Capítulo 6

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Era sábado por la mañana y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Bela; así que acepté el café con Matt, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.

Matthew me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día en que pasé con Dean, sin embargo, la emoción no era la misma.

– ¿Puedo preguntar a qué viniste a Venecia? –me dijo, cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

– Bueno, vine primeramente para visitar a Bela. Y para tomar un descanso de mi vida cotidiana –expliqué, dándole un sorbo a mi café.

El sabor a cappuccino vagó por mi boca hasta mi garganta.

– Oh, ¿entonces tienes familia allá?

– No –dije y salió mucho más seco de lo que esperaba– mis padres murieron en un accidente, no tengo más familia.

– Oh, perdóname, no debí preguntar– su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.

– No te preocupes –le regalé una sonrisa tranquila.

– ¿Sabes? Mis padres también murieron ya –comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía.– Bueno, en realidad solo mi madre cuando me dio a luz a mí. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mi mamá, se fue.

– Lo siento... –no sabía qué más decir, pero lo entendía muy bien, al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres.

– ¿Desde entonces has vivido con tu tía? –pregunté.

– Sí, mi tía me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo durante todos estos años y no me gusta dejarle sola.

– Que linda tu tía –le dije y recordé cuando pensé que era toda una vieja amargada.

Él me sonrió, haciendo que ese par de arruguitas se formaran de nuevo a lado de sus carnosos labios rosados. Y aquella sonrisa, bella como única, me recordó a Dean. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una vocecita en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Dean.

La tarde con Matthew fue excelente, su forma de ser tan madura y natural fue lo que resalté al admirarlo, además de su bello rostro delicado y apuesto. Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas quince minutos.

– La pasé muy bien, Matthew, muchísimas gracias –dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de Bela era adornada por un bello ángel de oro que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.

Me sorprendí de ver allí al dueño de la mayor parte de mis pensamientos. Aunque en seguida me retracté de esa idea. Dean no tenía por qué convertirse en dueño de mi materia gris.

– Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto –me dijo con esa sonrisa tan bonita y confiada en su rostro, haciendo que mi mirada se posara de nuevo en Matt.

Dirigió luego la mirada a Dean y con un movimiento de cabeza lo saludó. Este respondió de la misma manera.

– Hasta pronto –Matt se acercó y besó mi mejilla.

Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada.

Sin embargo, sí pude sentir la mirada de Dean sobre ese acto.

– Hasta pronto, Matthew.

– Ay, por favor, llámame Matt –pidió sonriente sin quitar la vista de mí.

Manual de lo Prohibido | Deancas | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora