El susto

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Un intenso partido de Quidditch estaba llevándose acabo entre Hufflepuff y Ravenclaw. Las tribunas estaban llenas de personas silbando y gritando. El tiempo no era el mejor para jugar hoy, había bastante viento y además, nada de sol, por lo que los jugadores estaban casi tiesos por el frio. 

Era de los primeros partidos de la temporada, lo que significaba que los equipos estaban en proceso de "adaptación", como a Lewis le gusta llamar. Son esos campeonatos donde la torpeza predomina por la cantidad de nuevas incorporaciones a los diferentes equipos. A todo el mundo le lleva un tiempo adaptarse, y aprender de estos partidos. 

Eso era exactamente por lo que los golpeadores de Hufflepuff estaban pasando el día de hoy. Algo nerviosos y distraídos por ello, en lugar de batear lo mas lejos posible a las bludgers, en unas ocasiones no les quedaba nada más que gritar un "¡Cuidado!" cuando esta se dirigía a una velocidad inalcanzable para ellos hacia uno de los jugadores y suspirar de alivio cuando la persona la esquivaba. 

Y si eso ya no era suficiente, Lizzy tenía nueva escoba a la que se estuvo acostumbrando durante las prácticas. 


James se encontraba entre las tribunas, observando el partido y riéndose con Fred de lo torpes que eran los nuevos chicos. Y sí... también miraba a Lizzy, pero esa no es ninguna noticia. La miraba con un poco de pena. Se notaba que estaba congelada, su cabello estaba tan claro como el de su madre, y estaba frustrada por como estaba yendo el partido. Asumió que en unas horas él estaría igual. Por la tarde, Gryffindor jugaría contra Slytherin y deseaba el tiempo mejorase un poco. 

Observaba el partido y vio todo con perfecta claridad y terror. Una bludger se acercaba sin freno por detrás de los aros donde Lizzy estaba defendiendo; ningún golpeador tras ella. Era imposible que Lizzy la viera. Uno de los golpeadores le gritó al otro que estaba más cerca, pero fue inútil. 

La bludger pegó en la espalda de Lizzy. El golpe la empujo hacia adelante, con un grito de dolor y exclamaciones de los que habían visto todo. Gracias a Merlín, consiguió aferrarse a la punta de la escoba, pero colgaba de ella y no tenía fuerzas para volverse a montar. Ante el peso y la inclinación, la escoba cedió y descendió unos valiosos metros. Un par de sus compañeros ya se estaban acercado para darle una mano, pero la otra bludger fue más rápida, le golpeó los pies y Lizzy perdió su agarre. 

Hoch hizo sonar el silbato, deteniendo el partido. En la tribuna solo se escuchaban susurros y los gritos de Lewis hacia sus golpeadores, pero James fue capaz de escuchar unas risas silenciosas, lo cual le hizo hervir la sangre. Pero se quedó paralizado cuando vio como Hoch intentaba despertarla y Lizzy no respondía. La levantaron con un hechizo y la llevaron flotando a la enfermería lo más rápido que pudieron. 

Hufflepuff se vio obligado a sacrificar a uno de sus cazadores para guardar los aros y arreglárselas el resto del partido. Hoch volvió a sonar el silbato y el juego continuó. Pero James no se quedó a ver el final. Él y Fred corrieron a la enfermería. 

Con las respiraciones agitadas, llegaron a las puertas y allí encontraron a el resto de los amigos de Lizzy. La vieja Madame Pomfrey les había ordenado un poco de espacio hasta asegurarse de todas las heridas de Lizzy. Todos estaban muy preocupados, aparentemente estaba inconsistente porque se golpeo la cabeza al caer, ni hablar del golpe en la espalda y en la pierna causado por la bludger, eso tiene que doler. Además, temían que con la caída se hubiese lastimado otra parte. 

Cinco minutos después, Pomfrey abrió las puertas y solo acepto responder una pregunta a la vez. Efectivamente, el golpe en la cabeza la había dejado inconsciente, pero aseguró que despertaría en unos minutos gracias a un hechizo curativo. Una vez despierta le daría una poción para la pierna que estaba rota y de milagro su columna no lo estaba, pero estaba llena de moretones. 

Todos sus amigos se acercaron a ella. Vee se tomo la libertad de acariciar su mejilla y James su brazo. Estaba helada. 

-Amiga que susto...- susurró Vee.


Tal cual había dicho Pomfrey, Lizzy comenzó a moverse, tragó saliva, y emitió gemidos de dolor. Su respiración se aceleró y abrió los ojos... Le dolía muchísimo la pierna, tanto que se le escaparon unas lagrimas. 

-Poppy...- escuchó a lo lejos la voz de Fred.- Se despertó. 

Luego escuchó como ella los corría del lugar. Le dijo un par de cosas que apenas escuchó por el dolor y lo único que fue capaz de hacer fue beber pócimas. Una para el dolor y otra para su pierna. 

Luego de unos minutos, algo más tranquila, bajo un efecto de anestesia, escuchó un golpe en la puerta. Sus amigos volvieron a entrar, lucían preocupados. 

-Hey...- le dijo Vee.

-Hey...- apenas susurró. 

-¿Como te sientes?

Todos la miraron como *¿En serio preguntaste eso?*. 

-La cosa más terrorífica de mi vida. El accidente de mi vida. El peor juego de mi vida.- Se le venían a la mente flashes de lo que había pasado hace menos de una hora. El vértigo de repente, el miedo y la frustración y la desesperación por no ser lo suficientemente fuerte para volverse a subir a la escoba.- ¿Terminó el partido?.- preguntó para deshacerse de esos pensamientos. 

-No... Pero no iba muy bien para nosotros. 

James notó como sus manos temblaban.

-¿Tienes frío?- mientras dijo eso, puso su mano encima de la de ella.

-No, no... solo que... todavía tengo el susto. Ugh... esa estúpida escoba y la jodida bludger... Lewis debe estar como loco. 

Como si lo hubiera llamado, Lewis, Max y el equipo entero de Hufflepuff entró en la enfermería. 

-Madre mía, Lizzy... dime que estas bien.- fue Lewis quien habló. 

-He estado mejor. ¿Cómo les fue?-

-Perdimos... hoy no fue para nada nuestro día. Tan así que atrapé la snitch, porque se estaba volviendo un tanto vergonzoso, y aún así perdimos por unos cuantos puntos.

-¡Por que hay tanta gente aquí! ¡Vayan a almorzar!.- exclamó Madame Pomfrey. 

-¡Que te mejores. Lizzy!- La mayoría del quipo se fue al Gran Comedor.

-¿Quieres que te traigamos algo de comer, Lizzy?- se ofreció Fred.

-No creo poder comer, apenas me muevo. 

Lewis y los chicos se quedaron unos minutos mas, mientras él les contaba como había terminado el partido y maldecía constantemente a los nuevos golpeadores.

-Creo que deberías tener este...- James le dijo por lo bajo y le enseñó el amuleto que le había regalado ella.- Nunca se tienen los suficientes, creo. 

-Ahora que lo pienso... ¿Puedes fijarte en mi bolsillo del uniforme?- este estaba colgado en la silla donde él estaba sentado. Hizo lo que ella dijo...

- Está vacío.

-Guau... Una prueba más de que sí funcionan... Creo que hoy olvidé llevarme uno y bueno... eso pasó...

-Impresionante...

-Niños... Elizabeth necesita descansar y ustedes almorzar...

-¡Enseguida volveremos!- todos se fueron al Gran Comedor y Lizzy intentó dormir como le recomendó Pomfrey, pero no podía hacerlo...

Todo Lo Que Quería (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora