Decisión de Amar ❤

Capítulo 1

Lucero estaba sentada en el mismo lugar de siempre, aquella banca de color blanco rodeada de jardineras llenas de flores de múltiples colores. Leía por millonésima vez su libro favorito, esperando así, el final de éste.

- ¡Vaya!, que afortunados deben ser aquellos que se aman mutuamente. - Dijo en un suspiro mientras terminaba su lectura.

Lucero cerró su libro y se puso en pie para marcharse, segundos después fue arrollada por la espalda de un joven, para su mala suerte, demasiado conocido.

- ¿De qué te sirven esos lentes, sino te fijas por dónde vas? - Le dijo aquel. - Pato ciego y tonto. - Le reclamó

Jaime Camil, es un joven rico y mimado por su padre Said Camil, dueño de una de las mejores empresas de modelaje.

- ¡Fuiste tú el que no se ha fijado por dónde camina! - Le contestó Lucero aún tumbada en el piso.
- ¡Cállate! - Le ordenó Jaime amenazándola con su balón de fútbol.
- ¡Que no se te ocurra, Camil! - Una voz resonó tras ellos.


Jaime torció media sonrisa y volteó tras él para enfrentarse al "Salvador Del Día", como acostumbraba a llamarlo.

- ¡Vaya! - Soltó él. - Ya te habías tardado en aparecer, Colunga. - Le dijo.

Fernando Colunga, es el mejor amigo de Lucero, Fernando odia a Jaime y el sentimiento es mutuo, siendo así que ambos son insoportables el uno para el otro, pese a que sus padres son muy buenos amigos.

- ¿Qué esperas para irte? - Le preguntó Fernando, levantando la ceja.

- ¿Cuándo aprenderás a no meterte en dónde no te llaman? - Le dijo Jaime aventándole el balón directo a la cara.

Fernando esquivó el balón, golpeándolo con su mano, mientras se acercaba rápidamente hacia Jaime.

- Te he dicho que te vayas, ¿no entiendes? - Le dijo Fernando
- Pues no me voy, ¿cómo ves? - Le reto Jaime.
- Jaime, ¿qué haces?, ya déjala y vámonos. - Le dijo Marcelo Córdoba, uno de sus "amigos".
- ¡Cállate! - Le gritó Jaime. - Este idiota tiene que aprender a no meterse en dónde no lo llaman. - Concluyó.


Fernando y Jaime se agarraron del cuello de la camisa y acercaron sus caras, retándose con la mirada, esperando quién tirara el primer golpe.