CAPÍTULO 47

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—Bien, esto es lo que haremos.—Es Darío quién intenta hablarnos a los tres a pesar del volumen de la música.—Si Eren consigue que aquella chica caiga bajo...

—Bajo mis irresistibles encantos, sí.—Termina Eren con determinación.

Rebeca rueda los ojos.

—¿Puedes callarte, tío?—Dice Rebeca con un ligero tono enfadado.

Darío asiente en su dirección y se acerca al círculo que hemos formado.

—Cómo iba diciendo...—Prosigue.—Cuando Eren nos dé la señal de sí la chica de las trenzas en la cabeza es lo que sospechábamos, entraremos Malia y yo. Hablaremos con ella y si hace falta, bueno.—Adopta una postura más recta.—Le demostraremos lo que somos.

—¿Pero y si no es sobrenatural?—Pregunto con la voz más aguda de lo normal mientras intento que la música a alto volumen no nos aturda.—Además, ¿Por qué hemos venido aquí?

—Porque...—Comienza Rebeca y mira a su alrededor.—Con el ruido de una fiesta nadie con súper oído podrá escucharnos.—Explica la del cabello rubio.—Céntrate, Steel.

Mi mandíbula se aprieta, pero vuelvo a mirar a Darío.

—Aunque ahora que lo dices...—Prosigue la del septum.—¿Cómo es que sabes que es sobrenatural?

Darío se frota las manos.

—Cuando las llamas de mis ojos se encienden, no solo es para intimidar.—Comienza con detenimiento.—Poseo infrarrojos, y al igual que muchas otras criaturas, puedo ver de qué color es la esencia que desprenden las personas.

Mi cabeza se queda un instante completamente aturdida.

—¿Por eso supiste qué criaturas éramos nosotros?—Interviene Eren.

—Sí.—El de ojos castaños es quién contesta.—Tu color es marrón.—Prosigue en dirección al de pelo rubio.—El de ella es violeta.

—¿Violeta?—Pregunta con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios.—Guay.

Darío sonríe por un instante.

—Pero lo vuestro fue pura coincidencia.—Pronuncia.—Hay ciertas criaturas aquí que desconozco, y por ello son a por las que vamos a ir.—Su voz es ahora más ronca de tanto gritar.—Necesitamos a los más fuertes.

—Comprendo, Hellhound.—Es Rebeca quién habla.

Darío asiente en su dirección y nos alejamos.

Eren pasea entre la gente destacando por su gran altura, mordisqueando con delicadeza el piercing de su labio inferior. Su chaleco vaquero es tan grande que casi le llega al trasero, pero en él queda bien.

No tarda demasiado en acercarse a la chica del fondo y comenzar a hablar con ella como si nada, sonriente y con el corazón constante.

—Darío.—Pronuncio con la mirada fijada en el pelo de Eren.—¿Por qué no me dijiste de qué color es mi esencia?

Noto su mandíbula tensarse a mi lado.

—Verás.—Comienza.—La tuya llamó mi atención desde el primer momento.—Se apoya contra la barra del pub donde trabaja al igual que lo hago yo.—Normalmente solo un color es el que define la esencia de una criatura.—Le miro de reojo y veo cómo las llamas de sus pupilas se encienden.—Pero la tuya está bañada de diferentes tonos azules.

Mi mirada baja hasta mis pies, insegura de si lo que acaba de decir es malo o bueno.

—¿Y eso qué significa?—Pregunto con nerviosismo.—¿Es malo o bueno?

HELLHOUND | Libro I ¡YA A LA VENTA! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora