Capitulo 4

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Las siguiente tres clases del día fueron iguales a la primera. Entre a los salones y camine en circulos, revisando todo. Si encontraba algo raro - como un cartel de propaganda de la Segunda Guerra Mundial en la pared - le tomaba foto. Me preguntaron cuatro veces si mi cabello estaba teñido. Mi profesor de Macroeconomía Avanzada me dijo que no estaba permitido teñirse el cabello.
Le dije que mi cabello era natural pero no me creyó. Le enseñe una foto de mi mamá y mi hermana menor, Carla, que siempre llevaba conmigo, porque su cabello era igual que el mio. Aún así, no me creyó todo. Me senté en la silla más cercana a la puerta y vigilé atentamente al resto de mi clase.

La cafetería era enorme, así que había muchos lugares disponibles. Eso estaba bien, porqué así nadie se fijaría en mí, sentada contra la pared ,buscando rastreadores comunistas en mi comida.
El Sr. McCoy se acercó a los altavoces para hacer otro anuncio sobre el tablero. La gente dejó de hablar y comer para burlarse de él, pero nadie parecía sorprendido.

Miles Richter estaba en todas mis clases avanzadas.
La quinta clase, que correspondía a la hora de estudio, era única en la que no estaba. Todavía no sabia muy bien que habría queridos decir Tucker con eso de no dejar que Miles se pasara de listo. No había hecho ninguna de las cosas sobre las que me había advertido Tucker, pero tampoco me había ignorado.
Antes del almuerzo, cuando se me cayó el lápiz en la clase de Historia Avanzada de Estado Unidos, Miles lo pateó hasta el otro lado del salón hasta que pudiera recogerlo. Cuando se inclinó hacia atrás y se me quedó viendo con la cara de "¿ Que vas a hacer al respecto?", yo tire su mochila al suelo.
Esa tarde en la clase de Administración, pisó " accidentalmente " mis pasadores y casi me rompo la cara. Cuando el profesor nos entregó nuestra primera tarea , le di a Miles una que se había roto a la mitad "accidentalmente".
En la clase de Química la señorita Dalton nos dio unos cuadernos de notas cuadriculados que te queria hacer suicidarte.
-Voy a asignarles a su pareja de laboratorio para que puedan conocerse mejor.

Sentí como el karma negativo me acechaba por la espalda con un palo de golf.
La señorita Dalton empezó a llamar a las parejas sacando papelitos de un matraz lleno de nombres. Y ví  como se vaceaban lentamente los escritorios  caminando hacia las mesas de laboratorio.

-Alexandra Ridgemont...
El karma estaba listo para tirar.
-Y Miles Richter.

Llegué a la mesa de laboratorio antes de que Miles se hubiera parado de su asiento. Ahí nos esperaba un cuestionario.
-Bueno, terminemos con esto.
-Si quieres empieza tú- dijo, acomodándose los lentes.
-Primera pregunta: ¿Cual es tu nombre completo?
-Vaya eso sería bastante estúpido - esa era la primera cosa sensata que decía todo el día -. Miles James Richter.

Lo anoté.

-Alexandra Victoria Ridgemont.
-Bueno, los dos tenemos segundos nombres que no van con nosotros - y la majestuosa ceja levantada hizo su aparición -. Siguiente.
-Cumpleaños?
-Veintinueve de marzo de 1993.
-Quince de abril del mismo año -continúe - ¿Hermanos?
-No.
Con razón era tan odioso. Hijo único. Seguramente era rico.
-Tengo una hermana, Carla. ¿Mascotas?
-Un perro.
-Ninguna mi papá es alérgico.

Miles me quitó el papel y lo revisó.

-Podían haberse tomado la molestia de hacer preguntas más interesantes. ¿Color favorito? ¿Que te puede decir una persona? Tu color favorito podría ser el verde vómito y no haría una maldita diferencia.
-Entonces el tuyo es malva- dije escribiéndolo en el espacio en blanco.

Respondimos algunas preguntas más. Sabía que no estaba imaginando miradas incrédulas de nuestros compañeros al otro lado de la mesa. Cuando llegamos a las "Cosas que más te molestan" , Miles dijo:
-Cuando la gente dice "salsa de tomate" en vez de "kétchup". Es un condimento no una salsa.- se quedo callado un momento -. Y esa sí es la verdad.
-Yo no soporto cuando la gente confunde los hechos de la historia - dije - Como cuando dicen que Colón fue el primero explorador que desembarcó norteamerica, cuando ni siquiera llego a Norteamerica, y el primer explorador fue Leif Ericson. Y esa también es verdad.

Respondimos más preguntas, cuando estábamos casi a punto de terminar, su voz comenzó a sonar extraña.
Más áspera y menos fluida. Como si sus " erres" sonaran "ere" y arrastraba las palabras. El grupo de al frente nos mirada como si fuera la llegada de apocalipsis. 
Pasé a la última pregunta.

-Gracias a Dios ya casi acabamos. ¿Que recuerdas de tu niñez?
-Animalia Annelida Hirudinea.- Miles se mordió la parte superior de su bolígrafo como si deseará no haber dicho lo que acababa de decir. En vez de verme a mí, observaba fijamente los dos grifos plateados sobre el lavado.
Esas palabras...las banditas adhesivas. El dolor que no había comprendido. Leche con chocolate. El olor a pescado.
Un escalofrío me recorrió desde mi cabeza hasta los pies, dejandome inmóvil. Lo mire fijamente. El cabello castaño claro y despeinado. Lentes con armazón metálico. Pecas doradas esparcidas por la nariz y los pómulos. Ojos azules.
Deja de mirarlo,estúpida! ¡ Va a pensar que te gusta o algo así!
No me gustaba . Ni siquiera estaba tan guapo. ¿O si? A Lo mejor otro vistazo me ayudaría a saberlo. ¡No, maldita sea! Ay rayos.
Ojos azules no era real. Nadie me había ayudado a liberar las langostas y nadie había dicho lo que acababa de oír. Solo era mi mente jugando conmigo. Otra vez.
Tosí, jalando un mechón de mi cabello.

-Bueno en la mía escribe "Leche con chocolate".
-Leche...con...chocolate...-repitió de forma pausada.
-Si , la mejor bebida del mundo, ¿Nunca la has tomado?
Ahora el me miraba fijo. Entorne los ojos.
-L-e-c-h...
-Si se deletrear,gracias.- su voz había vuelto a la normalidad. Se escuchaba fluida y clara.
Sonó la campana , me paré de un salto, fui por mi mochila y me uní a los demás estudiantes en el pasillo. Me sentí mejor cuando me aleje de Miles ,como si el descubrimiento que acababa de tener en clase de Química no hubiera sido más que un sueño  cuál ya me había despertado. No lo entendía. Miles había salido directamente de mis alucinaciones , pero ahora estaba aquí. Logró atravesar la linea de mi mundo y el de los demás, y no me gustaba.
Llegamos a nuestros casilleros  al mismo tiempo. Lo ignore , abrí la puerta y tomé mis libros.
Al sacarlo, las hojas, que habían sido desprendidas de las pastas , se cayeron al suelo igual que las entrañas de un pescado.
-Parece que alguien desencuadernó tus libros - dijo Miles.

No me digas cara de gusano. Al carajo con él. No iba a tolerar todo esto aunque fuera Ojos Azules.
Recogí mis libros rotos , los metí a mi mochila y cerré de un golpe la puerta de mi casillero.
-Supongo que tendré que arreglarlos - dije y me alejé caminando hacia el gimnasio dando fuertes pisotes , sabiendo que no podría quitármelo de encima.

•Yo te inventé•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora