Capítulo 5

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Gaia se sentó en la silla de su escritorio y empezó a hacer las tareas de la escuela, después de un rato se aburrió del silencio que inundaba su habitación y prendió su computadora poniendo música.

La canción de "Causa y efecto" empezó a sonar a un gran volumen por toda la habitación, la pelinegra empezó a cantar de forma distraída mientras resolvía unas ecuaciones de química.

-Sabes, que aunque te creías perfecto, por la ley de causa y efecto, hoy pagas por cada error... -se levantó de su lugar y empezó a caminar por su cuarto en círculos mientras hacia las ecuaciones sin dejar de cantar con su melodiosa voz.

Justo cuando la canción estaba por terminar sintió unos brazos rodeando su cintura haciendo que soltara un grito ahogado mientras tiraba su cuaderno con sus apuntes de química, la pelinegra se giró al dueño de los brazos y rodo los ojos con molestia al reconocerlo.

-Javier... Se puede saber ¿¡Qué rayos haces aquí!?

-Hola gatita, como no llegabas pensé en pasar a saludar -sonrió mostrando sus dientes blancos y empezó a caminar por el cuarto soltándola -, lindo lugar por cierto, y linda voz.

Gaia sonrió débilmente ante los cumplidos del chico y apago la música de su computadora una vez que los brazos del chico dejaron de rodear su cuerpo.

-Gracias, pero creo que es hora de que te vallas, a mis padres no les gustara saber que hay un chico conmigo y en mi cuarto mientras no hay nadie en la casa.

-¿En dónde está tu familia? -pregunto mientras observaba una foto de Gaia, Lilian y Kevin junto al lago.

-Mi madre fue a dejar a mi hermana a sus clases de pintura y mi padre llega en unas horas -respondió encogiéndose de hombros mientras observaba la foto con una gran sonrisa.

El día que esa foto se tomó, tenían como doce años de edad, era un día extremadamente caluroso en todo el país, Gaia les propuso ir al lago en la tarde y sus amigos aceptaron felizmente, cuando llegaron a la casa de la pelinegra su madre les hizo unos aperitivos y después de un rato se metieron al lago, antes de meterse al lago el padre de Gaia les tomo la foto, estuvieron ahí durante muchas horas y se divirtieron como nunca, como salieron muy tarde del lago, Lilian y Kevin se quedaron a dormir esa noche y por suerte no tenían clases al día siguiente por que se desvelaron demasiado.

-No me refería a Johana, Lia y Michael... No soy tonto, se nota muchísimo que ellos no son tus verdaderos padres, hasta me atrevo a decir que ni siquiera son tus familiares lejanos, -la pelinegra dejo de ver la foto y se giró al rubio con asombro -¿Qué le paso a tus verdaderos padres? -pregunto casi en un susurro mientras jalaba a la pelinegra para sentarla en su cama y después sentarse él frente a ella en la silla del escritorio.

-Hace unos años... Dos semanas después de mi primer cumpleaños, ocurrió un accidente... -empezó a contar con nostalgia sin saber por qué se lo contaba justamente a ese chico que tanto la molestaba, pero algo en su interior la impulsaba a hacerlo -El coche en el que estábamos cayó por un acantilado de alguna forma... Mis padres no sobrevivieron y yo fui encontrada en el borde del acantilado llorando, desde entonces soy la hija de Johana y Michael, ellos eran grandes amigos de mis padres y al enterarse del accidente no dudaron en adoptarme...

Se encogió de hombros tratando de no darle importancia y tomo aire profundamente para retener las lágrimas que empezaban a juntarse en sus ojos azules como cada vez que recordaba ese triste día, siempre sentía un gran dolor en el pecho al contar esa historia sin importar cuantas veces la había contado hasta ahora. Porque, a fin de cuentas, cualquier pérdida sigue doliendo sin importar cuantos años pasen, por que es una herida que jamás podrá cicatrizar del todo.

Crónicas De La Guerra EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora