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El 10 la baja con el pecho, la domina y gambetea, se mueve con agilidad y perspicacia. Pasa la pelota entre las piernas de su contrincante ganandose la ovación.

Es el mejor de la cancha y lo sabe pero no se confía, piensa y analiza cada movimiento.
Su cabeza trabaja a mil por hora y su inteligencia esta por encima del promedio, de otra manera no se explica como puede pensar y actuar de manera tan rápida y natural.

La gente se rompe las manos cuando con su magnifica gambeta les pinta la cara a los dos centrales.
El arquero se desespera, quiere achicar pero ya es demasiado tarde. Bombazo y al ángulo.

-Gooooooool, la concha de mi madre, goooooool- grite sacudiendo el alambrado para luego abrazar a mi primo.

La tribuna estalló frente a tanta categoría, estabamos completamente enamorados de su fútbol, de su garra y su exceso de talento.

-Veni, veni, canta conmigo que un amigo vas a encontrar que de la mano de El Pelusa, toda la vuelta vamos a dar- la hinchada coreaba mientras él besaba la pelota.

Él, Tomás "El Pelusa" Campos, nuestra joyita, el niño pródigo.
Su apodo hace referencia a Diego Armando Maradona y probablemente suene exagerado pero cuando a los 12 años metió 6 goles en un solo partido los ojos de los hinchas más veteranos se llenaron de emoción.
"Es como el Diego, es la gambeta de Pelusa" decían orgullosos.

El pibe no defrauda, todos los domingos se carga el equipo al hombro y aunque los clubes más grandes del país tienen sus ojos clavados en su gambeta, él decidió seguir en el club de sus amores. El club que lo vio crecer, el club del barrio que le dió todo.
Y si, somos un equipo chico pero tenemos un distinto en nuestras filas.
¿Cómo no estar orgullosos de él? Si para nosotros es más grande que el auténtico Pelusa.

El árbitro pita el final del partido de la 6ta fecha y la gente festeja la victoria por 3 goles contra 1.

En el campo de juego, Pelusa intercambia la camiseta con su rival y aunque amo su fútbol debo admitir que verlo sacarse la camiseta es la mejor parte del partido.

-Dale pedazo de pajera, vamos- ordena Lucas riendo.

Salimos de la tribuna y nos dirigimos al sector de los vestuarios a saludar a los jugadores, privilegio que sólo tenía una vez cada muerte de obispo cuando mi primo Lucas se dignaba a venir a la cancha.

Él y algunos de los jugadores, incluido Pelusa, son amigos de la infancia cuando mi primo aún jugaba en el club.
Un accidente de tránsito puso fin a su carrera futbolística hace varios años, es un poco difícil para él venir a la cancha y remover esa herida que aún no cierra.

Luego de esperar algunos minutos, el DT nos deja entrar. La mayoría de los jugadores ya estan bañados y cambiados excepto Pelusa que aún tiene la toalla enroscada a su cintura.

Sonríe ampliamente al ver al Lucas y se unen en un sentido abrazo.
En ese instante quisiera ser mi primo para aferrarme a su espalda tatuada.

-Amigo, tanto tiempo sin verte. ¿Cómo estás?- pregunta feliz de verlo.

-Tranqui, laburando como siempre. Vos la estas rompiendo, es una locura lo que jugas amigo. ¡Felicitaciones Peluuu!- grita sacudiendo el cabello mojado de Tomás.

-Gracias loco, no me dijiste que venías sino te guardaba la camiseta para vos amigo- se lamento el 10.

-Si es que salió de imprevisto, bah mi prima me rompe las bolas siempre para que venga- respondió señalandome.

Recién en ese instante Pelusa notó mi presencia y así era siempre.
Conozco a Tomás de toda la vida, es amigo de Lucas desde que usaban pañales, compartimos montones de cumpleaños y juegos, vengo absolutamente todos los domingos a la cancha a gritar sus goles.
Sin embargo él jamas me registró, estoy segura de que ni siquiera sabe mi nombre.

No lo juzgo, en parte es mi culpa. Estoy enamorada desde el jardín de infantes pero nunca me hice notar frente a él.
Cuando lo tengo cerca me pongo tan nerviosa que me quedo callada, su figura es tan apabullante que me intimida. Suena estúpido pero es real, jamas me atreví a charlar con él.

-Hola- dije con una tímida sonrisa.

-Hola ¿Todo bien?- pregunta y mis manos sudan al sentir su mirada sobre mí. Asiento con la cabeza y al ver que solo esa sera mi respuesta continúa charlando con mi primo.
No puedo creer que sea tan estúpida.

-Bueno loco, te dejamos que te cambies tranqui. Nos estamos hablando- Dice Lucas chocando las manos con Pelusa.

-Cuidate amigo, no te desaparezcas más- responde

Caminamos en dirección a la salida y Lucas coloca su brazo sobre mi hombro.

-Ay primita ¿Para eso jodiste tanto con que vayamos al vestuario? no cambias más eh- expresa con risa burlona.

-Dejame en paz Lucas.

Pelusa - croazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora