M E A T R A E S ( Finn Wolfhard y Tú)

Capítulo 6

— En ridículo —

Después de terminar de grabar salí agotado, con la espalda dolorida, un terrible sueño... Sólo pido ir a casa y descansar. Voy al camerino y me cambio de ropa. Estando listo me deshago del peinado, regresando a mi alborotado y rizado cabello. Pronto me tomo unas píldoras para parar el dolor de cabeza que tengo en este momento. En el instante llega Noah, riendo a carcajadas que pronto las desvanece en un resoplo. Toma su chaqueta, me sorprende que no ha notado mi presencia. Mantiene ante todo una sonrisa pegada en su rostro, se mira al espejo y se arregla el cabello, regresando a su estilo de copetazo. Pronto voltea a varias partes, buscando algo. Su mirada se encuentra conmigo — ¡Finn! Vaya, no te había visto — masculla con entusiasmo —. Si, Hola — respondo —. Saldré con mi amiga, iremos de vuelta a ver a sus amigos y Emm... ¿Quieres acompañarnos? — encima la pregunta fue deseosa, mi piel se erizó, toda mi sangre se filtró en mis mejillas. Iría a almorzar con ellos, conocería a sus amigos, estará ella —. Si, claro... Vamos — dije confiado —. Además podrán conocerse mejor — musita, toma su celular y salimos del camerino, y a una banca cercana se encuentra sentada, cabizbaja (pareciera que ve sus tenis), conociéndola con los audífonos puestos —.

Noah se posa frente a ella posando su mano en el hombro. ______ enseguida levanta la mirada y al notar mi presencia se retira el audífono de su costado derecho. Me mira de pies a cabeza y sonríe de lado.

— ¿Nos acompañará Wolfhard? — se dirige hacia el rubio —.

— ¿Ya se conocen? — cuestiona él —.

— E-Eh — estoy por contestar pero mis nervios me lo impiden —.

— Si, no importa. Hay que irnos — responde restándole importancia, en cierta forma me dolió un poco escuchar específicamente esas dos palabras “no importa”. Sé que parezco muy sentimental, viniendo de una chica como ella y que me guste es inevitable —.

Sin más emprendemos la caminata por los pasillos, todo en silencio. Que para Noah pareciera estar acostumbrado, para mi, es todo lo contrario.

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Al llegar a la pequeña y hogareña cafetería, me agradó la idea de que fuese ambientada con un estilo retro. Literal pareciera que ______ escogió el lugar. Sin más, en una mesa de al fondo, tres personas alzan sus manos, justamente para nosotros. Caminamos hasta allí, tomamos asiento. Para mi suerte, al costado derecho de la chica.

— Finn, ellos son Grace, Emilio y Evan, amigos de ______ y míos — me presenta y sólo levanto la mano manteniendo una sonrisa forzada, ellos responden con un “Hola” al unísono —. ¿Ya pidieron? —.

— Aún no. Los estuvimos esperando — responde la chica rubia, Grace —.

— Muy bien... Y cuéntanos Finn, ¿cómo conociste a _____? — cuestiona Emilio. Esa pregunta me tomó por sorpresa provocando que aún más me pusiera nervioso —.

— Pues... Emm, yo... —.

— El idiota no se fijó y me pegó con la puerta en la frente — intervino una tercera voz. Se quitó sus audífonos y los guardó en los bolsillos de su sudadera —.

— ¿Enserio? — comentó Evan sin creerlo —.

— Si. Aunque... No me dolió mucho —.

— Demonios Finn, casi me dejas sin amiga — masculla Emilio provocando que solamente soltemos una carcajada, exceptuando a ella. Ya que al parecer se lo toma seriamente —.

— Como sea... ¿Ordenamos? — dijo evitando cierto tema. Seguramente me odia, más por lo que comenté (que no es del todo cierto) cuando discutí con Noah —.

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Mientras tomamos (lo que sea que hayamos pedido) tengo mi mirada perdida centrada en mis pensamientos. Realmente me siento mal, quizá no estoy del todo satisfecho ni mucho menos feliz. Pues me hice demasiadas ilusiones camino a la cafetería. Me gusta demasiado ______, tanto que quiero conocerla a fondo. Al contrario es muy cerrada. Sin duda no hay posibilidades de estar con ella, ni hablarle, nada... Incluso Noah notó mi estado de ánimo y decidió mentir. Si, mentir, como cualquier otro mejor amigo haría. Saliendo del local me sentí un tanto aliviado.

Y decidimos caminar lentamente de regreso al rodaje. Todo fue silencio. Necesitaba una respiro para ser sincero.

— ¿Qué tienes Finn? ¿Hay algo que te preocupe? — preguntó, a lo que yo sólo contesté con un suspiro —.

Tengo tantas ganas de llorar, demasiado. Gritar a todo pulmón y olvidarme de la realidad en la que estoy viviendo.

— Vamos Finn, sabes que puedes confiar en mí — lo miro por el rabillo del ojo, me pongo cabizbajo, casi encorvado de espaldas y mirando mis tenis —. Está bien. Si no me quieres decir, lo entiendo. Tal vez es difícil de explicar —.

Asentí sin más rodeos, tratando de convencerme a él y a mi mismo de lo que pasó fue que solamente me puse en ridículo.

O eso creo yo.