Capítulo 66.

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**Querido Dios, tu mundo es maravilloso... pero mi vida apesta. Te aconsejo que me lleves al paraíso, puesto que estoy muerto con tremendo notición, y ya que mi vida ha sido un asqueroso infierno.** Era el pensamiento de Michael cuando volvió en si. No tenía ganas de abrir los ojos. Escuchaba que Michelle y Luke intentaban por todos los medios de despertarlo. Había sido duro el golpe al caer. A juzgar por la tremenda punzada en el temporal izquierdo, podría decirse que se golpeó la cabeza con algo duro, preferentemente de madera. Sólo que nunca podría especificar con qué fue el impacto. Aunque después de analizar los hechos post trauma, se dio cuenta que más que el golpe de la caída, le había dolido el enterarse que ella se había ido a pasar unas románticas vacaciones a la ciudad del amor, París. Abrió los ojos, furioso, y se sentó de golpe en la cama. Michelle lo miraba alarmada y Luke no sabía que decir. Su amigo estaba allí, despierto tocándose la frente. Michael intentó enfocar los pensamientos antes de hablar. ¿Qué podía inventar en esos milisegundos, lo suficientemente coherente para zafarse de esa situación? Porque estaba seguro que ellos dos, no se quedarían tranquilos hasta que no les diera una explicación, lo suficientemente buena para aceptarla. Respiró profundamente varias veces, se acomodó, nerviosamente y sólo abrió la boca para pedir un vaso con agua. Michelle fue y enseguida le trajo el vaso de agua. Después de beber lentamente, y vaciar el contenido del vaso, lo dejó en la mesita de luz y se trato de calmar.

- Michelle: ¿Estás bien Mike? - Odiaba esa tonta pregunta. Odiaba que todos pensaran que era débil, que todo el mundo lo viera como a un infeliz niño huérfano, desdichado y perseguido por la muerte, pero no podía decirle nada a Michelle por preocuparse por su salud - ¿Quieres que llame a un médico?

- Michael: No, no es necesario señora Michelle. Estoy bien.

- Michelle: Pero es que estás muy pálido - dijo ella en un lamento, y luego acercó su mano a la frente - al menos no tienes fiebre.

- Luke: ¡Mamá! Déjalo tranquilo, quizás lo que necesita Mike es descansar un rato.

- Michael: Si - dijo rápidamente, mirando a su amigo - Es que los viajes y eso, nunca me han favorecido - suspiró - siempre hacen que me ponga enfermo - Luke lo miró entre risueño y burlón, pero no le dijo nada.

- Michelle: Bien - dijo levantándose de la cama - entonces si te parece bien, te prepararé un té - salía de la habitación - Luke después baja a buscarlo y déjalo descansar- salió de la habitación cerrando cuidadosamente la puerta. Michael se incorporó de un brinco.

- Michael: ¿CÓMO COJONES SE HA IDO RACHEL CON ALEX A FRANCIA? ¿SE HA VUELTO LOCA? ¡¿CÓMO HAS PODIDO PERMITIRSELO?! - gritó colérico.

- Luke: Mike - dijo algo colorado.

- Michael: ¡NO! ¿A CASO NO TE LO ROGUÉ EN LA CARTA? PARECE QUE NO SEAS MI AMIGO JODER LUKE - y golpeó la almohada de rabia.

- Luke: ¡Eh, para ya! - dijo ofuscado - ¿Piensas que tengo responsabilidad por lo que la descocada de mi hermana hace? ¡Recuerda que yo también me he visto perjudicado con su actitud! - dijo pateando un mueble.

- Michael: ¿De qué me hablas?

- Luke: ¡Ashley!

- Michael: Dime, ¿Ashley estará con alguien en Francia?

- Luke: No le eches leña a al fuego Clifford, no me hagas pensar en eso.

- Michael: Entiende, entonces, ¡cómo me siento yo! - dijo levantándose de golpe y caminando por la habitación. - ¡Mierda! Esto es una jodida mierda Luke - miró a su amigo triste - él estará con ella, una semana, en la ciudad del amor.

- Luke: Si te entiendo y Ashley... - suspiró - bueno ella no sé que tendrá que hacer en esta situación.

- Michael: ¿Y por qué cojones tus padres la han dejado ir? - dijo sentándose abatido en la cama.

- Luke: Alex vino a hablar con ellos, se mostró tan respetuoso - hizo cara de asco - mi madre por poco le besa los pies - e imitó a su madre - **¡Ay Alex! Es que no podría pensar en nadie mas que en ti para mi hija.**

- Michael: ¿Dijo eso de verdad? - preguntó dolido y con lagrimas apunto de salirle de sus ojos. Siempre pensó que Michelle pensaba en él, como el único para su hija. Luke asintió.

- Luke: En fin - dijo palmeándole la espalda - Lo hecho, hecho está - se iba - descansa, enseguida te traigo el té. No tienes por qué preocuparte.

- Michael: ¿Tu crees? - dijo acostándose poco convencido de las palabras de su amigo - Rachel estará encantada de tener un viaje súper romántico, en la ciudad del amor, y ese tío recitándole poemas al oído y diciéndole que la adora,

- Luke: Mike...

- Michael: Todo lo que nunca pude hacer - se dio la vuelta mirando hacia la pared. Luke cerró la puerta dejándolo solo - y todo lo que nunca podré hacer, porque ya la he perdido- y empezó a llorar por el dolor de esas palabras.

Los días siguientes fueron un desfile de gente que venían a saludar a Luke y Michael por su regreso de la universidad. Los resultados de los examenes habian sido estupendos para ambos y tenían los puntos suficientes para ingresar a buenos lugares. Pero eso, por el momento, no ocupaba la cabeza Michael. Y por las noches, horribles pesadillas de una boda en la que él no era el novio y en la que Rachel abrazaba a un Alex satisfecho, mientras se burlaba de él por ser tan estúpido y dejarla ir, eran más tormentosas que otras pesadillas. Cada mañana Luke tenía que hacer esfuerzos inhumanos para levantarlo de la cama y animarlo, aunque fuera para desayunar. La señora Michelle lo miraba preocupado, pero él ni se percataba. Parecía que el mundo a su alrededor no existiera. Que cada uno de los que hablaban a su lado fueran marionetas que movían la boca y intentaban decir algo, pero nunca los escuchaba.

Luke que no estaba tan distinto a Michael, pero al menos ponía voluntad y la depresión no se le notaba tanto. Bryan y Pablo para animarlos, los llevaron un día a su tienda. Fue un tremendo fastidio, porque en vez de pasar una jornada probando cuanto invento habían fabricado los gemelos, tuvieron que ayudar a ordenar cajas, limpiar los pasillos de las estanterías, reponer el stock de sortilegios "¡No hemos venido aquí para trabajar!" Decía Luke fastidiado, pero a Michael no le importaba hacerlo. Al menos, tenía ocupado el cuerpo en algo, porque la mente seguía perdida entre pensamientos oscuros, que pugnaban por mandar a Alex a la puta mierda, y también tristes, pensando que Rachel en esos momentos, estaría paseando cogida cariñosamente de la mano de ese infeliz.

Aprendiendo a ser romántico (Michael Clifford y tú) *adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora