SAGA SIEMPRE CONTIGO: Te extraño demasiado...

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Hacía tres días que Sanem había vuelto a casa y por extraño que pudiera parecer tenía la impresión de que su hogar era como un lugar al que ella ya no pertenecía.

Su cuarto era el único lugar donde menos forastera se sentía.

Hacía rato que el silencio se había adueñado de cada rincón, cada miembro de la familia dormía plácidamente en sus respectivas habitaciones, todos menos ella.

Cerraba los ojos e intentaba adoptar una postura que le permitiera descansar pero todo era inútil, siempre acababa con los ojos abiertos y cada vez más desesperada maldiciendo a quien tuviera en la mente en ese momento. ¡Es que por mucho que lo intentaba él no quería irse de su cabeza!

No podía borrar de su mente esa sonrisa tan bonita... lo bien que se sentía cuando le decía que se acurrucara sobre su pecho y veían una película juntos o lo guapo y tierno que se veía cuando se quedaba despierta espiándole mientras dormía. Le encantaba sentir su calor... era su refugio personal, un lugar donde se sentía a salvo, protegida de todo lo malo.

Hablando de calor, parecía como si su cuerpo tuviera el termo encendido a tope.

Se incorporó un poco sacudiendo ligeramente su ropa.

-- Dicen que el dinero no da la felicidad pero un aire acondicionado ya te digo yo que sí. Hogar dulce hogar. - se levantó para abrir las ventanas completamente, quizá eso ayudaría, lo malo era que entraran visitas no deseadas pero llegados a ese punto qué podía perder.

Volvió a tumbarse para ver si esta vez había suerte pero a los pocos minutos, seguía todavía despierta.

-- ¿Y si me quedo desnuda? Tal vez eso ayude.- se miró y se dio cuenta de que solo llevaba una camiseta de tirantes y un mini pantalón corto que poco tapaba. Eso y nada era lo mismo.- Tampoco es que tenga mucho que quitarme.

Se dejó caer en la cama resoplando con fuerza. Encendió la pantalla del móvil. 2.00 am.

-- Es muy tarde para llamarle. El pobre tiene sueño atrasado. No sería justo.- un matiz de tristeza embriagó sus palabras. En el fondo esperaba que le hubiese mandado aunque fuera un mensaje y no es que no lo hubiera hecho para darle las buenas noches que sí, pero nunca tenía suficiente.

Se quedó mirando su pantalla de bloqueo, como fondo tenía puesta una foto de ellos dos cuando fueron al parque de atracciones por primera vez. Tuvieron que hacerla deprisa y corriendo para que no les pillaran pero había merecido la pena. Le encantaba. Como Can era más alto que ella, la abrazó por detrás apoyando la cabeza en su hombro, justo antes de que se disparara la foto dijo algo gracioso en su oído que hizo que los dos acabaran riéndose a carcajadas.

Simplemente recordando ese momento, ella ya era feliz.

Como no podía hablar con él, no quería tener el móvil cerca por lo que lo dejó boca abajo encima de su escritorio.

-- Creo que tengo síndrome post separación. - un sentido suspiro emergió desde lo más profundo de su alma.

Se presentaba una noche larga y sólo era la primera...

Habitación de Can

No había nada en la televisión que mereciera la pena. Tomó el último sorbo de whisky que deambulaba por su copa y se levantó dispuesto a darse a una ducha fría. Eso le relajaría...

Dejó que el agua recorriera su cuerpo durante un largo rato. Ni siquiera fue consciente de cuánto. Cerró los ojos intentando que su mente quedara en blanco pero no parecía estar dispuesta a darle esa tregua. Había una imagen que no se iba de su cabeza.

Erkencikus: Escenas CanemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora