La Aventura de Akatsuki en otro mundo. (Hoka no sekai de no akatsuki no bōken)

Capítulo 6. Mazmorra Onix Parte 3

La batalla se había extendido a lo largo de una hora, y los monstruos de la segunda cámara del tercer piso no dejaban de venir, Yuuki no dejaba de aplastar a quien osara intentar poner sus sucias garras en su amo, la pelirroja se movía muy bien al evadir los golpes de unos lobos de cristal, unas bestias mágicas, que si no intentarán matarlos uno diría que serian hermosas criaturas, lobos enormes con un pelaje blanco como la nieve y una cresta y cuernos de cristal azul cielo.

La manada había rodeado a los tres y empezaban a dar vueltas en círculo esperando una apertura, el Alfa un hermoso ejemplar con grandes cuernos de cristal no perdía el contacto visual con Yuuki parecía que se estuvieran desafiando uno al otro, la niña gruñía y el lobo respondía con otro gruñido era claro estaba desafiando a Yuuki.

El pelinegro pensaba que la pequeña Demi-humano era muy valiente al no retroceder a los desafiantes gruñidos del Alfa, sin duda la pequeña era una valiente y temeraria guerrera, pero aún era joven y sin mucha experiencia, Para su maestro que era alguien de cabeza fría la situación era clara, el Alfa quería romper su formación al provocar a la pequeña, para así vulnerar su apretada defensa y de esa manera los demás lobos les asesinarían al tomarlos con la guardia baja.

Risa estaba preocupada sus armas no parecían ser demasiado efectivas contra esos monstruos, y tampoco parecía que el asedio de estos se terminara pronto, la pelea había llegado aun punto muerto, por un lado estaban los lobos rodeándolos y por el otro los aventureros espalda con espalda cuidado todos su flancos.

Taichi estaba cansado tenían horas peleando y había abusado de su magia en las anteriores cámaras, bien podría usar un último hechizo para acabar con los lobos pero eso no aseguraba que no hubieran mas monstruos por aparecer, pues bien ya habían acabado con un gran número de estos y pareciera que seguían saliendo mas, así que no tenía el lujo de desplomarse de cansancio si usaba su magia, para el era seguro que se desvanecería como antes le había pasado si abusaba de su magia.

Tres lobos dejaron el círculo y saltaron contra ellos, los colmillos blancos y grueso salían de sus fauces, la espada de Taichi chocó contra los afilados dientes del primero, los grueso colmillos crujían contra el metal, un segundo lobo atacó a Risa quien con una cadena conectada al borde de su cuchillas detenía el embiste del hocico de la criatura, su mordida hacía rechinar el metal de la cadena, la cual no cedía ni un centímetro entre el rostro de la pelirroja y el enorme monstruo, mientras que Yuuki sostenía con sus manos las fauces del tercero.

Los demás lobos estaban listos para saltar contra ellos, los tres aventureros estaban totalmente vulnerables, sus manos estaban claramente ocupadas con el asunto frente ellos, tres bestias intentando matarlos y no tardarían en ser atacado por el resto.

El tiempo parecía transcurrir más lento en aquella cámara, como Taichi lo veía su muerte estaba cerca, y junto con la de él las de sus compañeras, aunque no era el mejor momento, le vino a la mente una historia, que había escuchado de pequeño, que cuando uno está cerca a la muerte el tiempo se detiene y uno ve su vida pasar frente sus ojos.

pero esto era distinto el tiempo en serio parecía ir más lento, poco a poco el movimiento cesaba a su alrededor, entonces una voz un poco sutil resonaba en su cabeza, era la voz de una mujer o eso parecía.

"Que cruel, disfrutando de una fiesta tan animada sin invitarme, ni una sola vez desde que entraste a la mazmorra, ni una sola ocasión has usado mi bendición, ignorando mi poder, que cruel eres... me haces sentir tan sola, pero por fin, por fin puedo jugar, por fin me necesitas"(???)

La sensación de una suave mano acariciándole el cuello inundaba a Taichi, la sensación se extendía a sus hombros como si una silueta femenina lo abrazara por detrás mientras seguía escuchando las seductoras palabras en su mente de aquella misteriosa presencia, conforme cedía a ella un embriagante poder lo envolvía, poco a poco una niebla oscura emanaba de Taichi, era como un miasma.