Capítulo 11: En camino (parte II)

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Resignados a no descansar, continuaron su camino confiando en que las palabras de Oriana fuesen ciertas: "Solo unos kilómetros más; acamparemos al anochecer".
El joven iba recordando lo asombroso que le había parecido, aunque sea de lejos, haber podido ver el banco de gemas y la planta potabilizadora de agua. Se sorprendió mucho y cobraron sentido algunas miradas, al enterarse que el agua solía estar infectada y por eso reducían su consumo casi a la nada. Hubiera querido conocer la planta y probar el agua supuestamente sana; pero Germanus insistía con el mito del Agh'res, el mito que Fhender había conocido a través de estas palabras:

Los creadores lloran. Pero sus lágrimas no son puras y bondadosas como ellos nos cuentan que son. Aquello que no pueden controlar, aquello que nos hace sangrar; el fuego que recubre lo divino.
Nos ataca el odio que no demuestran; nos convierte en peste, nos enferma.


No es posible ser aliado del sol.
En sus gotas se ven, viles creadores del terror.
Máximo es su esplendor, encandila nuestra expresión.
Llora creador llora; ya que no te sale sangrar.
Y vuela, ve por lo alto; dejando en mí ese pequeño rastro.

El joven comenzaba a entender la cuestión que rondaba a los creadores; aunque no dejaba de sorprenderse. En relación al agua, había quienes decían enfermarse al beberla ya que esta era la esencia máxima de los creadores y ningún cuerpo podría soportar su perfección; otros lo consideraban un sacrilegio.
En cuanto al banco de gemas, debía admitir que la sorpresa había durado lo mismo que un suspiro. Mientras que la planta potabilizadora dejaba ver gente caminando de un lado a otro, tanques conectados por caños que transportaban el agua a través de la fuerza de la presión, ruedas gigantes de madera girando sin cesar; el banco de gemas solo mostraba una lujosa puerta de aluminio.


—¿Ves esa olla enorme de ahí? —señalaba Germanus apuntando a los tanques de agua—. A través de un sistema de red recibe el agua; luego la transporta a su segundo tanque —acompañando la narración con la mano. Aun estando a algunos kilómetros de distancia se podía apreciar perfectamente la planta—. Allí se calienta a una temperatura no tan alta como para hervirla; pero sí lo suficiente como para eliminar algunas sustancias relativas al color del agua y al sabor... Al calentarse, todos esos... —como buscando la palabra correcta—. Residuos, terminan en la parte de arriba. Por eso es que el caño de transporte, en este tanque, está en la zona baja... Bien, de ahí abajo lleva el agua a su tercer depósito; en donde entra en juego el gigante amigo de madera. Este transporta "orejas de elefantes" envueltas, de una manera en la que su contenido no se pierda en el trayecto —cambiaba su tono al ver la cara del joven—. Oh... claro que no son orejas de elefantes reales... Así se le llama a la hoja de la planta Alocasia... En fin...en su interior llevan polvos y una piedra de un material exótico que se deshace liberando sus propiedades, al entrar en contacto con el agua caliente.

—No pensé que se fuera a poner tan densa tu explicación —reía Oriana.

—Él me preguntó... —buscando un justificativo en la mirada del joven—. Por último las hojas se abren, el agua absorbe los nutrientes y pasa al último tanque. Ahí como te imaginarás, se empieza a fraccionar para poder vender; aunque claro, mucho éxito no tiene... Los que no le tienen miedo, lo consideran una ofensa a los creadores; por lo que se podría decir que solo lo hacen por amor a... ¿A la investigación? —mordiendo sus labios.

—¿Por qué en hojas? —preguntaba interesado el joven.

—De esa manera pueden darse cuenta cuando el proceso ha finalizado; cuando ven la superficie cubierta de hojas verdes, solo queda pescar una por una... ¡Ah! Casi me olvidaba. En el segundo tanque, también hay otra conexión, que es la que provee de agua —cambiando su tono de voz para hacer una aclaración—. Agua no consumible claramente, a todo Rasgh.

Fhender: La rebelión de los Vahianer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora