con tutta la mia anima.

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“¡Ti amo con tutta la mia anima, Leone! - - __---__–_-_--_--_-_”

"¡Ti amo con tutta la mia anima, Leone! - - - _---_---¯¯-¯_–"

"¡Ti amo con tutta la mia ani- _-¯--_¯"

"¡Ti amo, Leone!”

Sonidos de reproducción entre cada oración, cada una aparentemente idéntica a las demás. Pero para el receptor de estas palabras, Leone, cada repetición dolía más que la anterior.
Con las manos en la cara y llantos de a montones dejaba salir sus sollozos; quebrados, audibles y con cierto desgarro que venía desde su corazón.

Pero es que, ¿Qué se hace cuando pierdes la única luz de tu vida?
La única sonrisa por la que vivías, la razón de querer abrir los ojos otra vez.
Que alguien se lo dijera a Abbacchio, por favor...

Él mismo se lo preguntó a los chicos; con los ojos más apagados que de costumbre, dejando su taza de té después de haberle dado un sorbo. Alzó su mirada hacia la nada, como si su alma se hubiese ido con Bruno aquel desastroso día.

— Narancia... Pronto cumplirá los dieciocho, ¿no? —preguntó más como aviso que otra cosa, el mencionado asintió con las mejillas llenas de pastel de fresas.
Fugo, Mista y Giorno le dedicaron una vista curiosa al peliblanco, puesto que desde hace días no se dignaba a regalarles ni una palabra.
Lo entendían, después de todo.

— ¿Por qué sacas eso, Abbacchio? —Fugo hizo un intento por incorporarse en el diálogo, poniendo una mano sobre su mejilla.

— ¡Ah, seguro que es para recordarnos comprarle algo a Narancia! ¿No, Abbacchio? Tranquilo, lo tenemos agendado. —Mista se recargó en su asiento, suponiendo todo aquello a la ligera para hacerles el favor de fluir la conversación, después de tanto.

— Estuve pensando; él y Mista podrían ser sus tutores. Ustedes van a la escuela... Tienen dinero de sobra. Y Fugo es bueno con las tareas.

— No te estás contando a ti, Abbacchio.

Trish se acercó después de haber salido de su habitación. Llevaba escuchando todo el camino, y podía intuir a lo que se refería.

— No creo poder estar en sus pla-...

— Oi, Leone... No seas tan rudo con ellos.

La mirada de todos los presentes se posó en el lavabo, o más bien, en la silueta que se encontraba ahí.
Su pelo corto y oscuro meneándose en desaprobación, su delgada silueta y su tono al hablar.
Era- Era...

— De los regaños me encargo yo, ¿vale? —volteó con una sonrisa ladina y serena, dulce y convincente como su misma réplica.
Y ahí estaba; una barra en su frente marcando la fecha pasada.
Leone se levantó en seco de la mesa y dejó ver la forma en la que fruncía sus labios junto con su ceño, dándose rápidamente la vuelta y hacer resonar sus pasos hasta su habitación. Entró azotando la puerta y se dejó caer en la cama.

— Moody Blues, joder ¿por qué? —tosió como sollozo y se llevó las almohadillas de las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas que alcanzaran hasta su antebrazo.
No sabía la razón, pero su Stand estaba haciendo la gracia de descontrolarse y reproducir cosas por su cuenta.

No... Se equivocaba; sabía la razón, y no es que Moody Blues se hubiese vuelto autónomo. Leone inhaló no queriendo admitir que, a final de cuentas su Stand era la representación de su alma, sus deseos y anhelos.

Bruno Bucciarati.
Todo lo que anhelaba era él.
Volver a tener un "Buenos días, Abbacchio" del moreno por la mañana era todo lo que pedía. Poder darle un último besito en las comisuras de sus labios, y llenarle la cara de labial después de tantas muestras de amor.

━ ❛ con tutta la mia anima. ❜ ︴bruabba one-shot. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora