I set fire to the rain

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Aún recuerdo el comienzo de esta historia, de este mundo que nos hizo girar y de los momentos que tanto daría por recuperar o en todo caso poder superar. La tarde cae y me miro al espejo queriendo soñar que podemos volver e intentarlo una vez más, pero no es posible, todo acaba en el momento en el que la lluvia cae y te veo marchar a través de ella, tal y como llegaste: en medio del dolor. Así te vas, viendo como todo arde mientras yo me quedo entre las llamas en un vano intento por poder apagarlas al ver que tú ya no estás, porque te has ido y nunca volverás... 

Todo queda como antes, de nuevo mi corazón cae como el comienzo, y tú ya no estás. El rompecabezas del amor que iniciamos está tirado en medio de la noche y le faltan las piezas que te has llevado al momento que decidiste marchar. Vuelvo a tocar el vacío y ya no hay nadie en medio de este que resulta irónico despertar en él sabiendo que en el camino del abismo te encontré, caminando entre demonios soñando ser un ángel que poco a poco me supo envolver. Era el camino tan oscuro y tan doloroso era la carga del abismo que decidí ir a ti y conocerte; parecías tan irreal al camino que tomamos, al final que ahora cargamos y a ese triste nudo que sigo sintiendo en el fondo de la garganta que calla todos mis lamentos por saberse engañada como la primera vez, cuando te encontré a ti. 

Yo estaba cansada, estaba dolida de la vida, dolida del amor e incluso hasta del sentir que entre los árboles del silencio caí, mis brazos eran fuertes y se sostuvieron para no hundirme en el lodo de la total soledad, pero ahí estabas tú avanzando entre la tormenta, queriendo ser el héroe de una historia que ya tenía fin. Tendiste la mano y yo era tan ingenua que en tu sonrisa vi el descanso que tanto había anhelado y sin dudar salté. Tomé tus manos y caí. Tus brazos me tomaron y volví a respirar, eras mi ángel, repetía en mi mente al recordar tu silueta o tus manos aparecer por ahí que terminé por crearme mi propia imagen de ti; contabas historias que yo creía y decías palabrerías románticas que en medio del dolor yo vi real. Eras el héroe de mi historia, ¿qué podía salir mal? 

Aposté el corazón y afirmé conocerte, nadie me advertía así que cedí, cedí ante tus encantos, ante tu imperfecta perfección y te creí, me tragué todas las historias que me contabas, en esos cuentos que te volvían un guerrero en busca de su salvación, en busca de una doncella que misteriosamente resultaba ser yo, con un desenlace tan raro, pero que sin duda me hizo arriesgarme y darlo todo por el misterioso amor.  Una vez más lo hice sin ver el alma de tus ojos, sin ver la lluvia que venía tras de ti y prendí el fuego, encendí las llamas para volver cálida la cercanía y el contacto que tus palabras me daban, y perdí, sin saberlo perdí. 

Nos abrimos paso en un mundo de color que a ese punto yo ya no conocía y que tenerlo de vuelta hizo que me sintiera salvada, era mi mundo soñado, y yo era tu amada, o así me hacías creer aun cuando sólo era un mueble más en tu oscura habitación de tu alma. Me atraparon tus besos llenos de invierno y desierto que entre tanta arena me movieron hasta trasladarme a ese frío, cálido y manipulador corazón que entre latidos me hizo temblar, de diferentes formas temblar y amar... porque yo si lo hacía, pese a todo yo sí lo hacia, con la ferocidad del mundo te quería, eras mi príncipe salvándome en mis penas, o eso fuiste hasta que me di cuenta que sólo era un farsa más, otra película romántica con un actuado final...

Me mostraste que no eras quien creía, tus alas cayeron y tu imagen desapareció. El infierno se abrió paso tras de ti y entonces me di cuenta que nada era lo que yo creí, porque en el juego de amor que me habías creado me había perdido siendo una patética jugadora más dentro de ese juego de azar que no hacía más que endeudar mi alma con el diablo, y alejarme de mi libertad. Te tenía a ti, aquí a mi lado, tan cerca de mi que era sorprendente estar tan cerca de ti sin tenerte completamente y una vez más cedí, y volví a apostar. Puse velas alrededor de la entrada y con algo de duda volví a caminar... entré al infierno junto a ti creyendo una vez más en ti, dándote otra oportunidad que pensaba jamás me arrepentiría de dar y me perdí. Me entregué a ti con tanta confianza, llenando de ilusiones lo que sería mi juicio y me entregué sin dudar a ti. Tu me amarías, ese era el trato, pero no se puede amar a quien no dirige el corazón, y así pasó; tus palabras anidaban cielos, y aunque en un uno de ellos fui a quedar yo no me abrazaste del todo para darme calor como estas prometían a gran resplandor, sólo era yo, siempre era yo esperando en un cuarto desolado a que aparecieras con tu gran sonrisa que en un principio me cautivó y me hicieras temblar como hace tiempo habías dejado de hacer. Pero no fue así... 

Encendí en la lluvia mi propio infierno y en ese infierno tuve que poner todo a temblar por mi propia voluntad, tenía que salvarme sola, porque tú nunca lo harías y lamentablemente tardé en descubrir que era una farsa de tu ego, tu gran ego que todas alimentábamos al ir tras de ti, corriendo para esperar el trofeo que no era más que todo tu ser. En la lluvia las verdades caían y todo dolía a causa de la ceguera que en ese instante terminaba de salir de mi, dolía tanto que me terminé tirando a las llamas y en un acto desesperado por salvarnos aun sabiendo todo te abracé, y lloré... lloré tanto como la primera vez y presencie el final de lo que nunca debió comenzar. Hice trizas mi mundo de princesas y cuentos cursis y presencié la realidad, una en donde nunca estuviste tú puesto que nunca te conocí y una en donde solo estaba yo y el mundo, y sola tenía que salir. Era cruel todo, era cruel la vida misma que me ataba a un desastrosos y calmante final, pero no lo hice y tan sólo caí, caí entre esas llamas infernales que yo misma había creado y grité tanto en el llanto tu nombre que mi garganta terminó desgarrada como las cuatro paredes de mi alma y de mi estabilidad emocional. Dolía tanto el final para mi, pero tu sólo caminaste, como el rey del infierno que eras te fuiste y yo seguí llorando, en medio de la lluvia y del incendio que no podía terminar de apagar, o que si podía y mas sin embargo no deseaba terminar. No deseaba estar en un mundo donde tu no estuvieras, es por eso que dolía tanto cuando te fuiste, y es por eso que la herida sangra con el recuerdo de las cosas que a si mismo tú me dijiste.

"Esto debe acabar"  Me había dicho a mi misma al sentir como mis huesos se quebraban ante la tempestad y mi pulso se debilitaba al ver que su aire  era consumido por el fuego pero sencillamente no podía ponerle un punto final. Tu descaro era obvio porque nunca te había importado tanto como para morir justo como lo estaba haciendo yo; reías frente a mi sabiendo que mi espíritu lo tenías en tus manos y haciendo uso de tu singular poder cerraste tu puño y te acercaste a mi traspasando sin tener daño el fuego que ardía entre mi ropa y piel. Creaste mi propio circulo y me encerraste en él; la lluvia crecía y las llamas cedían aunque seguía ardiendo entre mi cuerpo ya quemado, creí que había acabado pero volviste a reír...

Grité tu nombre al ver que todo desaparecía y yo subía cada circulo de tu infierno sintiendo que el aire a mi nariz le faltaba. Te posaste frente a mi e incapaz de decir algo toqué tu rostro con ternura y furia, sentía mi cara arder y mis ojos cerrarse porque esta era la última vez que te tenía ante mi, y que yo cedía tanto ante ti. El eco de mi voz retumbó en mi cabeza con tanta fuerza que terminé cayendo de rodillas creyendo que seguías ahí, intenté buscarte pero te habías ido, todo había acabado y yo sólo lloraba en medio de una calle desolada viendo la lluvia caer, buscando una puerta que no se abrirá, y una silueta que entre la sombra desaparece hasta volverse irreal. Abro los ojos con miedo y grito al sentir que aun necesito de ti pero te has ido, y ni hoy mirando la ventana volverás. Una vez más como aquella vez la puerta del cuarto continuo se cierra tras una espalda que sin duda a mi cordura haría dudar, y yo no puedo hacer más que llorar en grito el nombre de un ser que ya no volverá.... 

"Sólo déjalo que arda hasta que las llamas se evaporen, y las cenizas se dispersen buscando su propio final, como nosotros los hicimos, ardiendo entre la lluvia queriendo sanar."  

Te has llevado mi alma querido Satanás, y no puedo evitar buscarte aun sabiendo el desastroso desenlace escrito en medio de mi cuerpo cuando arde en estos días lluviosos y las marcas de tus manos venenosas se hacen presente cuando me vuelvo a quemar. Debo dejarte ir y aunque no quiera este es el final. El verdadero final.
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Hola!
Les traigo un nuevo one-shot, esta vez de la canción Set fire to the rain de Adele. Es algo corto pero es lo que me dejó.
Espero que les guste y me dejen en los comentarios que les pareció.

Jeanine.

Ardiendo en medio de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora