Capítulo XIV

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No estábamos tan lejos de la ciudad como pensábamos. Para no levantar sospechas, tuvimos que caminar para no levantar sospechas si íbamos sobre un Pokemon. Mis pies están adoloridos, pero eso es mejor que llamar la atención. Umbreon y los demás van en sus Pokebolas, excepto Diamond y Mewtwo. A Mewtwo lo hemos tenido que cubrir con la chaqueta negra de Jackie. Afortunadamente, nadie se fija en él, así que no importa que su disfraz no sea el más elaborado. Diamond va en mi cabeza, creo que está tomando una siesta ya que va demasiado callado.

Tristemente, tuvimos que desatar los pies de Jay para que ella también caminara. Al principio pensamos que no debíamos hacerlo, pero entonces habríamos tenido que llevarla en brazos y eso sería darle un trato mejor del que merece. Así que hicimos algo mejor. Atamos su mano derecha a la mano izquierda de Jackie. De esa manera, sabremos si ella pretende escapar. Si se da el caso, entonces Jackie llamará a sus Pokemon y atacarán a Jay hasta lograr controlarla.

Sé que suena un poco cruel, pero fue lo mejor que se nos ocurrió.

Entrar en la ciudad fue la cosa más rara que hemos vivido desde que nos conocimos todos en Phoenix. Para todos fue como si estuviéramos saliendo a tomar un respiro luego de pasar mucho tiempo bajo el agua. Las personas que pasan junto a nosotros ni siquiera se inmutan cuando nos miran, a pesar de que nosotros los miramos a ellos con recelo sólo en caso de que se trate de miembros de la Elite que viven una doble vida.

Ya había olvidado por completo lo que es escuchar el motor de los autos y el aroma de los restaurants y puestos ambulantes de comida.

Estoy hambrienta.

—Propongo conseguir una habitación de hotel —dice Liz mientras avanzamos, va con las manos en los bolsillos y mi hermano le rodea la cintura con un brazo.

¿David puede abrazar a Liz pero yo no puedo tomarme de la mano con James?

¡Qué injusto!

—Y de nuevo van a comenzar a proponer cosas estúpidas… —comenta Sheryl de mala gana.

—Deben llevarse bien, ¿lo olvidas? —le reclamo.

Sheryl sólo pone los ojos en blanco y se cruza de brazos.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —pregunta Onyx.

—No podemos caminar sin parar por toda la ciudad —dice Liz—. Si estamos aquí, podríamos comenzar por buscar un refugio.

—Muchos hoteles y cientos de negocios están afiliados a la Elite —dice Jackie—. Si vamos a buscar un sitio para dormir, debe ser un lugar donde no admitan a los miembros de la Elite.

—Estaríamos más seguros lejos de la civilización —sigue diciendo Sheryl—. No sabemos cuántas personas ya nos habrán visto ahora que estamos aquí. ¿Cómo podemos estar seguros de que no hay nadie detrás de nosotros que está enviando nuestra localización al Jefe de la Elite? Por lo que sabemos, ese hombre ya debe haber enviado a un par de sus hombres para atraparnos. En cualquier momento nos obligarán a subir a una camioneta blindada, eso si es que no nos asesinan a distancia.

—Eres tan positiva, Sheryl… —comenta James de mala gana.

—Sólo intento ser realista —responde ella furtivamente—. Ya sabemos de lo que son capaces esos sujetos, así que…

—Oh, cierra la boca, maldición. No tienes una maldita idea de lo que estás diciendo.

Nos detenemos en seco al escuchar la voz de Jay Jason. Debimos haberle dejado puesta la mordaza. Ella fulmina a Sheryl con esos ojos verdes.

— ¿Te he dado permiso de hablar?

Todo se detiene cuando Sheryl habla de esa manera. Tan fría, tan hostil, como si hubiera detestado a Jay durante toda su vida. Y con justa razón. Yo también me comportaría de esa manera si Jay se atreviera a lastimar a mi hermano.

—No necesito que me autorices hacer nada —le responde Jay—. ¿Quién te crees que eres para tratarme así?

Como respuesta, Sheryl la toma por los cabellos y tira de ellos hacia atrás para que Jay incline la cabeza.

—Sabes bien quién soy —sisea Sheryl enfurecida—. Y sabes muy bien lo que haré contigo cuando ya no nos seas de utilidad.

—Hablas demasiado —dice Jay—. Esa boca tan soez te causará problemas. Cuando tenga la oportunidad, te voy a…

Pero Sheryl no le permite terminar la frase, pues la lanza con fuerza contra un muro. Jay se desploma en el suelo y escupe sangre, con el golpe se ha hecho una herida en la comisura de los labios. Sheryl tiene la respiración agitada y no parece querer tranquilizarse.

— ¡¿Y ustedes qué miran?! ¡¡Sigan caminando!!

No me había dado cuenta de que las personas están mirándonos. Mucho menos me había fijado en que, con el golpe que Jay recibió, Jackie también fue a dar al suelo. Quizá también fue una mala idea atar las manos de ambas.

—Levántate —le ordena Liz a Jay—. Estamos llamando la atención.

—Díselo a esa estúpida amiguita tuya —se queja Jay y se tambalea a la hora de levantarse—. Están locos. Todos ustedes están locos.

—Silencio —intervengo y la discusión se detiene—. Vamos a buscar un hotel para descansar y no se tocará más el tema. ¿Entendido?

Ellos asienten y retomamos la caminata.

— ¿Qué les parece ese lugar? —pregunta David y señala el edificio que tenemos enfrente.

Es un hotel pequeño en comparación a los edificios que lo rodean. No luce muy lujoso, así que podría ser perfecto para ocultarnos.

— ¿Alguien tiene dinero? —pregunto.

—Todo corre por mi cuenta —dice Liz, aunque parece que lo hace de mala gana.

Avanzamos hacia el hotel, pero yo me detengo en seco cuando veo algo por el rabillo del ojo. Miro en esa dirección y siento un escalofrío cuando esos ojos se conectan con los míos.

El padre de James me mira desde la acera de enfrente. Va vestido con esa gabardina negra de la Elite. Y en un abrir de ojos, desaparece cuando una multitud pasa frente a él.

— ¿Te pasa algo? —Pregunta la voz adormilada de Diamond—. ¿Por qué te detienes?

—Creí ver…

Pero no, no puedo decirlo. No puedo alterarlos ahora que todos están motivados y encantados con la idea de dormir en una cama de verdad. No puedo volver a mencionar el hecho de que el padre de James está persiguiéndonos. Simplemente no puedo decirlo.

—No es nada, no importa.

Y entro al hotel con los demás, sintiendo como si alguien estuviera apuñalándome con la mirada.

Pokemon V: La Batalla Contra la EliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora