El mejor momento de mi vida

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POV Mikasa.

El primer día con el maestro Levi Ackerman es siempre un suplicio. Todos sus alumnos lo saben. Todos los alumnos están conscientes de que no hay forma de fallar con él, pero si fallas, es él tu peor enemigo.

Aprendes a la mala.
El tipo es el diablo.

Te acalla con su mirada fría y te obliga a estirarte y bailar El Lago de los Cisnes tres veces antes de decidir si va o no a entrenarte.

Te hace quitarte el esmalte de uñas y el maquillaje y analiza tu rostro, tu complexión y tus facciones. Tiene que saber cómo eres y si tu peso y cuerpo es adecuado para el vestuario.

Te envía con una lista a todas las tiendas posibles para asegurarse que lleves la ropa y las zapatillas adecuadas para entrenar.

Cualquiera podría pensar que el hombre es realmente despreciable. Pero no.

Es muchas cosas, pero no despreciable.

Le gusta la limpieza extrema. Le gusta que sus camisas descansen en ganchos con una cubierta sobre ellas, igual que sus trajes, para evitar cualquier partícula de polvo, ordenadas por color y marca alfabéticamente. Le gusta el olor del desinfectante. Le gusta el café sin azúcar. Le gustan las cosas desabridas. Disfruta del vino tinto extra seco.

Le gusta, sin embargo, mi cuerpo.

Si, yo fui su alumna. Por dos años. Cuando mi madre descubrió que su interacción conmigo podía considerarse inapropiada, amenazó con denunciarlo.

Pero él fue mucho más listo y acalló a mi madre con un jugoso cheque y las más sentidas y falsas disculpas. También le pidió una autorización para convertirme en su esposa a los dieciocho años justos, edad legal en mi país para contraer matrimonio. No he vuelto a ver a mi madre de nuevo. Y se lo agradezco.

No hubo mucha mediación al respecto, ambos somos personas de pocas palabras y no teníamos interés en ahondar demasiado en el tema. Acepté y me casé. Adopté su apellido. Decidimos no tener hijos ni responsabilidades para con otras personas, por lo que tampoco adoptaríamos a ningún bebé o niño.

Nos disfrutábamos tanto como podíamos disfrutar estando solos por completo. Las noches se iban como agua en tanto Levi me invitaba a tomar un baño y me sumergía en el agua de la tina para luego, en medio de las sales aromáticas y las burbujas de jabón, me hacía el amor por largo tiempo, hasta que terminaba ronca de tanto gritar, a veces contra la tina y otras apoyada sobre el lavabo.

Por alguna razón, Levi era un amante apasionado en extremo y no buscaba su placer más aún que el mío. Por eso no me resultaba imposible creer que nuestra relación durase tanto.

Hoy, mientras preparo la jarra de café con canela que ahora acepta como si hubiera nacido bebiéndolo, es nuestro aniversario de casados número diez.

Han pasado muchas cosas desde entonces. Empezando porque ahora comprendo a Levi de una forma que no comprendía cuando me casé con él.

Para empezar, no es el diablo.

Levi es un hombre tierno y considerado con una larga historia que, estoy segura, le sería muy dolorosa a un ser humano regular.

No tiene familia alguna y su apellido es de origen alemán aunque ni siquiera conoció ese país.

Levi tiene pocas personas cercanas. Pero ninguna es más cercana que yo.

Le gusta el silencio. Disfruta de la naturaleza, lo que es muy curioso, para ser un hombre tan pulcro. Tiene un telescopio con el que mira al cielo algunas noches, y sigue los reportes de la NASA cuando hay eventos astronómicos importantes para participar en ellos activamente viéndolo todo.

Odia la impuntualidad. Como yo, es incapaz de tolerar a la gente tonta. Su risa es sumamente espontánea y me hace feliz.

Diez años han pasado desde nuestra noche de bodas y sigue haciéndome vibrar como la primera vez que me tocó, en los lejanos días de entrenamiento en el atèlier.

Por alguna razón, su estudio sigue siendo el más acudido en el país. Grandes bailarines se han graduado y han tenido grandes éxitos gracias a su instrucción.

Tiene el cuerpo más increíble que un hombre puede tener, con los hombros anchos y fuertes pero los músculos tonificados, finos. Se ve atlético y los trajes siempre le lucen maravillosos.

Cuando lo conocí, el ya se había retirado del ballet pero aún conservaba todos sus atuendos.

A veces aún los usa. En casa. Porque yo se lo pido.

Nunca pensé que pudiera amarlo de la manera en que lo amo. Nunca pensé que estaría tan cercano a mí, cuando me trataba con desdén, e incluso maldad.

Pero lo cierto es que también sentía por mí lo que yo sentía por él.

Me hacía quedarme a deshoras en el estudio sólo para mirarme bailar.

Bailo para él. Me gusta hacerlo feliz.

Y me gusta bailar con él. Me gusta que me mire con deseo. Me gusta que no ame a nadie más.

Ha llegado a casa y levanto los ojos para mirarle. Lleva en las manos una caja de terciopelo y un ramillete de tulipanes rojos, mis favoritos.

Ése hombre me ha hecho muy feliz. Ése hombre ha hecho que los últimos diez años hayan sido el mejor momento en mi vida.

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Uff! Este pequeñísimo y extraño fanfic con su respectiva extraña referencia, se me ocurrió por esta película. La vi desde los tres años, cuando vivía en US y Monterrey, N.L., México y lo que hacían mis padres era grabar las películas en VHS (Si, soy mayor, jaja) y luego guardarlas. Aún tengo ese cassette. Yo aprendí a hablar inglés en parte a ello, ver películas en inglés sin subtítulos 💕

Espero lo disfruten y me envíen sus comentarios, estrellitas y afecto. 🌿¡Gracias por leer! 🌿

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2019 ⏰

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