-No estoy preparado para esto. No... no sé si puedo hacerlo.
-Mira, no me jodas, que ya estamos en el aeropuerto.
-Nada de echarse para atrás ahora, A-Xian.
-P-Pero... ¡no! ¡No puedo! ¡O sí, no sé! ¡Tengo miedo! ¡Lan Zhan, ayúdame!
El ex estudiante de letras —y en muy breve, abogado—, contempló a su novio de hito en hito. No sabía qué decirle. Tampoco es que su silencio impasible fuese nada raro, pero de verdad que en esa situación no se le ocurría nada. Por su mente habitualmente pasaban miles de cosas que nunca llegaba a expresar con palabras; aquel día no, aquel día estaba tan en blanco como una hoja de papel. Había tratado por todos los medios de hacerle saber que tenía todo su apoyo incondicional, que hiciera lo que hiciera estaría ahí para él, pero no sabía cómo seguir manteniendo esa promesa en el momento del adiós. Le había escuchado y le había animado cuando decidió tomar aquella difícil decisión. Había estado allí para él de forma constante, cuidándole durante las noches de insomnio que usaba para estudiar, llevándole infusiones y aperitivos justo cuando estaba a punto de levantarse a la cocina a por algo de picar y recordándole que fuese al baño de forma regular para no sufrir una infección renal y que se duchase al menos una vez al día para no oler a muerto. Había tratado de hacer de aquel último verano de vacaciones el mejor de sus vidas, pasando junto a él todas las noches que había querido. Incluso le había preparado las maletas y las había llevado por todo el aeropuerto. Sin embargo ahora estaban allí, en aquel horrendo edificio metálico, esperando para que se pusiese a la fila del detector de metales y de los controles de seguridad, agobiados por el tumulto de familias en la misma situación que ellos, y de pronto todo se volvía real. Estaban frente a la despedida, frente al final de una época, y él se había quedado sin palabras de aliento con las que calmar los nervios descontrolados de su pareja. Wei Ying se iba, se iba a Dinamarca concretamente. Había logrado a base de sangre, sudor y lágrimas conquistar a una prestigiosa universidad danesa con su trabajo de fin de grado y, sorpresa sorprendente, le habían dado una beca completa para el máster. Los meses de estudio intensivo y de investigación sin descanso habían dado el fruto deseado, y ahora Lan WangJi debía hacerle frente a su partida. Ni el propio Wei WuXian sabía muy bien cómo sentirse al respecto. Nunca antes había estado tan nervioso, tan emocionado y tan triste al mismo tiempo. Y como lo sabía, el menor de los Lan no pudo permitirse flaquear, por mucho que la noche anterior hubiera pensado que se iba a echar a llorar antes de acostarse.
-Estar aquí lo has conseguido tú, Wei Ying. -Le dijo mirándole a los ojos, incapaz de disimular como la pena se mezclaba con lo orgulloso que estaba de él-. Eres capaz de esto y de mucho más.
-Lan Zhan...
-Sé que puedes. No lo dudes nunca.
-Oh, Dios, te voy a echar muchísimo de menos. -Lloriqueó Wei Ying, lanzándose a los brazos de su novio. Se hacía el dramático pero, al mismo tiempo que sentía la felicidad del éxito, su corazón se contraía con verdadero dolor por todo lo que dejaba atrás. Si negase sus ganas de llorar, mentiría. Tras él, su hermana sonrió y su hermano puso los ojos en blanco. A despedirle al aeropuerto solo habían ido ellos tres. Solo los quería a ellos tres allí.
-Por favor, como sigáis así, vomitaré. -Se quejó Jiang Cheng-. Tampoco es para tanto. Irá a verte en unos meses. Y volverás a China por año nuevo, idiota.
Muy cierto, absolutamente cierto. Pero que fuera verdad no lo hacía menos duro. Por eso, a pesar de estar sonriendo como —casi— siempre hacía, Wei WuXian tenía lágrimas en los ojos cuando se puso de puntillas para regalarle a Lan WangJi un último beso en los labios. Fue amargo, corto, y desearon que no acabase nunca.
-Te quiero, Wei Ying. -Susurró sobre su boca, intentando que no le temblase la voz.
El estudiante de ciencias asintió, sintiéndose incapaz de responderle. No era por no corresponderle, no nos confundamos. Le quería más que a nada en el mundo, pero sentía que, si se lo decía, las palabras se romperían en su garganta antes incluso de nacer. Abrazó a sus hermanos tan fuerte que el pobre Jiang Cheng le gritó que le partiría una costilla a ese ritmo y luego le encargó a Jiang YanLi que le diese un beso enorme al pequeño Jin Ling de su parte cuando volviera a casa. Solo entonces, cuando cogió su maleta, se atrevió a ir de uno en uno mirándolos a los ojos, incapaz de aligerar el pesar en su corazón y el miedo en su estómago. Se negó a decirles adiós.
-Nos vemos.
Ellos le sonrieron. Lan Zhan le sonrió. Y él se marchó rumbo a lo que quiera que le deparase la vida. Rumbo al futuro.
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Kissing [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanficA veces los abrazos se quedan cortos. Los besos también suelen, por eso a Wei WuXian le gustaba tantísimo pasar a palabras mayores, pero los besos es verdad que suelen ser capaces de dar una mejor definición del estado de una relación. ¿Eran amigos...