Capítulo 26: Hasta las lágrimas.

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Wooh, no sé qué decir con respecto a este capítulo.

Me esforcé mucho en hacerlo y con el título ya saben que será algo emotivo, pero estoy segura de que será una mezcla de emociones, literal.

Habrá tantos sentimientos que no sé ni cómo explicarlo (o quizás yo soy muy sentimental) pero no sé, díganme ustedes que les parece 💕

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-¡Filete al estilo Wade Peichell! -anunció el pelinegro poniendo una bandeja en medio de la mesa donde Megan y Thomás esperaban sentados para cenar -Su punto de sal es perfecto y debo decir que hice muy bien su salsa.

-Tengo miedo de que esa cosa nos intoxique -exclamó Thomás observando de reojo la expresión de duda que traía también su gran amiga sentada junto a él.

-Deja de quejarte, soy un gran chef.

-¿Desde cuándo? -le preguntó su nieto -Aún recuerdo que cuando vivía contigo no hacías más que darme comida chatarra.

-Cielos, te quejas por todo -lo regañó el chico de ojos dorados mientras tomaba asiento a la cabecera de la mesa -Eres un mal agradecido, encima que te doy de comer tienes el descaro para pedir algo mejor.

Megan que observaba todo en silencio no pudo evitar reír ante su discusión. Había pasado tiempo desde que se sintió tan a gusto con los demás.

-No es que desprecie tu esfuerzo, solo intentó no morir en medio de una cena.

Mientras discutían por la apariencia poca apetitosa de la carne, Wade se encargaba de cortar grandes rebanadas y depositarlas en los platos de cada uno.

-Que suerte que Rory no quiso venir a cenar -murmuró Megan y Wade la asesinó con la mirada, pero ella no hizo más que reír.

-Quejas, quejas, quejas, solo oigo eso.

-Ay lo siento mamá ¿Estás en tus días?

-Rubia, no te burles de mí porque luego podrías arrepentirte.

Megan rió y se llevó un trocito de carne a la boca.

-¿Y qué podrías hacer tú?

Una sonrisa coqueta surcó los labios de Wade quien se inclinó levemente hacia ella, como si fuese a contarle un secreto en voz alta.

-Si me provocas te castigaré esposandote nuevamente al sótano. Algo me dice que a ti parece gustarte los juegos rudos.

Megan frunció el ceño levemente por un momento, sin embargo no dejaría que Wade gane la discusión y entonces esbozó una sonrisa maliciosa.

-Tienes razón, me gusta lo rudo -aquello sorprendió a ambos chicos -Pero estoy segura de que aquí entre nos, al que le gusta que lo azoten eres tú -tendió una mano y le acarició la barbilla -Tienes cara de ser bastante pasivo... Y la verdad es que prefiero unas manos más firmes que las tuyas.

Thomás comenzó a reír al punto de que casi se ahogó porque Megan había logrado dar vuelta la conversación y hacer sentir inferior a Wade siendo que él pretendía burlarse de ella.

-¡Oye, eso no es verdad. Yo soy realmente bien activo! -se quejó el pelinegro, sin embargo los demás no dejaban de reírse.

-Ya Wade, no te enojes -lo molestó Thomás al ver su expresión de molestia -Solo fue una broma. No es como si en verdad pensaramos que te gusta ser golpeado en la intimidad por las chicas.

Megan se reía y tendió una mano para apoyarla sobre la cabeza de Wade y revolverle el cabello. Después de ello la tensión se fue y las bromas siguieron por un rato. Al finalizar la cena Thomás se dispuso a ser quién levantara los platos para lavarlos más tarde.

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