Capítulo 16: Te Amo

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—Lo único que tienes que hacer es ir, dejar la varita y volver, James —explicaba Lucy ansiosa mientras Dan acercaba el bote y los remos—. No podemos acompañarte ya que no sabemos cómo va a reaccionar la isla al sentirnos. Solo ve ahí y haz lo que te dije.

James se subió al bote colocando los remos junto a él. Dedicó una última mirada a sus amigos: Lucy sujetaba el brazo de Dan firmemente, entrelazándolo. Ambos estaban nerviosos por lo que podía ocurrir.

Decidiendo avanzar, James colocó los remos en el agua y comenzó a remar en dirección a la isla.

Las hojas anaranjadas de los árboles flotaban sobre el agua cristalina. Las pequeñas ondas que se provocaban en el agua al introducir el remo de madera las movían lentamente, creando un ambiente pacífico.

Las botas húmedas de James sonaron al pisar la tierra de la isla. Los árboles se alzaban hacia el cielo casi tocando las nubes, haciendo algo parecido a un campo protector alrededor de la tumba blanca de mármol.

Al estar frente ella, James, tensando cada músculo de su brazo, empujó la tabla de piedra hacia un lado, logrando ver, en perfecto estado, el cuerpo inmóvil de Albus Dumbledore.

—Hola, Alby —bromeó James en un intento de romper el silencio y la tensión—. Vengo a devolverte lo que te pertenece. Linda varita por cierto.

Con cuidado, James se inclina, intentando dejar la varita entre los dedos de Dumbledore, pero, por alguna razón, una especie de campo de fuerza no lo deja traspasar su mano.

—Dejar la varita e irte, suena más fácil de lo que es.

Jame iba a volver a intentar, pero una luz proveniente del lago hace que su atención se enfoque en ello y no en el cuerpo de Dumbledore.

Esa es la Perla, James, te está llamando.

«Ir, dejar la varita y volver. No te distraigas, Potter».

James se acerca al borde de la isla, fijándose en aquella luz resplandeciente. Tenía que ir, tenía que meterse al lago e ir a buscarla.

Comenzó a desabrocharse la camisa cuando la Varita de Saúco comenzó a sacudirse, volando de su mano y proyectándose directamente al bote.

—Tomaré eso como una señal de que mejor no.

Sin pensarlo dos veces, James corrió hacia el bote apurado, lanzándose hacia él y alzando la varita de saúco.

El chico cerró los ojos.

«Sácame de aquí» pensó colocándose la punta de la varita en la sien. El agua se movía a su alrededor, la tierra volvía a sacudirse y el dolor en su pierna, cual se encontraba envuelta en una venda, aumentaba.

Sin previo aviso, el bote comenzó a sacudirse, moviéndose al compás del movimiento de las aguas. Dispuesto a salir de ahí, James agarró uno de los remos, pero fue interrumpido por una alarmante y extraña luz proveniente de la varita.

En un tiempo de segundos, el bote se movió completamente solo a una velocidad increíble hasta llegar a la costa, en donde fue expulsado con fuerza a la arena.

—¡James! —gritó Lucy mientras ella y Dan corrían desesperados hasta él. Ambos se sentaron junto a él, revisando si tenía una herida. Fue ahí cuando Dan le sacó la varita de su mano—. ¡No la devolviste! ¡James!

—Es más complicado de lo que parece. —Un quejido de dolor sale de la boca de James al intentar incorporarse—. Hay como una capa protectora que me impedía dejar la varita. Tiene vida propia, se salió de mi mano y voló hacia el bote, trayéndome hasta aquí. Lo que sea que sea esa luz, al parecer nadie quiere que esté cerca de ella.

James Potter y la Perla Encantada #JP4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora