Uno de los muchos talentos que poseía Mang, aparte de bailar, era hacer su propia música; y desde que Tata se enteró de esto quedó fascinado. Podría sonar desesperado pero el pequeño alienígena necesitaba escuchar sus canciones ya.
─ Mang... ¿sacarás tu Mangxtape?─ el pequeñín seguía insistiendo.
─ Tata... ahora no, será para después.
─ Pero ñooo─ hizo puchero─ Es mucho tiempo.
Tata no podía vivir sin la música de su casi novio, ¡Tata no podía resistir! Tata lo necesitaba, y Tata decidió investigar.
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Asegurándose de que Mang saliera, Tata aprovechó para entrar a su estudio y buscar la canción. Ya se imaginaba a él escuchando sus canciones de lo más feliz de la vida. Así que prendió la computadora para empezar su búsqueda.
─ ¿Contraseña?─ leyó en voz alta─ Noooo.
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─ ¡¿Por qué me haces esto Mang?! Yo que quiero escuchar tu voz piciosa y no me dejas─ se quejaba de su desgracia─ Ñoooo.
Tata resignado abrazó a la computadora, pensó que si le daba cariño tal vez lo dejaría escuchar las canciones. Mang por otro lado ya había llegado y veía lo tierno que era Tata, su ternura lo estaba derritiendo y si seguía así, no le podría decir que no.
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─ ¡¡Mang por favor!!
─ Esta bien, solo porque eres mi Tata te dejaré escuchar─ Mang encendió la computadora y le entregó el aparato a Tata que le haría escuchar el canto de un dios. Al ponerse los audífonos, empezar la pista y escuchar la magnifica voz de Mang; Tata se enamoró, otra vez.
─ ¡¡Me encanta!!─ exclamó con pequeñas lagrimitas en sus ojos.
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