Black nightdress

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El tan esperado lunes había llegado a Londres junto con una tremenda tempestad. Mientras Emma se preparaba para ir esa mañana a sus clases, pensaba en cómo llegaría con toda aquella lluvia. La joven se pasó todo el fin de semana haciendo planes de estudio y preparándose para su primer día de clase y también ayudando a Kitty a estudiar para su examen de historia. Emma se puso una ropa bien abrigada y salió de su cuarto para dirigirse a la cocina donde se encontró solo a Regina y a Kitty sentadas a la mesa.

—Buenos días— dijo la joven educadamente juntándose a ellas.

—Buenos días, Swan— dijo Regina —Katherine, cómete ya eso. El autobús debe llegar en pocos minutos— dijo haciendo referencia a los huevos revueltos que la más pequeña se estaba comiendo.

—No soporto ir en el bus. Me hubiera gustado que mamá me llevara— se lamentó Kitty

—Lo sé, querida. Pero tu madre tuvo que salir antes al trabajo.

El autobús escolar para frente a la casa de las Mills y toca la pita dos veces. Kitty se levanta de la mesa a las prisas, se despide de Emma y de su tía y sale corriendo de la casa llevando puesto un chubasquero.

—Está lloviendo demasiado— comentó Emma mientras se apretaba las sienes con los dedos

—¿Tiene clase ahora, verdad?— preguntó Regina sin mirar a la rubia

—Sí...No puedo ir andando. Creo que llamaré a un uber

—No...—Regina levantó su mirada hacia los ojos hipnóticos de Emma —Yo la llevo. Tengo una alumna a la que voy a dar clases y su clase me pilla de camino hacia su casa.

—Regina, no se preocupe. Puedo llamar a un coche— dijo Emma tímidamente mientras intentaba no mirar a la mujer a los ojos

—Swan— dijo lenta y sensualmente —Insisto. No me cuesta nada

—Está bien— aunque algo incómoda, Emma aceptó. Algo en Regina aún la intimidaba mucho.

Las dos mujeres terminaron de desayunar sin decir una palabra más. El silencio ensordecedor abrumaba un poco a la rubia. Pensó que, quizás, Regina estuviera intentando recompensarla por haber sido grosera en su primer día en la casa.

Cuando Swan entró en el coche de Regina, sintió que su corazón se aceleraba al sentir el perfume de la morena entrándole por la nariz. Mills condujo por las calles mojadas de la lluvia que aún seguía cayendo. El camino hasta el sitio donde tendría lugar sus clases siguió en el mismo silencio del desayuno. De vez en cuando, desde detrás de las gafas negras, Regina lanzaba algunas miradas hacia la rubia que tenía a su lado, que no se daba cuenta, pues estaba muy distraída observando la lluvia por la ventana.

—Entregada—dijo Regina de forma seca parándose frente al edificio de las clases de Emma

—Muchas gracias, Regina. De verdad, muchas gracias— dijo Emma y esperó unos segundos por alguna respuesta, pero como no la obtuvo, salió del coche sin decir una palabra más y vio cómo en seguida el coche partía.

"Ok...Vamos allá", susurró Emma para sí misma contemplando el edificio que tenía delante. Entró corriendo huyendo de la lluvia y enseguida caminó derecha a su aula. El edificio era bonito por dentro y por fuera. Piso de porcelana blanca en el que uno podía verse reflejado cubría el suelo y arañas en el techo daban a los pasillos un tono más clean. Su corazón se saltó unos latidos, por unos instantes, al colocarse frente a la puerta de su aula. Tras llamar dos veces, fue recibida por una figura bajita de cabellos negros a la altura de las orejas y sonrisa encantadora.

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