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❝ Él lo sabía. El Señor Tenebroso lo supo todo este tiempo...
que un huracán amenazó durante muchos años por destronarlo.
Pero nunca hizo nada por detener la tormenta que lo amenazaba...
su reinado cayó, pero su súbd...
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The Diggory Heiress 4: La Profecía de las Serpientes.
La noticia se había regado por todo el colegio, sino era que por todo el mundo mágico, para ese momento Artemis sospechaba que el chisme pronto estaría en primera plana en el diario El Profeta. Si eso sucediese, sin duda toda su familia llegaría al colegio para cortarle el cuello. La lluvia torrencial había estado ocupando gran parte del día desde horas tempranas, ambas chicas se desplazaban por los corredores rumbo al salón de Defensa Contra las Artes Oscuras, sin muchos ánimos de continuar estudiando con el clima en contra de la humanidad.
– Esta mañana no te llegó correspondencia, ¿crees que Draco todavía no se ha enterado? –su mejor amiga le dedicó una mirada cargada de preocupación, momentos después volvió su atención al camino–. Es decir, si se hubiese enterado estaría aquí. O Athena te habría dado más de quinientas cartas. –agregó.
– No le haría nada de gracia la noticia de que su sobrina lanzó un papel al cáliz de fuego. Ni a él ni al resto de mi familia. Sabes lo delicados que son con el tema, además de que la profecía les ha estado dando dolor de cabeza desde mi cumpleaños. –entraron al aula de clases en medio de la conversación, tomando asiento juntas en una de las mesas del fondo; bastantes estudiantes pertenecientes a la casa Gryffindor se encontraban ya en el lugar–. En poco más de dos horas sabré si les ha gustado la idea.
Las gotas de agua se resbalaban de una en una por las ventanas del lugar, faltaban minutos para que la clase diese comienzo y todavía no había señal de Schneizel Ackerman. Después de todo no solo a su familia le pesaba la idea de la profecía, ella no era ajena a aquellos sentimientos. Una vez el profesor entró, no pudo hacer mucho más que intentar concentrarse en las notas plasmadas del pergamino. Él se había reportado como enfermo. Era un jodido mentiroso.
– Qué extraño, no parecía tener nada ayer durante la cena. –comentó Emerald, hacía un puchero mientras que abría el libro de Enfrentarse a lo Indefinible en total calma, ignorando lo que realidad sucedía–. Bueno, supongo que después de clases podremos ir a darle una vuelta. Incluso podríamos obsequiarle un par de ranas de chocolate. –lucía tan entusiasmada que Artemis no quiso refutar su idea.
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