(¡¡LIBRO TERMINADO!! Pero cuenta con una segunda parte, puedes encontrarlo en mi perfil.♡)
¡Reacciones de los Diaboys!
¡Escenarios románticos, tristes, de humor, etc!
¡Especiales, frases y el festejo de los cumpleaños de los Diaboys!
¡Imaginas de...
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— No puede ser... — dije totalmente sorprendida al ver que la prueba de embarazo indicaba positivo — Tengo que decirle de inmediato a Yuma. — sonreí y me fui a buscarlo.
Luego de unos minutos lo encontré y no estaba solo. Estaba con Yui, pero el detalle es que se estaban besando... No, él no sería capaz. ¡Pero lo estoy viendo con mis propios ojos! ¡No, no, no, NO!
Las lágrimas fueron más rápidas y comenzaron a salir precipitadamente, me di la vuelta y salí corriendo.
— ¡T/N...! — escuché que Yuma me llamaba pero no di vuelta atrás.
Empaqué mis cosas, no iba a quedarme luego de la magnitud de esa traición. Hablé con Ruki y, extrañamente, me comprendió y me ayudó a irme.
Pasaron algunos años; mis hijos crecieron sanos y fuertes, me encargué de darles una vida y educación digna. Me costó trabajo pero pude sacarlos adelante.
— ¡Mira mami! — me jaló ligeramente la manga mi pequeña hija — ¡Esas manzanas se ven muy jugosas!
— ¡Que buen ojo tienes, cielo! Éstas manzanas son frescas. — comentó la encargada del puesto.
— Wow, tienen muy buen color. — comentó mi otro pequeño.
— Además huelen bien. — añadió su hermana.
— ¡Compremos manzanas mami! ¡Anda! ¿Si? — pidió mi hijo.
— Vale, vale. — reí y me giré hacia la encargada — Pongame unas manzanas para llevar, por favor.
— Claro, será un placer. — me sonrió amablemente.
Luego de pagar, pasamos a comprar más cosas pero de un momento a otro me distraje un poco.
— Mira ese árbol de naranjas. — hablo mi niña.
— ¡Tienen buen color! Ya deben estar maduras.
— ¡Vamos por una! ¡Ya volvemos mamá! — ambos se fueron corriendo.
— Niños, esper... — vi que se alejaron.
Terminé de pagar y fui hacia donde estaban. Ví que mi hija estaba en una rama alta tratando de alcanzar unas naranjas mientras mi otro hijo estaba observándola preocupado.
— ¡Hija, puedes caerte! — apresuré el paso pero, como si yo tuviera boca de profeta, la rama del árbol se rompió y mi niña cayó — ¡No!
Todo sucedió tan rápido que no me dio tiempo de saber cómo. Solo vi su cabellera castaña moverse rápidamente y atrapar a mi pequeña.
— ¿Pero qué hacías ahí arriba, eh?
— Y-yo sólo quería tomar un par de naranjas. — rió apenada — Ya estaban maduras, así que sería un desperdicio.
