Ana era una chica inteligente y multitalentosa, pero apesar de eso era un dolor de cabeza para sus padres; era toda una busca problemas para la escuela y en todos lados. Sus padres en un intento desesperado por hacerla reaccionar ante su comportamiento deciden, sin aviso, mandarla a un internado para mujeres católico, para ser monja, tal vez, no quería saber.
Ana se negó, vaya que si lo hizo, pero no fue suficiente para que sus padres cambiarán de opinión; se encontraban ya de camino a el lugar con la maleta de Ana por atrás. Ana estaba molesta, no quería pasar tiempo en un lugar tan aburrido, sin internet, sin amigos, sin sus estudios normales, sin fiestas; lo veía como una tortura bien planeada de sus padres, ellos sólo querían "corregirla".
Al llegar al lugar, había dos señoras de mayor edad, a lo que Ana asumió que eran una de las madres, sus padres bajaron seguido de ella, a un paso lento y desganado. Las miró de pies a cabeza, ellas hicieron lo mismo, era obvio que estaban sorprendidas de la vestimenta de Ana, pantalón entubado y roto, con una camisa corta y pegada y lentes, demasiado veraniega, demasiada "provocadora" según sus padres y ahora las madres del lugar, era obvio que tendría que cambiarse de ropa y era algo a lo que tardaría en acostumbrarse.
Terminaron de presentarse y al final se despidió de sus padres con una sonrisa amarga, realmente los odiaba por dejarla ahí, sola, hasta ahora, el lugar de siemple vista le daba cierto miedo, no era para nada religiosa tanto como sus padres, pero al menos sabía lo básico.
De una la guiaron hasta la habitación dónde se hospedaria, en el camino le explicaron las reglas y cosas por hacer en el lugar, sus estudios, días para ir a rezar, comer y salir, claro, junto a todo su grupo. Llegaron a su habitación y con ayuda de una de las señoras pusieron su equipaje en su cama, una básica, pero buena cama individual.
-Recuerda que tienes que cambiar esas ropas, está prohibido, Ana. Ponte el uniforme que está dentro de aquel buró a un lado de tu cama, lo utilizarás todos los días.
-Esta bien -contestó con un poco de desgano, el instituto donde iba siquiera utilizaban uniforme y le era raro imaginarse así
-Ah, y no tarda en llegar tu compañera de habitación
-¿Compañera? -preguntó de vuelta
-Si, ¿Por qué crees que hay otra cama en la habitación? -dice, y Ana voltea frente suyo, realmente estaba ciega para no verlo, la madre suspira -le explicamos tu llegada y nos ayudará a guiarte el día de hoy para enseñarte el lugar, mañana empiezan las clases normales -termina de decir, y con un asentimiento de cabeza de ambas, sale.
Ana se echa en la cama, respirando hondo y decide cambiarse antes de que la otra chica llegue a su ahora habitación. Se ve en un espejo que hay y siente su cuerpo raro, es una falda larga hasta las rodillas, junto a una camisa blanca con cordón en el cuello que hacía un delgado moño y decorado en las muñecas puesto que la camisa en de manda larga, adjuntado de unas medias largas y unas zapatillas de tacón pequeño, el conjunto era lindo, pero tardaría en acostumbrarse a ropa tan cerrada, sobretodo estando en verano.
Vuelve a sentarse en la orilla de su cama y decide revisar el buró, el cual está a un lado de runa pequeña mesa de estudio, no encuentra muchas cosas, solo un collar y una biblia, anjuntado la parte de abajo para su ropa, la cual sus padres le prepararon, y muy poca, cerca de sólo unos cinco conjuntos, pero claro, ¿qué ropa utilizaría si siempre estará con ese uniforme aburrido por mucho tiempo?
En su batalla mental maldiciendo a sus padres, escucha cómo la puerta es abierta, dejando ver a una chica, la cual mencionó la madre que la guío;
-Tú eres Ana, ¿cierto? -preguntó la chica, tiene una voz dulce y serena, a diferencia de Ana quién tenía una voz un poco más gruesa que una chica, es unos cuantos centímetros más chiquita que Ana por lo que su existencia ahora le daba ternura
-soy Aylín
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Forbidden Curiosity
RomanceEn un intento de corregir los malos hábitos de su hija, la familia Cortez decide internar a Ana en un internado para mujeres católico para 'guiarla por mejor camino y alejarla de las malas costumbres' lo que no sabe ni el convento es que por otra ch...