Capítulo 5

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La luz casi me cegó por completo. Habían varias luces encendidas a medida que Demian me hacía avanzar; poniendo sus manos en mis hombros. Estábamos en la sala de bienvenida, donde habían varios muebles de aspecto antiguos, floreros, fotografías enmarcadas y algunos espejos. El suelo era flotante, de madera, que estaba cubierto por una larga alfombra color rojo carmesí con detalles amarillos y negros. Era tan acogedor. El calor de la chimenea llegaba incluso hasta donde estábamos nosotros, lo que le daba un aire tibio y amigable dentro de las paredes. Habían algunas puertas y pasillos a medida que avanzábamos, lo que me daba una gran impresión del enorme lugar en el que estaba.

—¿Demian?

Una voz femenina me sacó de mi sueño despierta. Demian me guió por una puerta hasta abrirla y entrar. Las luces estaban encendidas; de un color blanco brillante que iluminaba toda la enorme cocina. Una señora, de unos treinta y tantos años, estaba frente a una olla revolviendo lo que se veía como salsa de tomate. Su mirada se dirigió a Demian para luego caer en mí. Detuvo lo que estaba haciendo, se limpió las manos y con una sonrisa se acercó a nosotros.

—Bueno, ¿quién eres, linda? —sonrió.

—B-bueno... Y-yo...

—Ella es Rei mamá —dijo Demian.

Lo miré, intentando de alguna forma agradecerle con la mirada, pero cuando desvió su vista de su madre hacia mí, me sentí intimidada y tuve que desviar la mia.

—Es un gusto conocerte, Rei . Soy Karen, la madre de Demian—sonrió de una forma amable, mientras se acercaba a mí y me tomaba las manos con suavidad.

Suavidad... desde que murió mi madre no la había sentido.

Ella me miró, luego miró a Demian fijamente. Me soltó las manos mientras me tocaba las mejillas y la frente. Hizo una mueca.

—Tienes fiebre. ¿Qué sucedió, Demian?

—Iba de camino a mi auto después de ir a buscar una... cosa, y me la encontré sentada bajo un árbol a media tormenta. Cuando me acerqué, temblaba y estaba realmente fría. La lleve a mi auto para abrigarla y ella me dijo que había salido justo cuando comenzaba la tormenta y, al momento de querer regresar a su casa, no lograba ver nada y ya estaba perdida en ese momento. No sé más.

Karen asintió, mientras me guiaba con cariño a una silla y hacía que me sentara allí.

—Te prepararé algo de té y te daré algo para la fiebre. Te puedes quedar en la habitación de invitados que está arriba por esta noche. Tiene una propia chimenea, aunque es algo pequeña. No creo que sufras de nuevo frío cariño —sonrió—. Estaba haciendo la cena, por lo que quizás te gustaría comer algo antes de llevarte a la cama.

¿Comida? ¿Dónde estaba la amenaza o el favor a cambio de ella? ¿Me la daría gratis?

—Oh, claro, gracias —sonreí, intentando ser amable.

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Luego de cenar y conocer al resto de la familia de Demian, quienes la conformaban Karen y Roberth Evans, y sus hijos, Demian y Hotaru, la pequeña hermanita de diez años de Demian. Era muy tierna, y de alguna forma me recordaba a mi cuando tenía su edad. Además, era muy risueña y preguntaba de todo, pero no me aburría de ella. Es más, me entretenía resolviendo todas sus dudas.

—Hotaru, deja a Rei en paz —dijo Demian, cuando estábamos en la sala frente a la chimenea.

Karen me había dicho que me quedara allí unos minutos para recuperar mi calor corporal. Estaba funcionando, ya sentía cómo el frío se iba de mi cuerpo y el calor comenzaba a remplazarlo de a poco. Demian me estaba acompañando, mientras el Sr. y la Sra. Evans terminaban de limpiar todo en la cocina. Hotaru estaba sobre las piernas de Demian mientras le revolvía el cabello de una forma graciosa.

Sálvame (Adaptación Rei/Diamante)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora