Capitulo 1

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"Cuanto más veo el mundo, más me desagrada; y todos los días confirmo mi creencia en la incoherencia de los seres humanos". Esas son las palabras de la gran Jane Austen, un tanto grotescas pero comprensibles.

Es la obligación de un buen lector amarla, pero complica mi vida bastante en las clases de gramática con la maestra Winnet, una señora regordeta con un mal genio durante todo el año, y justo hoy tendría esa materia, lo único bueno de ello sería que podría compartir con mi mejor amigo Ellio. Ambos estamos en el último año, lo que a ambos nos trae completamente dementes, trabajos por doquier, presentaciones, recaudaciones para el baile de fin de año; baile al que no pienso participar, y muchas otras cosas.

-Tal vez hoy no asista a clases Helly, quedé con Ronnie. - comentó tras el teléfono luego de un largo silencio en el que supuestamente estaba pintándose las uñas. Ronnie y Ellio llevaban saliendo hace bastante tiempo, eran la pareja gay más perversa y salvaje que podías imaginarte.

-¡¿Qué?!- lo único que me falta es que este energúmeno no vaya a clases, por pasar la mañana dándose de morros, estaría a fija vista de la Señora Winnet.

-No iré a clases ho...-

-Sí, sí, ya te oí, lo que quiero saber es por qué no iras? Cambiarías unos cuantos besos, por tu mejor amiga?-

-En realidad Hell... creo que hoy al fin sucederá. Ronnie dijo algo sobre una habitación a solas y un brindis-

-OH POR DIOS, lo harán salvajemente al fin! Cuéntame todos los detalles luego!- exclamé, la verdad es que mi mejor amigo llevaba demasiado tiempo insinuándose a Ronnie era algo demasiado fácil de esperarse, pero me sorprendía que al final lograrían compartir tiempo a solas.

-Sí, te dejo, debo alistarme, y buscar ropa adecuada para esta ocasión, estoy muy nervioso!- grito, era comprensible llevaba años pensando y planeando su primera vez con un chico.

-Ropa adecuada? Creo que deberías buscar en internet o algo así, ahí salen chicos y chicas muy bien vestidas, que te enseñan cómo vestirte para diferentes ocasiones.

-Tú sigues viendo esas cosas Hell? Por qué lo haces? Son personas demasiado falsas, debes ser solo tú y ya, solo busco un atuendo que logre una erección fulminante en Ronnie, no quiero cambiar quien soy.- Perfecto. Sencillamente sensacional, volvía a recordarme aquello, algo de lo cual estaba harta.

Sí, es cierto, me dejaba llevar por un par de estereotipos, pero solo por un par, es que habían chicas muy hermosas, en las cuales los atuendos lucían cual modelos, y luego estaba yo, una chica sin una etiqueta en especial, no era obesa, ni mucho menos delgada, mi cuerpo era un tema que no me gustaba tocar, ya que no sabría con exactitud si es algo que me molesta o agrada, solo sé que no estoy ninguno de los extremos, pero obviamente las ropas de aquellas modelos a las que observaba no lograban quedarme como esperaba, aún así las usaba porque a los demás parecía gustarles, y me consideraban bonita con ello puesto.

-HELL??? Sigues viva? HEEELL?-

-Santo Dios, no grites, que me zumba el oído cuando lo haces!- y me separe bruscamente del aparato.

-Es que has vuelto a irte, debes mandar revisar esa cabeza tuya con una terapeuta Hell, andas demasiado perdida, en fin... Decía que nos vemos mañana, llevo todo el chisme fresco, te quiero.- corta la llamada, y vuelvo al desesperante debate mental.

Supongo que este es el momento en una historia en el que debo explicar todo, no? Bien ahí voy, soy Hell, capaz y eso ya lo sabían, vivo en la estrecha ciudad de Seattle, junto con mis padres Anton Evan y Cloudie Ler Evan, no creo que tenga ganas de hablar de mis hermanas Coraline y Marie, pero así es esto, somos tres hermanas, soy la menor de ambas, exacto la fija niña inocente, y dulce de mamá y papá que aún no logra dejar el nido, lastimosamente para mí eso es algo horrendo, llevo casi 18 años de mi vida siendo la sobre protegida, algo que resuelta un asco, porque no puedo mostrar mis emociones sin ser reprimida por mi familia, algo manda cojones, pero real. Llevo mucho tiempo intentando hacer entender a mis padres que ya no soy una niña, pero se pone difícil cuando lo único que hacen es interrumpirte o solo levantar la mano intentando que te silencies cuando intentas dar tu opinión respecto a algo, en fin, soy un prototipo de hija que debe portarse tal cual sus padres digan. Una maldición lo llamaría yo.

Termino de colocar mis cuadernos y libros en la mochila y miro un poco mi aspecto, unas zapatillas negras desgastadas, un chándal marrón y una campera verde, junto con un buen maquillaje para lograr tapar mis monstruosas ojeras, me pregunto que se sentiría amar un poco quien eres. Tal vez yo lograría amarme de tal forma, si no tuviera que fingir constantemente para lograr agradar. Mi abuela antes decía que la vida tomaría el rumbo que yo decidiera, siempre pienso que los que dictan mi futuro son los demás, decidiendo constantemente por mí, supongo es su forma de demostrar su cariño, es solo que a veces me gustaría decidir por mí misma sin necesitar opinión o algo así.

Bajo lentamente las escaleras de mi casa y encuentro a mi padre junto a mis cuñados, ambos con cara de fastidio por la interminable historia de mi papá sobre el Club "Azul" del boxeo al que va los sábados a la mañana.

-Y mamá?

-Aún está en el dormitorio, creo que le duele la cabeza o algo así. Puedo prepararte el desayuno hijita.-

-No estaba preguntando por mamá para que me preparara el desayuno solo quería saludarla, puedo preparármelo sola, papá. Además no tengo hambre.-

-Hell vas un poco desaliñada y muy fachosa no crees? Deberías arreglarte más, nunca sabes que podría pasar.- Me mira con cierta expresión de picardía. Ohh no, aquí va de nuevo, el típico discurso sobre conseguir al fin un novio, ese tema en realidad me mantenía harta las 24 horas del día, luego de mi primer y último novio, mis padres parecían estar obsesionados con que tuviera uno lo antes posible, me presentaban a todos los hijos de sus amigos, algo incómodo en realidad por que ninguno parecía llenar mis expectativas, Brent mi antiguo novio era un completo idiota, pero esa era otra historia que explicaría más adelante.

-¿Cómo esperas que vaya? Con un vestido de gala? Podría ponérmelo, pero basta de esos comentarios tan desagradables, nunca logro agradarles. Ahora sin más interrupciones, me voy porque yo, sí tengo materias que llenar y no historias ridículas que contar.- cierro la puerta de entrada de golpe y escucho un quejido proveniente de mi padre.

Esto es lo que es, un constante ir y venir de muchas quejas y charlas incomodas, algo cansador dadas mis circunstancias, lo bueno era que hoy me relajaría en una fiesta que organizaría la hermana de Ellio, Alina que era un par de años mayor que nosotros, pero que nos trataba como si fuéramos de su misma edad. Esperaba con esta salida por fin lograr desviar mi mente de todos los conflictos.

De camino al colegio leía un par de mensajes de Ellio diciendo que hoy lo pasaría en grande,  escucho un intenso chirrido de llantas y luego una bocina agolpándose en mis oídos.

-Te puedes salir del camino niñata estúpida o quieres terminar en un hospital?- grita aquél tipo al cual desconocía, observé el número del auto y recibí otro bocinazo. -Qué carajos esperas? Qué te atropelle o algo así?-

-Puedes ir a tomar por culo, idiota, que no te vi, no tienes por qué gritarme de ese modo.-

-Que te salgas te digo!- podría haber hecho cualquier cosa, puesto que tenía razón, había sido mi culpa y mi torpeza lo que me habían llevado a ello, pero desde luego que mi cuerpo jamás logra hacer caso a mi mente.

-Toma esto idiota.- y con el anillo de plata, obsequio navideño de mi padre, termino arañando todo la parte delantera de su valioso auto. -A ver si así vuelves a hablarle a una mujer, tremendo hijo de su madre.

Y salgo corriendo luego de varios insultos por parte de aquel hombre que, de no ser porque habían muchos más autos atrás, se habría bajado a seguirme.

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