Para Reynaldo Gasca, en los últimos meses su vida se había vuelto fría, una vida perfecta entre trabajo, diversión y descansó. Cualquiera envidiaba el estilo de vida del ahora líder del equipo charro del rancho "De la Cruz" pero para Rey su vida est...
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Eso no era verdad, no era verdad... ¿Cómo era posible que Teo me estuviera haciendo esto a mí? ¿Por qué? Durante estos años que hemos estado como pareja siempre he tratado de ser lo mejor para él, cariñoso, comprensivo, sé que he tenido mis resbalones y también sé que lo he lastimado pero nunca ha estado en duda del amor que siento por él. Entonces, porque a pesar de esforzarme por ser lo mejor para él, a veces siento que Teo no me da mi lugar como su pareja.
— Bien Teo te ves genial con el traje de charro. Muchas gracias por hacerme este favor, a usted también señor Adrián. — Teo se había puesto un traje de charro y no era por mí, sino por alguien más.
* *
Me había tomado un descanso después de todo el arguende que se vivió después de que mi padre dejara la presidencia y la cabeza del rancho y la tequilera. Siendo Valentino y yo quienes nos encargamos desde aquel entonces de toda la marca De la Cruz, cambiamos el nombre de nuestro tequila principal a Pugna de Reyes, ya que ha Valentino se le había ocurrido después de recordar las peleas que habíamos vivido entre parejas, siendo un trio de charros en constante conflictos con nuestras parejas hombres. Después del cambio, las nuevas tiendas, el marketing todo eso... Todo dependía ahora de las ventas, así que solo quedaba esperar... Era el segundo mes del año curso, vine con Teo a ver a sus amigos y familia, después de todo tanto Valentino como Reynaldo se habían lanzado en una aventura para recuperar al príncipe gringo y al otro príncipe de nombre raro.
Estaba leyendo un mensaje mientras esperábamos en la cafetería del mejor amigo de Teo, mi madre me estaba comentando acerca de lo tranquilo que estaba mi padre en Cancún, que al parecer estaba aceptando poco a poco la realidad de las cosas. Eso me dejaba tranquilo.
— Me alegra que mi padrino por fin esté agarrando la onda. — Me comentó mi chico mientras tomaba una taza de café.
— Si, aunque ciertamente no me da confianza eso de que esté aceptando las cosas. —
— Adrián han pasado 7 meses desde lo que ocurrió en el concurso. En algún momento tiene que aceptar que lo que hizo estuvo mal y que todo ello tiene consecuencias. —
— Lo sé. Pero hay algo que me inquieta. — Dije frunciendo el ceño.
— Hola siento la tardanza, tuvimos que pasar por Beltrán. — Darío hacia su entrada mientras detrás de él llegaba uno de los que consideraba un compadre.
— ¡Adrián! —
— ¡Damián! — Ambos nos abrazamos con algunas palmadas en nuestras espaldas en señal de una amistad masculina. Pero de repente sentimos otros brazos abrazándonos a los dos.
