"Pasajeros con destino a Los Ángeles favor de abordar la puerta 13"
Ese era el llamado de mi vuelo. Me levante agarrando mi bolso, tome el último trago de cafe que tenía en manos para tirarlo en el bote de basura más cercano. Al estar dentro del avión empecé a buscar mi número de asiento hasta encontrarlo, me senté cerca de la ventanilla, saque mi ipod y empecé a relajarme, en unos minutos despegaríamos. La aeromoza empezó a hablar dando instrucciones hasta que algo más llamo mi atención.
—Hola—Saludo el chico que acomodaba su equipaje arriba del asiento, al parecer viajaríamos juntos
—Hola—Respondí con tono amable
El avión estaba a punto de despegar y se notaba el nerviosismo en mí.
—¿Es la primera vez que viajas?—Pregunto mi acompañante, mientras veía atento hacia mis manos las cuales jugaban con un pedazo de tela aterciopelada. Levante mi mirada, y me encontré con sus ojos verdes y su sonrisa perfecta.
—No, es la segunda vez que viajo pero se siente como la primera... —Hice una pausa—No me gustan las alturas— concluí con una mueca de horror
—Te diré un secreto, yo también odio las alturas pero después de un tiempo te acostumbras, solo relájate—
De alguna manera su confesión me daba un poco de tranquilidad pero no la suficiente.
—Quisiera, pero el solo pensar que tenemos una pequeña posibilidad de morir, y si me relajo me dormiré y si morimos, moriré dormida—
Hice una pausa y caí en cuenta de lo que dije, me escuchaba como una psicópata, pensé que él me tomaría a loca pero el ver la expresión de su rostro me sorprendió. Estaba riendo.
—Tranquila, si pasa algo raro o hay mucha turbulencia prometo despertarte—Me sonrió muy divertido
Baje la mirada apenada, acomode un cabello suelto detrás de mi oreja y le sonreí.
—Tómame a loca, pero el viajar sola te hace pensar en cientos de posibilidades—
—Lo imagino... —volvió a reír
El viaje se hizo menos pesado platicando con aquel chico de tatuajes extensos aunque se veían muy poco escondidos tras esa sudadera azul. Realmente el me agradaba de gran manera, no solo por su atractivo, sino por su graciosa forma de ser, en muchas ocasiones había olvidado que estaba en un avión, fue de gran ayuda para mi pánico. Los minutos en el avión ya habían terminado, estábamos aterrizando sanos y salvos.
Dentro del aeropuerto tenía que despedirme del mejor acompañante de viaje.
—Tengo que ir a buscar mi equipaje... Gracias por todo—Dije sonriéndole como una tonta ¿Por qué aún no se borraba mi sonrisa bobalicona?
Estábamos frente a frente, y por raro que parezca me intimidaba un poco, ya que era más alto que yo.
—No es nada, mi hermanita también odia las alturas, así que ya eh vivido esto—
Sonreí no sabia que más decir, creo que esto era todo.
—Me tengo que ir, cuídate—Levante mi mano en forma de despedida di la vuelta y empecé a caminar... Hasta que su voz me detuvo
—No me dijiste tu nombre—Voltee a verlo entrecerrando los ojos, era cierto
—Eloísa, tampoco me dijiste el tuyo—
—Adam—
—Fue un gusto conocerte Adam—
De nuevo empecé a caminar y al momento mi celular vibro, era un mensaje.
¿Aceptarías salir conmigo?
Adam
Me quede mirando por unos segundos el mensaje, volví a voltear pero Adam ya no se encontraba ahí. Sonreí de nuevo y conteste el mensaje.
Sí.