Prólogo 🐞

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"A pesar de que las cadenas físicas te atan al mundo terrenal sin elección; el alma en totalidad, está adherida a tus decisiones. Depende de ti la capacidad y el control de tu mundo interior"
---«»---

Tres años atrás.

~Leev~

Algunas veces sientes un nudo en tu garganta, una punzada que te lastima y no te permite continuar. No existe remedio, acto consolador, ni alguna puerta de salvación en este calvario eterno.

Una luz repentina ilumina mi ojo izquierdo, es tenue y aumenta a medida que transcurren los minutos. La humedad de la madera comienza a provocarme incomodidad. Me percato de el escandaloso ruido de la cascada y las gotas de agua que yacen sobre el suelo. Probablemente llovió anoche y caí profunda.

Cada amanecer es igual, me impregna el dolor y el desánimo inexplicable. Realmente no quiero permanecer más tiempo en esta ruina. Prácticamente soy un ente sin vida, una criatura cargada de odio.

Los alaridos de mi madre son más fuertes esta mañana, un poco más escandalosos de lo normal. Me hace pensar que probablemente tomó algún Viagra, algo que le aumentara su asquerosa sed. Escucho un estallido y de repente mi madre deja de aullar.

Los pasos de ese desgraciado se acercan cada vez más. Tan así, que siento un golpe en mi espalda, parte de su zapato se encuentra entre mis costillas. Una hebilla metálica lastima mi piel y se pasman mis pensamientos.
Pronuncio un jadeo espontáneo - hoy tengo una sensación diferente - el olor a licor se propaga por cada rincón de la habitación.

- Mi mamá... - me expreso jadeando y temerosa.

- Hace exactamente dos minutos cerramos contrato, querida - me volteo para ver su estúpido rostro - es curioso como pude contenerme por tanto tiempo. Supongo que tu madre supo apaciguar muy bien mis ansias, de hecho, se esfuerza en hacerme sentir un goce inexplicable. Probablemente es algo hereditario, lo podemos compartir y sentir mucho mejor. Espero que tú no defraudes el nombre de la familia, querida - se ríe tras tomar mi mano firmemente.

Se posa sobre mi cuerpo, impidiendo que mis piernas se muevan y mis manos lo aparten. Lentamente desabrocha su cinturón y retira su pantalón, cuidando de que no pueda moverme a ningún lugar.

-Es gracioso pensar que pude hacerlo con anticipación, pero dejé madurar el fruto. Como el vino, entre más fermentado; mejor - huele alrededor de mi oreja y lame los bordes, lo que me produce una horrible sensación y hago el intento de alejarlo - te corresponde conocer mis fantasías, aquello que me vuelve loco.

- Eso es imposible - lo miro fijamente, con su cara pegada a la mía y mi expresión atormentada - sólo te daré lo que se me apetezca y créeme que saldré de esta a despedazar tu asqueroso miembro en cuadritos y te los daré de comer uno a un... - muerde mi labio con mucha presión y siento la sangre derramarse dentro de mí. No me esfuerzo en retirarlo porque sé que me puede desgarrar aún más, al contrario, me vomito e impulso todo directo a su boca.

-Hija de perra - escupe los restos sobre mi cara y lo miro frívolamente - me encanta el juego, que-ri-da - siento como roza su pene sobre mi abdomen y comienza a moverse en círculos hasta alcanzar mis bragas y ejercer presión sobre mí. Aprieto mis piernas tan fuerte como me es posible e intento patearle los testículo, pero se sienta sobre mis rodillas y bloquea cualquier movimiento.

- Siente, el sabor del placer. Imagina de qué forma es, lo fuerte que está y a dónde puede entrar - agarra mi seno derecho y lo toma con fuerza, lastimándome - estás tan apetecible, querida - ríe escandalosamente y el mundo se me viene encima.

Recuerdo cada día en el que mi mamá se sometió a los deseos de este infeliz, cada vez que su cuerpo se manchó por salvar el mío. Todo para que su intento fuese fallido, no es justo que mi reina tuviera que sacrificar tanto. Igual él siempre busca salir con la suya, sólo espera el momento indicado, aquél que lo excite de tal modo que pueda disfrutarlo en sus miserables sueños. Desearía matarlo, que se lo coman los animales carroñeros y regurgiten sobre cada imbécil, violador, asesino, secuestrador y traficante como este cerdo cualquiera. 

Toda mi vida he permanecido encerrada en esta cabaña, sin lujos y compañía aparte de mi mamá. Todos lo hombres que llegan a este lugar, se encargan de arreglar los daños que provoqué para intentar escaparme una, otra y otra vez. Todo el perímetro está rodeado por cámaras y trampas, las puertas y ventanas tienen tres cerraduras, en cada una de ellas está escritas las letras SM y nunca he entendido porqué. Este hombre se encargó de comprar animales salvajes para evitar que salgamos con vida del bosque. Probablemente, haya una cerca alrededor de todo lo que está a mi vista, de todo lo que ya he recorrido con mi madre en varias ocasiones. Hay hombres viviendo en la cabaña del lado para protegerlo de nosotras, se encargarán se asesinarnos si se lo hacemos a él. El techo está soldado en cada ranura que permita escaparse y, a menos que se desactive, el suelo del corredor se encuentra electrificado.

Dejé de intentar salir de aquí cuando mi madre fue atacada por un animal que no sé cómo se llama, el cual caminaba en cuatro patas, rugía y tenía grandes garras. Desde entonces, mi madre no puede caminar bien...

- No te duermas, cariño. Si lo bueno está por comenzar - recupero la noción del tiempo y me percato que me estaba desmayando con él casi desnudo. 

Si logro salir con vida, debo encontrar los trajes que ellos utilizan para protegerse de los animales. A pesar de que caminan por el sendero principal, él le teme a lo que sea que haya traído a este infierno. 

Antes de que pueda pegarle sostiene mis manos y las amarra en la baranda de la cama - ¿Te gusta? - su perversión crece.

- Me gustaría más lijar tu despreciable pene - grito y forcejeo con todas mis fuerzas, pero no sirve de nada. Nadie me escucha, nadie está para salvarme. No tengo idea de dónde está mi mamá, no sé que le hizo o si aún siga con vida - ¡Mamá, ayúdame! - las lágrimas se derraman por mis mejillas y mis gritos son semejantes al llanto de los deambulantes - ¡Mamá, no permitas esto...

El pánico se apodera de mí cuando ata mis pies y me despoja de mis "harapos" - cállate perra, prefiero escuchar tus gritos de pasión cada vez que te la meta - lloro desmedidamente y grito sin consuelo.

Toma un puñado de mi cabello y me abofetea con todas sus fuerzas, lo que me deja casi inconsciente, pero resisto. Arqueo mi espalda, me retuerzo frustrada cuando su mano llega a mi entrepierna, apoderándose de ella y produciendo dolor. Me destruye por completo cuando toma el cinturón y lo pasa suavemente por mi piel. Al ver mi cara de pánico sonríe y vuele a introducir uno de sus dedos.

Mi piel arde a causa de los latigazos, las heridas están sangrando por la quemadura que se provoca. Le digo infinidad de maldiciones pero no las escucha, me pega como si fuera un cerdo y la sangre es cada vez más escandalosa. Reposa el cinturón sobre el suelo y  contiene la ira en su mirar - ¡Te lo voy a meter ya! 

Entiendo que no puedo posponer lo inevitable. Me ahogo en el dolor...

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