Amor en un videojuego (Kirito x Sinon)

Capítulo 13: Un nuevo misterio - Parte 2

—¿Tendrán algo en común?—dije viendo los papeles, mientras iba hacia la mesa de mi habitación, colocando las "pistas" sobre la mesa.

Agarré un cuaderno y escribí lo mismo que decían las notas. Y al observarlas un poco vi que sí tenían números en común.

20251509 y 1509.

—Creo que es una fecha—dije volteandome a ver a Sinon. Luego escribí en mi cuaderno: 2025/15/09—. ¿Qué día es hoy?

—Cinco de septiembre del 2025—respondió sentándose en la cama, la cual estaba perfectamente ordenada.

—En menos de dos semanas, pero ¿qué cosa sería?

—¿Estás seguro de esto, Kirito-kun? Deberías relajarte un poco.

—Quizá sea algo importante—agregué.

Sinon no estaba muy convencida de mis palabras y se levantó. Caminó hacia la puerta y antes de salir, sonrió levemente y dijo:

—Bueno, te dejaré concentrarte en esto—tenía la mano en la perilla—. Suerte en tu "misterio"—y salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado.

Miré los pedazos de foto y seguía sin entender por qué alguien pondría aquí una foto. Me di cuenta que eran pedazos de la misma al ver el fondo, que aparentemente era un bosque. Al final, sin saber qué más pensar, terminé descansando la mente en mi habitación todo el día.

Ese día Sinon no volvió a mi casa, pero hablamos un rato por chat hasta que me conecté en ALO al anochecer, después de tanto tiempo sin jugar.
Cuando entré a la partida y caminé por la plaza vi a una chica de cabello rosado que ne pareció conocida con una loli a su lado. Eran Lizbeth y Silica, quienes estaban juntas hablando como solía verlas en la escuela cuando estudiábamos. Me acerqué a ellas, aunque aún no me habían notado.

—Qué raro, no he visto más a Asuna—dijo Lizbeth—, es como si hubiera desaparecido.

—¿No te ha dicho el porqué?—preguntó Silica, quizá estaba preocupada.

—No. Ni siquiera se ha conectado a sus redes sociales.

—Vaya... —suspiró Silica mirando hacia abajo.

—¿Qué onda?—les dije—. ¿Todo bien?

Lizbeth se volteó y me miró un momento enojada, pero en poco tiempo cambió su expresión a una más triste. Aparentemente no podemos ocultar nada en estos juegos.

—No sabemos nada de Asuna—comentó.

—Ya veo—respondí con desinterés del tema.

Vi en el cielo unos jugadores que volaban juntos, pero no parecía que eran amigos, sino más bien rivales. Otra persona venía con velocidad hacia ellos—aunque no se puede hacer daño en una zona segura—, perdió el control y caía hacia nosotros con velocidad, y yo salté y empecé a volar lejos, muy lejos de allí dejando el lugar hasta encontrarme en un bosque. Bajé y vi una pequeña casita, la puerta estaba abierta así que por curiosidad entré, y dentro escuché un ruido.

—¿Hay alguien aquí?—pregunté.

Caminé. Estaba oscuro así que saqué de mi inventario una linterna, y vi la silueta de una chica tras unas cortinas que daban hacia la parte trasera de la casa, como si las hubieran colocado para reemplazar alguna puerta. Me seguí acercando y el ruido se hacía más claro, parecía que había alguien llorando.

—¿Hola?—dije sin ver a la persona aún, moví las cortinas y salí—. ¿Estás bien?

—¿Kirito-kun?—preguntó una voz conocida. Se volteó y pude ver su rostro.

—¿Sinon? ¿Qué haces aquí... llorando?

Me abrazó con fuerza.

—Te extraño—sentí que sus lágrimas caían en mis hombros—. Ya nunca tienes tiempo, ya nunca podemos estar juntos... ¡Y ahora que tuve esta oportunidad de verte estás pendiente de algo extraño!

Correspondí al abrazo. Luego recordé que Sinon hace tiempo compró una pequeña casa en el bosque cerca del pueblo, al parecer es esta.

—Lo siento mucho—me sentí mal, quería llorar al ver que estaba así por mi culpa—, te prometo que te daré más tiempo... —me separé un poco para verla a los ojos—. No quiero que estés triste por mi culpa.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

—Entonces... —aunque no terminó de hablar, supe lo que quería.

—Sí—le sonreí levemente y la besé con suavidad, con ternura, como se lo merece una bella dama—. No tienes por qué llorar más.

Cuando nos separamos del beso, me quedé mirándola, mientras la luz de la luna virtual nos iluminaba. Desde ahí podía ver las estrellas, y su sonrisa melancólica en frente de mí, en la oscuridad.

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