensación favorita, podía tener horas y horas de placer, que nunca se cansaría de esa sensación en el vientre que llegaba y viajaba desde las puntas de sus pies hasta la coronilla de su cabeza, tocando los nervios indicados y los punto perfectos donde se podía sumergir en un mar de tanto placer, llorando cada una de esas sensaciones magnificas, claro que el placer no venía solo, podía experimentar felicidad y alegría en un solo punto sin conseguir siquiera una semejanza, podía sentir ese deseo indudable de algo, su fiereza se activaba, toda su hiperactividad mal canalizada, así como su modo impulsivo y tan perpetrante también experimentaba ese inconsciente e ir racionable placentero sentimiento en todo su cuerpo, era como si estuviera iluminado de una forma tan irrevocable que nadie podía sacarlo de ese tan divino letargo.

Pero claro que también había una parte oscura y fea en esto, como en toda su vida a general. Después de este hermoso placer venia el arrepentimiento y el dolor, físico y emocional, el no creía que era malo, el solo creía que su vida era un poco miserable y por ende tenía que descargarlo en algo. Su dolor y melancolía podía invadirlo de una forma un poco beligerante, le gustaba pero le disgustaba de un modo u otro. No tenía ni idea de que hacer en ese momento de angustia, solo recogía su ropa y salía de la habitación desconocida, y de allí tenía que ubicarse donde diablos se encontraba.

Era como una doble vida, en el día él era como cualquier joven de 22 años emprendedor, con un empleo digno y atareado que le gustaba, cumplía sus horarios y serbia en todo lo que su jefe le mandaba, ejercitaba su cuerpo cuando podía y se alimentaba bien, siempre saludaba a la anciana de la esquina y todos lo conocían por su modo agradable y sonriente, su brillante y cegadora aura hacia a todos quererlo, claro que a unos más que a otros.

Por otro lado estaba su vida desastrosa, salía a bares a kilómetros de su hogar, donde nadie podía reconocerlo, se comportaba de una forma tan despreocupada y grotesca, no le importaba ni un poco con quien fuera a terminar, solo le encantaba coquetear con el barman y tener descuentos en las discotecas a cambio de favores no gratos, le gustaba bailar en la pista de baile de una forma vulgar y moler en cualquier persona que estuviera a su alrededor, amaba sentir las manos en su cintura a su cadera y sentir el frotar de las telas entre los cuerpo sudorosos y malolientes a alcohol. Era una forma insana de vida para él, pero era un escape y sintió respirar y cualquier carga de él estando fuera y dejando descansar, tomar aliento para despertarse en la mañana y volver a echarse la carga en la espalda.

Claro que no era una persona hipócrita, porque si somos sinceros ¿Quién no es completamente hipócrita? Todos tenemos ese lado, ese secreto sucio que nos mancha la vida y no deja que todo nuestro resplandor impacte en la mirada de toda la sociedad de una manera tan plena, íntegra y genuina. Porque todos hemos tenido esa duda en nuestro interior preguntándonos qué diablos estás haciendo en vez de lo que quisieras hacer pero al levantar siquiera un poco la mirada podemos fijarnos en los ojos opresores de lo que llamamos sociedad, llámanos hipócritas y también mentirosos, pero si no lo hiciéramos siguiéramos teniendo esa confianza mutua, no lo creo, nadie es tan cien por ciento genuino como creen, tal vez ni siquiera tú mismo sabes que no lo eres, aplacando los sentimientos de liberalismo y teniendo que contener tu potencial, porque lo que quieres no es lo que debes, pero ¿en serio? Es acaso que lo que queremos algo tan malo, algo que nos hará daño y nos terminara de un modo tan malo. No, cada quien tiene su mismo sufrimiento y nadie siente más sufrir que otro en el tiempo en que hay que hacerlo, todos tenemos el mismo grado de percepción hacia el dolor, no vale decir que eres más fuerte ni más débil cuando todos somos iguales y nuestros sentimientos son forjados diferentes pero no iguales, entonces ¿dónde queda el significado de humano? A la gente le importa muy poco su significado si recibirá algo a cambio de ello, somos humanos y no quiere decir que porque él tiene más o menos es diferente, porque a él le gusta esto y a ella aquello, no, la vida es variada pero es para todos.

Solo toma mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora