30 de Abril de 1995, era un día más que soleado, los pájaros cantaban, se sentía ese olor a vegetación, olor que sólo se podía sentir en África. Los niños se bañaban como todas las mañanas en el Zambazen, un río histórico del Mazembe porque decían que el agua del río era tan pura que los que se bañaban en él todas las mañanas terminaban limpiando su alma y mente.
El Mazembe, por cierto, era un pueblo que se encontraba a 500 kilómetros de Kinsasa, la capitán de Congo, aunque tan alejado estaba, que probablemente ningún ciudadano congoleño conocía siquiera su existencia.
El pueblo era habitado por unas 1000 personas, era un pueblo humilde, en donde sus habitantes a duras penas podían mantenerse día a día a base de duro trabajo. "quien trabaja, dios lo ayuda", decía confiado Abdou, que tenía 40 años y era una persona muy optimista, tanto que él creía que en el futuro todo sería mejor, trabajaba como vendedor ambulante en las calles del Mazembe, era viudo debido a que su esposa había muerto hace 15 años, debido a un cáncer fulminante. " tú siempre tan sonriente Abdou "le decía Aba. Aba era el mejor amigo de Abdou, ambos se conocían desde pequeños y deambulaban siempre por las calles del Mazembe, tenía su misma edad y él era una persona extrovertida y con un fuerte carácter al mismo tiempo.
"estos charlatanes, abusivos me venden un kilo de pan a 5 dólares, los mismos 5 dólares que gano al día, y todo esto es culpa tuya " le decía furioso Aba a Adama.
"no me presiones, hago todo lo posible para que la calidad de vida en este pueblo mejore, llevo años trabajando en ello, pero no es nada de fácil " decía Adama.
Adama había sido presidente del Congo durante años y ahora con sus 70 años y sin nada que hacer, se había empeñado en lograr que el Mazembe fuera suyo, para que de esta forma los habitantes creyeran que él los salvaría de la pobreza, claro que a la mayoría de los habitantes no les agradó para nada que él tomará el poder, decían que solo lo había hecho para quedar bien con ellos, pero que no tenía como objetivo ayudarlos a crecer y a reducir la pobreza del pueblo.
El sol se escondía y ya se hacía de noche, Abdou había reunido el dinero suficiente para sobrevivir un día y se dirigía a su pequeña casa para descansar, cuando de pronto vio algo que lo dejo atónito.
Afuera de su casa, se encontraba un tipo blanco inconsciente. Abdou se quedó paralizado por unos minutos y no sabía qué hacer, no todos los días te encuentras con un hombre blanco en el Mazembe, y mucho menos fuera de tu casa.
Abdou levantó al hombre y lo llevó hasta la parte interior de su casa, a todo esto Aba que se encontraba con él, no dudo en decirle "a este blanco hay que matarlo, de seguro viene a robarnos, claro, como a este no le falta el pan, viene a África con la misión de robarnos hasta lo que no tenemos " .
"No lo juzguemos, ni lo conocemos, esperemos a que despierte para preguntarle qué hace en nuestro pueblo "decía con la cautela que lo caracterizaba Abdou.
Pasaron las horas y el hombre despertó, sus ojos al ver que estaba en un lugar que no conocía, con gente que jamás en su vida había visto, lo tenían asustado.
"Hola buen hombre, te has aparecido fuera de mi casa inconsciente. Nos podrías explicar cómo llegaste aquí " Le pregunto Abdou al blanco.
"Pues ni idea de cómo he llegado aquí, solo recuerdo que estaba en mi casa, y me quedé dormido, tomaba una taza de té como todas las frías tardes de Londres y me dirigí a mi cama, no recuerdo más "decía el blanco confundido.
Pasaron los días y ya todos conocían al blanco en el Mazembe, que por cierto se llamaba Paul, él tenía 30 años y venía de Londres, o eso era lo que por lo menos él decía, algunos en el pueblo lo miraban con mucha desconfianza, otros lo encontraban simpático y buena gente. Diferentes opiniones para el primer blanco que pisaba el Mazembe. Abdou se hizo muy amigo de él, hasta le dio alojamiento en su pequeña casa y le dijo que trabajara con él de vendedor ambulante.