Hamburgo, Alemania
3 de Abril
Año: 2037
Hora: 5:00 pmTodo a nuestro alrededor estaba en ruinas, con muy poca esperanza de vida en realidad, podría decirse que estabamos en pleno Apocalipsis, militares por doquier y un inmenso desierto con edificios y calles abandonadas.
Todo estaba perdido.
Una especie de virus había infestado a más de la mitad de la población mundial, siendo muy pocos los que sobrevivían por no infectarse. Más de uno hacía lo que estuviese a su alcance para escapar de los militares armados que salian sin aviso alguno a acabar con la vida de cualquiera que se le atravesara en frente.
Infectado o no, si no pertenecía al alto rango no importaba, lo asesinaban de igual forma, por mucho que implorará por su vida, que era miserable pero que todavía luchaban por mantener con la esperanza de que todo volviera a ser como antes.
Asi es, el mundo a pesar de todo seguía siendo un asco.
Y estabamos en él, Sara y yo, tendidas en el suelo intentando escapar de los militares que con sus fusiles nos asechaban.
Estabamos en todo el medio del círculo en el que nos habian encerrado, con sus armas y uniformes grisáceos, cabe mencionar que no eran nada lindos.
— ¿tus últimas palabras?— preguntó el que parecia estar al mando de la misión, un hombre alto,delgado y de piel morena que apuntaba con su arma hacía mi ya que era la mayor de las dos y por obligación debia responder primero.
Me mantuve en silencio y rapidamente tome a Sara de la mano, salimos corriendo de allí, aún cuando nos tenían rodeadas solo necesitaba 3 segundos de distracción por parte de ellos, y eso ocurrió cuando dejaron de mirarnos por ver a su jefe hablar, pátetico.
Con el fuerte sonido de las armas de fuego a nuestras espaldas escapamos como pudimos, no había tiempo de mirar atrás y nos dirigimos sin pensarlo hacia la base de misiones abandonado en donde realizaban múltiples experimentos en búsqueda de una cura y este a su vez era un refugio, en el que personas como yo y niños como Sara se escondían del alto mando militar.
Toque la puerta insistentemente con la respiración entre cortada, sosteniéndome de la pared e intentado recuperar el aliento, Sara estaba igual o tal vez peor que yo, por lo que es pequeña y había utilizado todo su esfuerzo y un poco más para escapar de allí.
— Martín... — Llamé entre forcejeos y la puerta se abrió, siendo recibidas por Martín que se hizo a un lado para dejarnos pasar por aquella puerta de metal asegurada por un montón de cerrojos, con la intención de que nadie pudiera pasar a través de ella, a excepción de los que pertenecían al grupo.
— Ellos...Ellos están cerca — le dije al líder del grupo Steve, un ex teniente del ejército del gobierno que al darse cuenta de las injusticias que realizaban sus colegas se unió a los rebeldes. Asintió y fue a hablar con los demás para que se preparan para la batalla, en todo el revoleteó los niños que había allí se mantuvieron junto a mi, al no saber que hacer solo me dispuse a calmarlos y decirles que todo estaría bien, eran 5, Louise, Rose, Charlie, Zack, y por supuesto Sara.
A quien había perdido de vista.
De la nada, empece a buscarla en los rincones de la inmensa estructura, personas arreglando sus maletas y preparando sus armas para irnos al refugío que usabamos cuando la tropa enemiga se acercaba hacía nosotros.
