La alarma resonó por toda la habitación, haciendo que perdiera completamente la conexión con el grandioso sueño que estaba teniendo. Había dormido bastante bien para ser verdad, tenia semanas que no descansaba, posiblemente por la emoción de estar aquí.–Tienes que estar bromeando.– bufó Cassie. Sus ojos estaban hinchados, y trataban de abrirse pero al parecer era imposible. Me preguntaba si ella era como yo, si estudiar le gustaba, o si al menos le dedicaba algunas horas al día a la tarea y esas cosas. Negué, a lo que su respuesta fue un gruñido que por suerte pude evitar oír porque salí de la habitación tan rápido como pude.
Unos minutos antes de la primera hora, ya estaba casi lista, había salido a hacer ejercicio, ordenado mis cosas y me había duchado. Regresé a la habitación, Cassie y yo habíamos acordado en ir a las primeras clases juntas, lo primero que vi al entrar de nuevo fue a la chica durmiendo como un oso. Reí negando, sabía que era demasiado floja como para estar lista aunque sinceramente una parte de mi deseaba que fuera como yo. Se me hacía tarde, así que opté por dejarle una nota en el calendario antes de salir, "Espero que para mañana si estés despierta; Fiera."
Caminé dentro de la sala, observando unos minutos los asientos y analizándolos para descubrir en donde debería sentarme, decidí tomar uno de los que estaban justo en El Centro para alcanzar a ver todo lo que pasaba a mi alrededor, aunque posiblemente no había sido la mejor decisión de todas, por las distracciones. Unos segundos después, antes de que pudiera darme cuenta, la sala empezó a llenarse de alumnos de mi grado, veia extraños, gente que no conocía en absoluto, y es Justo en ese momento cuando te das cuenta de que a pesar de estar rodeada de gente, estás completamente sola. Era contradictorio, si, me encantaba estar sola, tener mi espacio, pero el sentirse sola era completamente diferente y apestaba.
–Soy el señor Blake, y tengo el gusto de acompañarlos este semestre.– dijo sonriendo y mirando hacia todos lados en la sala. Me preguntaba que lo había llevado a tomar la decisión de ser maestro de literatura, o más bien...maestro. Sinceramente, era un camino que yo jamás habría elegido. –El día de hoy, como apenas vamos empezando, quiero calentar sus mentes con un tema algo complicado.– sonrió y enseguida volteo hacia la pizarra escribiendo la palabra "feminismo". La palabra resonó con fuerza dentro de mi cabeza, era algo que siempre había llamado mi atención, pero nunca tuve la oportunidad de conversarlo con alguien.
El profesor preguntó cómo veíamos la sociedad este año comparado con las épocas en dónde ninguna mujer tenía la libertad de hacer lo que quería. Enseguida levanté mi mano haciéndome notar frente a toda la sala.–Señorita...–pronunció mientras buscaba en la lista mi nombre completo. –Scott.– interrumpí sonriendo, a lo que acto seguido, este me regresó la sonrisa, asintiendo con la cabeza indicando que podía hablar. –Bien, creo que...hombres y mujeres tenemos que cambiar los roles sociales, para que no se repartan por género, sino por deseo individual.– dije segura de mi misma. –Bien dicho, señorita Scott. El feminismo está basado ideas o creencias que en su totalidad basan que ambos géneros tienen los mismos derechos e igualdades. Así como lo menciona, estoy de acuerdo en que cada quien tiene la libertad de hacer lo que sus corazones dicten, sin recibir alguna consecuencia.– Me sentí orgullosa, jamás había discutido de el tema, pero al parecer, haber leído "Orgullo y prejuicio" había servido de algo.
Literatura había ido mejor de lo que esperaba, y lamentablemente se fue muy rápido haciendo que el almuerzo llegará por igual. El señor Blake había dejado mi cabeza revoloteando con el tema, y tenía por seguro que no pararía hasta saber más y más. Cuando venimos mi madre y yo a ver la escuela, nos explicaron que varios alumnos tomaban su descanso en la cafetería –que por cierto era un lugar bastante bonito y no era como las de las secundarias– que tenía también la biblioteca ahí mismo, así que opté por ir ahí, a buscar algún libro que tuviera que ver con el tema. No es que fuera feminista pero, me parecía algo interesante e increíble. Ordené un café, y posteriormente tomando un libro "Anna Karénina" me dirigí a una mesa para sentarme y calmar mi cerebro lleno de preguntas. Sin duda, Anna tenía razón en querer hacer todo aquello que le prohibían solo porque así eran vistas las mujeres, como objetos de casa. Ella solo quería seguir a su corazón y eso, lo admiraba bastante.
Un chico vestido de negro se sentó frente a mi en la otra esquina de mi mesa, fue inevitable no distraerme, en sus manos tenía "El gran gatsby" cosa que hizo que por completo perdiera mi concentración, Era un buen libro sin duda, increíble para ser verdad. Fue lo único que pude percibir antes de que me sacara de quicio al subir sus piernas a la mesa y recargarse en la silla como si estuviera acostado. ¿Que clase de persona tenia semejante descaro de hacer eso en una biblioteca? Era bastante molesto, además no paraba de hacer sonidos cada vez que mascaba el chicle que estaba dentro de su boca. Sus anillos llamaron aún más mi atención haciendo que notara lo mal vestido que estaba, no era una buena combinación usar unos jeans rotos, un suéter que tenía un cierre abierto que dejaba a la vista casi la mitad de su pecho, y zapatos de vestir, realmente tenía muy mal gusto. Rodeé los ojos soltando un suspiro mientras frotaba mi frente tratando de volver a concentrarme, y después de varios minutos lo logré.
–Solo en medio de la naturaleza, el hombre alcanza la correcta dimensión de su ser.– una voz grave, con un tono bastante molesto, varonil y aunque me cueste aceptarlo, sexy, me distrajo por completo, esta vez si estaba completamente perdida en lo que había estado leyendo. Volteé a verlo bufando, el chico nisiquiera se había molestado en voltear a verme. –¿Me hablas a mi?– contesté. Este, volteo a verme de reojo soltando una risa burlona y volvió a su libro. Esto lo había hecho aun mas molesto, y si no fuera porque había dormido parcialmente bien, habría peleado con el sin duda.
–Es Tolstói.– pronunció suspirando. –Se que es Tolstói.– contesté algo molesta, ¿cuál era su punto? ¿Molestarme con algo que claramente ya sabía? Era completamente estúpido y solo estaba perdiendo mi tiempo, ¿Como alguien podía ser tan arrogante y creído? El chico se recorrió una silla quedando justo frente a mi, cerró su libro dejándolo sobre la mesa y se quedó mirándome un buen rato, a lo que mi respuesta fue hacer como si no lo hubiera notado y solo traté de seguir leyendo.
–Soy Harlen Allard.– lo ignoré por completo aunque en mi cabeza resonaba su nombre una y otra vez, no lo había mirado a la cara, aunque lo negara me causaba un sentimiento extraño, algo así como si me intimidara o me hiciera sentir débil. Pensé ¿que era muy difícil dejarme leyendo? ¿cuál era su problema? Pude notar como empezaba a desesperarse, el ruido de sus dedos pegando continuamente contra la mesa, no era muy cómodo que digamos. Mordí mi labio para poder contener una risita traviesa que quería escapar de mis labios, el chico al notarlo tomó mi libro arrebatándolo de mis manos. –¿Se puede saber que estas haciendo? eso que hiciste es de mala educación.– mis ojos se encontraron con los suyos, eran de un color marrón bastante claro, su nariz era respingada aunque era un poco ancha, su pelo estaba peinado hacia el lado derecho, también era marrón, y por último sus labios eran carnosos y pequeños. –También es de mala educación ignorar a la gente.– respondió apretando su quijada y sonriendo sin mostrar los dientes. Noté demasiado rápido como cuando apretaba su quijada, su mandíbula se marcaba demasiado, haciendo notar que pareciera un chico bastante rudo.
–Bien, ¿se te ofrece algo?– pregunté con un tono que solo usaba cuando estaba enojada, era seco y cortante. –Si, ahora que lo mencionas, quiero saber tu nombre.– reí parpadeando rápidamente ante su supuesta orden. –Sueñas.– sonreí parándome de la mesa, tomando mi mochila y mi taza de café. Estaba dispuesta a irme, pero mi corazón me detuvo, haciendo que diera la vuelta para pronunciar. –Soy Fiera.– sonrío al escuchar mi nombre, a lo que el también respondió parándose de la mesa para quedar justo frente a mi. Tuve que alzar mi cabeza un poco para poder observarlo, cosa que resultaba bastante incómodo gracias a su estatura, era bastante alto y musculoso. –Bien, espero verte por aquí Fiera.– dijo antes de salir por la puerta de la cafetería, dejándome ahí parada, tratando de procesar todo lo sucedido.
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Tenías que ser tú.
RomanceFiera Scott una chica de 17 años y medio, desesperada por conocer el mundo desde otro punto de vista, va a la universidad y conoce a un chico cautivador, algo irrespetuoso, cruel y bastante mal educado. Ella, no tiene idea de cuanto cambiara su vid...