Capítulo treinta y uno (31/32)

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   ― Te amo, mi Julio ―sintió un fuerte empujón

La Sor los quiso salvar, los vio abrazados y los empujó, para que con ella atravesaran la pared… pero… solo podía tocar a Matt, a nadie más. La casa colapsó.

   Más tarde, cuando los golpeados padres de Julio llegaron y encontraron a lo que quedaba de la familia De la Sor llorando no hubo necesidad de decir nada, ya lo sabían, el  llanto reinó esa noche.

   Todos durmieron en la calle, la mayoría se fue a la plaza, ya que casas no quedaban.

   ― ¡Alexis! ―gritó Matt llorando al ver a su prima, a la vez se sintió algo feliz.

   ― ¡Martino! ―tenía las lágrimas marcadas

   ― ¿Dónde están tus papás?

Lloró y Matt la abrazó

   ― Mi papá está bien, pero mi mamá se murió ―lloró horriblemente, su alarido al decir murió les quebró el corazón a todos los que la oyeron― Fue a salvar a la abuelita Mariela, pero solo la vi entrar, no salió ninguna, la extraño, la quiero ver ―lloró muy intensamente, ya había hecho llorar a todos los que la oían.   Nadie paraba de llorar, nadie aún lo creía.

Las casas de Sin Retorno eran mucho más débiles y pequeñas. Valeria y Luis salieron corriendo rápido, se salvaron, mientras aún podían estar parados Valeria fue a la casa de Jaime que quedaba al frente para ver si había salido. Nada, su inquietud se volvió pánico al ver que el sismo aumentaba mucho y el no salía.

   ― ¡Jaime!, ¡sal! ―gritó

Oyó como caía su casa a su espalda

    ― Amor, ―dijo Luis― aléjese de ahí que se le puede caer la casa encima

Hizo caso justo a tiempo. Oyó los gritos de dolor de su mejor amigo mientras moría bajo la que fue su casa, y oía los gritos de  miedo en todas partes, ella sabía que esto era o que él quería desde que llegó a Sin Retorno,  pero igual no lo quería ni pensar. Se quedó junto a Luis en el piso donde nada les podría caer encima hasta que nada estaba suficientemente arriba como para caerles en la cabeza.

Llegó el día, los luceros en Sin Retorno pasaron la noche en el bosque y los luceros en Luz Viva la pasaron en la plaza; separados por la ideología, unidos por la desgracia.

El Señor de la Sor sabía bien que siempre después de los terremotos habían réplicas, así que lo usó en su favor, porque estaba oyendo murmullos que culpaban a Matt como al que hizo enojar a Dios porque él no era lucero

   ― Oigan, ¿ven qué hicieron?, hicieron enojar a Dios, dejen de criticar su divina decisión sobre Matt, cada vez que lo critiquen habrán más réplicas y lo saben

   ― ¡¡¡Perdí a toda mi familia porque otros pensaron algo que  a Él no le gustó!!!, ¡yo creí que nos amaba!

   ― ¡Cállate o se enojará más!

La réplica que llegó le calzó como anillo al dedo, nadie criticó más.

   Al día siguiente el pueblo se lamentaba aún, el viudo Señor de la Sor no demostraba su pena ante los demás, tenía que demostrar fuerza para controlar el pueblo. Mandó a hacer un censo para contar fallecidos, el resultado arrojó que murió un tercio de los luceros. Nada se normalizaba, seguía temblando a veces muy fuerte, pero de igual modo Matt fue a Sin Retorno.

  Esto era un espacio inerte, algunas personas tras verlos llegar se acercaron a hablarle, todos con preguntas sobre sus familias. Aunque Matt no podía contestar ninguna.

   En Sin Retorno había una agitación y ganas de ir, pero no podían cruzar el bosque. Los habitantes de Luz Viva se agruparon en familias y los de Sin Retorno entre los pocos que quedaban.

Alexis lloraba por hacer perdido a su madre, pero nadie hizo un escándalo tan trágico como Luis, que al final se quedó llorando abrazando a sus papás… ya no tenía a su hermanito.

Por las palabras de Alexis, Matt tuvo una idea

   “―Quiero volver a verla” ― dijo ella pensando en su mamá

Lo que le hizo pensar que podría hacer algo, aunque no por todos.

El bosque prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora