XXVI

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—Cambio de planes, Nick —le llamé sobre mi hombro, sin quitar del todo la vista de Darren—. Llévalos al comedor de los vampiros.

Sin embargo, el rey de los vampiros de la Fortaleza, se colocó justo a mi lado. Me pareció que no tenía ninguna gana de estar allí, pero se mantuvo estoico.

—Dominic me mata —murmuró—. Pero no voy a dejarte sola.

—Dominic no está de parte de Darren. Se le han sublevado —expliqué, antes de dar dos pasos hacia el vampiro renegado—. ¿Quieres algo? —pregunté, tratando de mostrarme más valiente de lo que me sentía.

—Se ha acabado el tiempo de la negociación, Selene. Os dimos la oportunidad de participar, pero es tarde. Liberaremos al Primero y reinaremos sobre todas las dimensiones. Los humanos se rendirán ante nuestro poder. —Luego se giró hacia sus hombres—. Reducid la Fortaleza a cenizas. Sin supervivientes. No me interesan los cobardes ni los arrepentidos.

Sus vampiros avanzaron a la vez, sobrepasándole. Supuse que él pensaba quedarse atrás hasta que ellos hicieran todo el trabajo. Hablando de cobardes...

Un golpe a mi lado me hizo bajar la guardia un segundo. Apenas reconocí el cadáver de Deirdre con una estaca sobresaliendo de su pecho. Ezequiel aterrizó a mi lado un segundo después. Había usado chorros de agua desde sus manos para frenar la caída y llegó planeando.

—Casi llego tarde —se disculpó.

Llevaba una espada en la mano y una estaca en la otra. Yo desenfundé las dos armas y me preparé para combatir. Podría haber mandado al niño dentro de nuevo, pero sabía que no me haría caso y prefería tenerlo vigilado.

El primer vampiro llegó a nosotros y solo necesité un movimiento de espada para decapitarlo. Sin embargo, tenía otros cinco, diez o veinte encima antes de poder recomponerme. Supe que no teníamos opciones, eran cien contra tres.

Lancé a los que tenía más cerca hacia atrás con aire mágico y oí los gritos de un elemental un poco más allá. Debían haberle cogido. Ezequiel usó su agua para lanzar a varios por los aires. Corté un par de cabezas más y usé el aire para mantenerlos a raya, pero no era suficiente, ellos eran demasiados.

Sentí un corte en el estómago y retrocedí respirando con dificultad por el dolor. Me llevé dos dedos al corte, sin atreverme a soltar la espada y me di cuenta de que era muy profundo.

—¡Sele! —el grito de Ezequiel me hizo alzar la mirada hacia él y me di cuenta de que le habían derribado y un vampiro trataba de morderle.

Lancé la espada de Dominic, como si fuera un proyectil y se la clavé en el costado, para derribarle. Corrí hasta el niño, sin quitarme la mano de la herida, pero alguien se me adelantó. Apenas vi a Darren antes de darme cuenta de que había recuperado la espada de oro antes que yo. Y la blandió contra Ezequiel.

Solo pude saltar para meterme en medio y golpear el acero con el mío. Sin embargo, estaba demasiado cerca y no pude apartarlo de mí, solo desviarlo lo justo para que se me clavase en el estómago, en lugar de en el corazón, donde parecía apuntar.

—Mira que eres tonta... —rio Darren.

—Si no te mato yo, Dominic lo hará —le dije, secándome con el guante la sangre que escurría de mi boca.

Darren me sujetó de la nuca, enredando mi trenza entre sus dedos para hacer que le mirase a los ojos. Esta vez no tuve dudas: tenía tonos amarillos. ¿Cómo era posible?

—Dominic morirá a manos del caenuna. Y yo te mataré a ti, en cuanto hayas cumplido mi propósito.

Reuní toda esa sangre que me llenaba la boca y le escupí en la cara. Le hice retroceder un paso, pero fue suficiente para interponer la espada entre nosotros.

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora