Capitulo IX

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Me desperté 9:14 am, un minuto antes de lo previsto. Desactivé la alarma antes de que sonara. Me quedé unos minutos en la cama, desperezándome. 

Empecé a pensar en las cosas que tenía que hacer hoy y ese pensamiento se interrumpió por otro... El beso de Félix. Comencé a sonreir y no podía quitar esa sonrisa de mi cara.

Salí de la cama y me dirigí al baño. Félix aún no se había despertado. Me bañé. Regresé a mi habitación y encendí el celular. Tenía un mensaje de Félix, decía lo siguiente: "Hola preciosa, ¿como estás? Yo salí a comprar pan, en un rato vuelvo"

Arrojé el celular sobre la cama y fuí hasta la cocina. Abrí la nevera y la miré desconcentrada. No sabía que comer. Luego, fuí hasta la bolsa del pan y estaba llenísima. Félix no había ido a la panadería. Algo me estaba ocultando.

En una hora tenía que estar en la oficina de trabajo. Me cociné unos huevos revueltos con unas tostadas con mermelada de frambuesa. Tomé un café. Me cepillé los dientes y al terminar sonó el timbre.

Abrí la puerta y era Drake.

-Hola- me dijo algo entusiasmado

-Hola, Drake. ¿Que haces aqui? Tu vendrías por la tarde.-

-Si, losé, pero decidí hacerlo ahora. ¿No te importa, cierto?-

-No, claro que no. Sólo es que en éste momento me estaba por ir, pero si tu quieres, quédate y vé acomodando tus cosas y ya instálate. Yo regreso en una hora como mínimo. Si necesitas algo, está Félix, que regresa pronto, seguramente.-

-Bueno, gracias-

-No, por favor. Adios-

Agarré mi portafolios y las llaves del auto. Me subí, arranqué y partí hasta la oficina. Lluegué en 15 minutos. 

* * * Mientras tanto * * *

-Miranda, estás aquí?-

-Hola. Miranda no está. Volverá en una hora. ¿Necesitas algo, Félix?-

-No, nada. ¿Y tú?-

-No, nada-

-Voy a mi habitación, si no te importa-

* * *

Bajé del auto y tomé las escaleras, hasta el séptimo piso. En la puerta de la oficina había un cartel que decía: "Administrativa en RRHH"

Esperé sentada hasta que oí mi apellido.

-Vonshock- anunció la empleadora.

Me dirigí hasta su despacho. Tenía una gran vista a la calle. Era un ventanal bellísimo, con vidrios muy relucientes. Las paredes eran blanco color crudo y una luz blanca iluminaba la sala.

-Entrégueme su curriculum- dijo con voz autoritaria.

-Aquí está-

Se lo extendí.

Lo revisó bastante tiempo para mi gusto, y mientras lo hacía, gesticulaba con su cara de una menra aterradora.

-¿Sucede algo?- pregunté impaciente.

-No querida, está todo más que bien. Sabes que, puedes retirarte ya. Te enviaremos un correo a tu e-mail anunciandote si te hemos elegido o no-

-Está bien. Está allí en el curriculum.-

-Si, losé. Gracias por venir-

-No, gracias a ustedes-

Abrí la puerta y me fuí. Bajé las escaleras y comencé a pensar que ésta oficina trabajaba de manera diferente a la anterior. En aquella, me habían avisado en el momento si me aceptaban o no. Acá, ocurrió todo lo contrario. Es la forma de trabajar de cada persona, me dije a mi misma.

Subí al auto y conduje hasta casa.

Al llegar, estacioné en el cordón de mi misma vereda y bajé. Entré y dejé el portafolios sobre el sillón. Sobre la mesa ratona de la sala, había un ramo de rosas rosas con una nota. Me acerqué a leerla y era de Drake. Decía: "Rosas para la rosa más linda". 

Las olí por un largo tiempo. Adoraba su aroma. Fui a buscar un vaso con agua para ponerlas allí, así no se secarían. Volví, las metí adentro del vaso y me guardé la tarjeta.

Me hubiese gustado que fueran de Félix y no de Drake. Podría haber sido el mejor regalo. 

Llegué a mi habitación y me desplomé sobre la cama. Tocaron la puerta. Era Félix.

-¿Cómo estás?- dijo con esa voz que hacía que cada día fuera perfecto.

-Algo cansada, respondí- Esperando el correo de la oficina de empleo-

-Seguro te aceptarán, por qué no lo harían?-

-No lo sé- de alguna forma, eso me consoló.

Estaba nerviosa y cansada. Más cansada.

-¿No tienes algo que decirme?- preguntó Él algo entusiasmado.

-Creo que no, ¿y tú?. Ah, sí. ¿A dónde fuiste hoy? Revisé la bolsa del pan y había en exceso. Dijiste que habías ido a la panadería-

Comenzó a tartamudear.

-¿En serio?- preguntó sorprendido.

Se marchó.

Quedé desconcertada. ¿Qué acababa de suceder? En fin, no tenía ganas de pensar en ese entonces. Así que chequé desde el celular el correo y tenía uno de: agenciasdetrabajo@gmail.com que decía que no había sido aceptada.

Solté el celular y comencé a llorar desconsoladamente.

No esperaba que no me aceptaran. Cada vez pasaban más días en los que no conseguía un empleo. Más días en los que no tenía dinero. Más días en los que no podía pagarle a María. Más días DESEMPLEADA.

Corrí a la cocina y busqué servilletas de papel para secarme las lágrimas. En ese momento, Félix cruzaba a su cuarto y me vió.

-¡Miranda!- gritó.

Llegué corriendo a mi habitación y cerré la puerta. Félix comenzó a golpear. Al abrirla, Félix me preguntó:

-¿Qué sucede?-

-No me aceptaron, Félix.- dije entre más lágrimas. 

Me empujó hacia adentro de la habitación. Me senté sobre la cama y el se sentó en frente mío.

-Quédate tranquila, habrá más posibilidades- dijo con intención de que me calmara.

-Tal vez, pero pasó otro día más-

Empecé a llorar nuevamente y me cubrí la cara con las manos.

Félix me abrazó. Sentí su perfume. Era exquisito. Él entendía como me sentía en ese momento. Podía sentir en su abrazo como empezaba a calmarme. Su abrazo era cálido y acogedor. Me quedé un largo tiempo hundida en sus brazos, hasta que me solté.

Me acarició la mejilla y secó mis lágrimas con su mano.

-¿Te gustaron las flores?- preguntó con una media sonrisa.

-¿Qué flores?- dije entre sollozos.

-Las rosas, ¿no las viste?-

-¿Eran tuyas?- respondí.

-¿De quién sinó?-

-De Drake. Son, o eran de Drake. Mira, aquí tengo la nota.-

Félix la leyó y observé como sus mejillas comenzaban a ponerse coloradas.

-Ese cretino, me las va a pagar- Yo las fuí a comprar. Son mías, eran para ti-

-¿Por qué Drake haría eso?-

-No lo sé, pero ahora se las verá conmigo- dijo frustrado.

-No, espera Félix. Déjalo. El sólo quiere hacernos mal. Yo se que eran tuyas y siempre esperé que lo fueran.-

-Si, pero la primera impresión que tuviste fue que eran de Él.-

-Pero no me alegré tanto como ahora al saber que eran tuyas.-

Sonreí. Nos besamos.

Nos recostamos en la cama y desabotonó muy lentamente mi blusa... 

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora