—Vos estás loco, nene. Está loco tu hijo ¿qué tiene en la cabeza? —se escuchaba decir a un alterado José, mucho más canoso que el que solía llevarlo a jugar a la pelota, o de vez en cuando disimulaba tener interés en sus cosas del colegio. También mucho más petiso, tal vez por la mala postura que no hizo más que empeorar con el correr de los años, hecho pelota, más feo según decía Ana María. Cada quién tomaba pequeños detalles que podían destacar aún con el paso del tiempo, así como se encontraban haciéndolo en ese momento con él. Entre los tres se reían, y entre los tres no se daban el lujo de morderse la lengua ante decirle lo mucho que se notaba la mochila del envejecer al otro. Cosas indiferentes, sin importancia, pero en el caso de Ramón era distinto. Porque debía destacar que, por sobre todas las cosas antes mencionadas, lo que tenía su papá era que estaba más rompe pelotas que nunca.
El problema era que, así como sus rutinarias ganas de volverlo loco crecieron, también lo había hecho su poca paciencia. Por eso estando ahí, discutiendo eso que pareció volverse cotidiano discutir, no hizo más que quedarse parado sin decir nada que no pudiera dejar en claro su cara de orto.
—Mirá, hijo. Yo pienso que tu padre tiene un poco de razón esta vez. ¿Por qué no escuchas? —le habló su mamá, soltando el humo del cigarrillo para darle lugar a ese tono falsamente suave que usaba siempre para dejarlo como un pelotudo—. ¿Qué va a pensar la gente?
—¿Ahora les importa la gente? A todos les gusta como canto. No voy a cancelar el viaje, voy a ir igual —insistió en un tono irritante en el que tuvo que limitarse para no irse de boca.
—A tu mamá no le hablas así, ¿me oíste? Acá nadie va a ser ningún artista, ni se va a ir a París —agregó el hombre poniendo aún más firme su postura, con la voz mucho más elevada de lo que ya se encontraba. Probablemente los vecinos ya estaban enterados de todo el repertorio, y si habían querido mantener eso entre las cuatro paredes de su casa por vergüenza al qué dirían, seguramente ya más de uno estaba opinando respecto a su carrera como cantante después del griterío que se había armado.
Ramón no contestó nada, no tenía sentido. Alcanzó a manotear la campera camino a la puerta destartalada y guardó los cigarrillos y las llaves de la moto en el bolsillo para después salir al barrio que tanto había querido de chiquito y ahora sólo le provocaba recuerdos de mierda. Siempre que estaba por ahí era porque estaba con sus viejos, y si estaba con sus viejos era porque estaba peleando por alguna injusticia que su padre vivaracho le quería hacer creer de sopetón.
Tenía otros recuerdos, claro. Tal vez jugando algún dominó en la casa de un amigo. No sabía muy bien, recordaba bastante aquel lugar, pero no estaba muy seguro de dónde se trataba. A veces los momentos donde se encontraba tirado en aquel piso cubierto por alfombras de colores violaceos, riendo o escondido de alguien más venían a su mente. Eran recuerdos felices. Tampoco recordaba a esa persona, quizás era muy chico para retener tanto en su oxidada memoria, pero fuese quien fuese, de vez en cuando volvía a rondar por los abandonados lugares de sus pensamientos.
El pavimento de un monótono gris, lo recibía por segunda vez en la semana. Hacía tiempo y desde que tenía su propio vehículo, tenía la posibilidad de tomarse el palo e irse a donde tuviera ganas cuando se le cantara. Había tomado la ruta en busca de algún lugar lejano que no hubiese visitado ya, cada vez que rajaba era para no fumarse a nadie, por lo tanto sus escapadas eran frecuentes y las ideas sobre sus paraderos ya se le estaban agotando, por lo que decidió ir un poquito más allá.
Pasó unos cuantos kilómetros sin ver nada que le despertara mucha curiosidad, y es que en Buenos Aires lejos de toda vida comunacha ¿qué podría encontrar de interesante?
Ya nada podía sorprenderlo, o al menos eso creía.
Decidió desviar el camino hacia un falso cordón donde la vegetación era más abundante, ya no eran aburridos campos secos, sino una abundante pero pequeña cantidad de árboles que no debían ocupar demasiado lugar en un terreno tan amplio como en el que habían crecido. Estaban a la lejanía, por lo que tuvo que continuar en la moto por el pasto hasta llegar a ese bosquesito apartado del mundo.
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El ángel (Enredados AU)
FanficDonde Ramón cae a una torre bastante familiar, y permanece en ella un rubio que no creía volver a ver.