Prólogo

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Verano del 2002. Atlas, Carolina del Norte.

- ¡Lamentarán esto! - gritó la mujer- !Ustedes estarán tan jodidos que ni sus tumbas dejarán de apestar en mil años! ¡Tú! ¡Maldito! ¡Serás el primero de todos! - una oleada de ira sacudió su frágil cuerpo tirado en el frío piso de la celda. Lágrimas de ira y odio caían por su mejillas.- ¡No puedes mantenerme encerrada aquí para siempre!

- Nada es para siempre, linda- dijo el hombre. Se separó de la puerta de la celda y gritó- ¡Alzamir! Es toda tuya. Se escucharon pasos lentos y pesados acercarse. El primer hombre se retiró dejando a la mujer sola con el tal Alzamir.

La enorme silueta de Alzamir apareció en la puerta cubriendo a la mujer con oscuridad. Tenía la cabeza con la mirada fija en el piso. Alzamir sonrió. Una sonrisa que solo el diablo tendría plasmada en su cara mientras se quema vivo.

La puerta de la celda se abrió con un chillido. Alzamir caminó lentamente hacia la mujer. Ésta se levantó y lo enfrentó. Estaban a unos pasos de distancia.

- Ni una bestia fabricada como tú podrá callarme.- siseó la mujer.- Podrán doblegar mi espíritu pero no el de ella.

Alzamir no dijo nada.

Un rugido se extendió por la habitación. Fue tan bajo y tan inhumano. No.... Ni inhumano ni bestial, pensó la mujer. Fue infernal. Ni los perros del infierno serían capaces de producir aquel sonido tan escalofriante.

La mujer miró a Alzir. Estaba parado en el mismo lugar. Denotaba una quietud que helaba los huesos solo de verlo. Sus ojos seguían cerrados.

De pronto, su figura titiló. Se sacudió.

La puerta se cerró de golpe.

Alzamir estaba a solo milímetros de la mujer. Ella quizo dar un paso atrás pero el miedo la detuvo.

La mujer alzó la vista y miró a Alzamir. Sus ojos estaban abiertos. Eran negros.

La piel de Alzamir comenzó a emitir luz. No una luz cálida ni protectora. Una luz hostil y cegadora.

El calor quemaba la piel de la mujer. Las manos de Alzamir estaban en ella.

Ella gritó.

My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora