Prólogo

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Era una mañana fría como cualquier otra en la ciudad, Santiago fue a despertar a su hermano Juan y a su pequeña hermana Ana para desayunar e ir al colegio, pues sus padres se encontraban de viaje, y como hermano mayor debía cuidar de ellos. Siendo esa la última mañana en que compartirían un desayuno juntos.

Fueron, pues, en el auto los tres y llegaron al colegio, se despidieron y cada uno de ellos tomó rumbo a sus respectivos salones, Ana cursaba la básica, Juan la secundaria y Santiago estaba en su último año colegial.

Luego de la escuela fueron a casa y pasaron  la tarde como usualmente lo hacían, haciendo deberes, escuchando la música que pasaban en la radio, leyendo libros, hablando de su día, riendo o jugando, lo que harían tres niños normales en una tarde libre, hasta que Santiago recordó que hace unas semanas Felipe, su mejor amigo, le había pedido que lo fuera a ver al aeropuerto.

Santiago tomó las llaves del auto, llamó a Juan desde el primer piso, este bajó y se despidieron de Ana, le dijeron que solo serían unos cuantos minutos los que iban a estar afuera, salieron de casa le echaron seguro y subieron al auto.

Mientras Ana esperaba por sus hermanos, fue a comer unas galletas con chispas de chocolate que quedaron en un plato en el mesón de la cocina, pasaron los segundos, los minutos y de un pestañeo a otro, horas fueron las que habían pasado, Ana empezó a angustiarse porque le daba miedo estar sola, y es que al ser pequeño se tiene una gran imaginación, pensaba que de las sombras saldrían los monstruos de aquellos cuentos que ella leía en la escuela, por esta razón empezó a llorar y corriendo fue al cuarto de sus padres, cerró la puerta y se cubrió con una manta, entre llanto y lágrimas la pequeña se quedó dormida, sin saber lo que había ocurrido con sus hermanos.

A la madrugada llegaron Pedro y Helena, cansados por el largo viaje, bajaron del auto, agarraron las maletas, y lo primero que les inquietó al llegar a la entrada de su hogar, fue que esta estaba con un pequeño candadito ese que ponían cuando dejaban la casa completamente sola, a Helena se le puso la piel de gallina, en cuanto a Pedro, este se preocupó, pero pensó que tal vez los malcriados se quedaron en alguna fiesta o algo por el estilo y que habían llevado a su hermana a un lugar al cual no debía ir, pues a su edad lo único que debería estar haciendo es dormir, ella y sus hermanos, enojado puso las maletas en el piso y sacó las llaves de una de ellas, entraron y fueron directamente a su habitación y al notar que también tenía seguro, Pedro de frustración exclamó, 'Pero que carajo', nuevamente puso las maletas en el piso y buscó la llave de su habitación en el fajo que tenía en la mano, la puerta se abrió y encontraron un bulto en su cama, Helena dejó las maletas, en un sillón, jaló la manta suavemente y encontró a una pequeña Ana dormida debajo de esta, dirigió la vista a su marido y enseguida soltó la manta que sostenía en sus manos, corrió por el pasillo hasta llegar a la mesa donde se encontraba el teléfono y empezó a marcar números, Pedro fue al patio trasero donde debía encontrarse el auto de Santiago, el cual había sido un regalo de Navidad, ya que pronto iría a la Universidad, pero no estaba, fue hacía donde estaba su esposa a quien encontró sentada hablando por el teléfono, 'Entonces...no los ha visto',  hablaba con el cable del teléfono entre sus dedos y con su voz un poco quebrada, colgó y se soltó en llanto, 'Pedro tengo miedo, nadie los ha visto y además tengo un mal presentimiento', a lo que él respondió, 'Tranquila, tal vez están en alguna fiesta, ¿Intentaste llamando a casa de Felipe?', lo miró con una pizca de esperanza, agarró el teléfono y marcó el número, sonó un par de veces hasta que alguien contestó, la madre de Felipe, 'Aló', dijeron desde la otra línea con una voz sonmolienta, 'Si aló, buenas noches doña Carmen, perdóneme por llamar a estas horas, me preguntaba si Santiago y Juan se encontraban en su casa', a lo que respondió, 'Creo que no Helenita, hoy mi Felipe llegó de ver a su papá y por lo que me comentó ellos lo iban a recoger, no sé mucho, mejor traeré a Felipe al teléfono' a Helena le entró un nerviosismo inmenso, '¿Aló?', volvió en sí, 'Aló, Felipe, cómo has estado mijo, quería saber si has visto a Juan y Santiago', '¿A los chicos?, pues bueno Santiago quedó en ir a verme al aeropuerto, pero como se lo dije hace unas semanas pensé que se le olvidó, esperé un buen tiempo allá y al ver que no llegaban decidí tomar un taxi', Helena colgó el teléfono y se quedó helada, empezó a temblar y las lágrimas salían de sus ojos, lo único que rondaba en su mente en ese momento era, '¿Dónde están mis hijos?'.


Nota: Esta es mi primera obra, así que disculpen si ven algún error, cualquier tipo de crítica constructiva es bienvenida, espero que disfruten de esta historia. <3


Prohibido OlvidarWhere stories live. Discover now