Vuelo Retrasado

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No entendía como dos personas podían seguir juntas luego de no verse durante casi un año. Pero ciertamente era de admirar, que una pareja sea capaz de sobrevivir a una relación a larga distancia. Supongo que debes amar realmente a la otra persona para hacer algo así. No lo sé, nunca me había enamorado, y no sé si valga la pena hacerlo. Aunque Andrea siempre me decía que encontrar al amor de tu vida lo es todo. No sé a qué "todo" se refiera, pero yo estaba bien así. Como dicen: "mejor sola que mal acompañada".

— ¿¡Cuánto más va tardar!? Ya llevamos aquí más de una hora­ — me quejé. Estaba cansada de esperar a Luis.

— Tranquila Carmen. Te dije que llegaba a las diez. Hay que esperar — me tranquilizó Andrea.

¿Esperar? Ya habíamos esperado más de una hora. No pensaba seguir aquí, desperdiciando mi sábado.

— Ya son más de las 11 pm — le dije mirándola con cara de pocos amigos.

— Oh. Sí, tienes razón, pero es Luis, ¿entiendes? LUIS — respondió Andrea enfatizando en el nombre de su novio.

— No, no lo entiendo — la miré seria, pero enseguida cambié de opinión — está bien esperaremos. Ella me agradeció con la mirada.

Al cabo de un rato fui a traer dos cafés para aliviar la espera. Le entregué uno a Andrea y ella lo recibió gustosa.

— Gracias — dijo Andrea mostrando su mejor sonrisa — Siento mucho que estés aquí conmigo y no divirtiéndote en alguna discoteca de Lima. Pero juro que te lo recompensaré — dijo antes de dar un sorbo a su café.

Claro que me lo recompensaría, ella era así. Por eso era mi mejor amiga. Las dos éramos tan diferentes que nos complementábamos. Además ella había hecho y dejado muchas cosas por mí. Y por más que sea la persona más impaciente del mundo, aguantaría la espera.

— Carmen, aun no te conté con quien llega Luis — me dijo, mientras nos dirigíamos hacia unas bancas que estaban al lado de la ventana.

— ¿Es un amigo suyo? — pregunté.

— No, pero apuesto a que si lo conoces — dijo con emoción repentina. Trate de recordar a todas las personas que conocía en Corea, y no tuve éxito. Jamás había estado allá.

­— ¿En serio? ­— pregunté curiosa.

— Claro, es un cantante famoso — respondió como si fuera lo más obvio del mundo. Rodé los ojos.

Ya me temía con que vaya a salir con una sus historias de famosos. Eso era lo que nos diferenciaba, ella estaba obsesionada con la idea de los artistas, en cambio a mí no me interesaban en lo absoluto.

— Y qué tiene eso de interesante — le dije.

— Pues todo ¡¿te lo imaginas aquí?! — dijo con emoción

— La verdad, no. Ni siquiera sé su nombre.

—¡Cómo no vas a saber quién es MinHo!— gritó fingiendo indignación —¿es enserio? Te lo enseñé un millón de veces, ¿no te acuerdas de la novela que te hice ver? — yo seguía negando con la cabeza. No tenía ni la menor idea de quien se trataba.

— Oh vamos, yo sé que te acuerdas de él

— ¿Dices que es el actor de la novela? ya, creo si lo recuerdo, pero ¿no es solo un actor o cantante? — dije restándole importancia.

— ¡eres imposible! — dijo Andrea fingiendo estar enojada. Sonreí con malicia. Amaba hacerle perder la paciencia. Sí recirdaba al dichoso actor.

Había pasado una hora y cada vez estaba más impaciente, y peor porque Andrea no paraba de hablar de sus artistas. A mí pocas veces me emocionaba conocer a un artista, los consideraba personas comunes y corrientes.

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