Sus verdes ojos se abrieron abruptamente y se sentó sobre su cama en un pequeño salto. Corrió fuera de su habitación y entró en la de su madre, ajeno a su alrededor. La mujer estaba sobre su cama con los ojos cerrados.
- ¡Mamá! - Gritó Kinich soltando una lágrima. - ¡Por dios! ¡Fue sólo un sueño!
El chico se lanzó sobre su madre y la abrazó fuertemente con la emoción de un niño, la sacudió mientras gritaba intentando despertarla y sus ojos desbordaban una enorme felicidad en forma de lágrimas. Con el ajetreo del muchacho, la sábana que cubría la parte superior de Méredith se deslizó, y al ver que su madre no se despertaba Kinich se fue callando poco a poco... Con su mano temblorosa y su mente absorbida por el miedo, tomó la parte baja de la camisa que tenía puesta la mujer... La levantó, y la escena le hizo arrojar aún más lágrimas. Los agujeros ocupaban el mismo lugar que lo hacían en su sueño... Y descubrió que lo ocurrido no fue producto de su imaginación. El muchacho simplemente se quebró, abrazó a su madre y lloró sobre su cuerpo.
- Eres lo único que tengo, y si tú no estás, ¿Ahora qué me queda? - Decía entre sollozos.
- Nos tenemos el uno al otro...
Los ojos encharcados de Kinich observaron la silueta de aquella rubia que, aunque no era su hermana de sangre, ahora era lo único que le quedaba, y su corazón se encogió...
- Kinich, tengo algo que quiero mostrarte.
- Ahora no. Debo llevar a nuestra madre su lugar de descanso.
- Yo te sigo...- Se ofreció luego de tomar el arco y la aljaba de su hermano.
Saliendo de la habitación observó claramente lo que quedaba de su hogar, y pensó en cómo la emoción por creer que había sido sólo una pesadilla le había inhabilitado de ver el escombroso lugar.
La caminata de Kinich no era tan lamentable esta vez, y tenía las fuerzas suficientes para cargar con su madre correctamente, además, Kin le acompañaba, pero el silencio reinaba como muestra de respeto por su madre, aunque bueno, Kinich no podía evitar soltar pequeños lamentos de vez en cuando.
El sendero por el que caminaba se veía extrañamente organizado, limpio y tenuemente decorado con pequeñas flores. Extrañas imágenes venían e iban de la mente de Kinich, y todo el camino desfiló con un rostro deformado por la confusión y la tristeza.
Salieron de la aldea, caminaron en línea recta hasta dar con el árbol marcado con una de sus flechas y en ese lugar giró a su izquierda. Así varias veces, hasta que llegó a un pequeño claro en medio del bosque.
Se extrañó de encontrar el lugar ya preparado. Al lado de la cruz, y por lo tanto, la tumba del padre de Kin, ya se hallaba cavado el agujero que haría las funciones de tumba para su madre, e incluso un ataúd estaba construido. Miró a Kin intentando verla como responsable, pero ella negó con su cabeza.
- Pero, ¿Y entonces?
- Mira hacia allá.
Lo sorpresa de Kinich fue tremenda. El lugar al que señalaba Kin daba a un árbol, al rededor del cual, había tres personas, y a dos de ellos ya les había visto... En aquel sueño...
- ¡Aah! ¡Ustedes! - La sorpresa fue tal que Kinich soltó el cuerpo sin vida de su madre, y cayó de bruces.- Estaban ahí... ¿Qué es esto?
- Luego te explicaremos todo. - Dijo Janus levantándose. - Por ahora, es mejor cumplir con los actos fúnebres de tu madre.
Kinich no dijo nada, no podía, no fue capaz. Allí sentado, observó por unos segundos el rostro de su madre y lloró de nuevo. Se acercó y acarició su rostro delicadamente besándole con cuidado los cachetes y sollozando. Janus caminó hasta ellos, manteniendo una distancia prudencial, luego se agachó y abrió un campo pequeño que sólo les cubría al chico, su madre y a él. Su silueta se cubrió de un azul brillante y sus manos se acercaron a la mujer. Lentamente, Kinich notaba un cambio en su madre. Las cuencas de sus ojos dejaron de notarse tan profundas y la piel morena de la mujer retomó un poco su color. Lucía hermosa.
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Corazón De Piedra
FantasíaSu misión no es buscar pelea. Su misión no es buscar problemas. Su misión es simplemente no morir. Pero... Qué difícil es hacerlo estando ya en el infierno, ¿Verdad?