Lo que nos censuran.

Capitulo I "La chica del 18 de febrero"

Me desperté como cualquier otro día lunes, con mucho sueño, hambre y unas terribles ganas de enfermarme y no ir al colegio, lamentablemente si quiero ir a cualquier universidad prestigiosa necesito un perfecto historial académico. No me interesa cualquier carrera, y no tomare mi futuro como si fuese algo a miles de años luz como la mayoría de los “estudiantes”, más bien, es lo que más me interesa ahora, aunque prácticamente me faltan 4 años para eso.

No quería demorarme más de lo habitual, así que deje de divulgar en mis matinales pensamientos y me dispuse a otro día más de tortura, ya que para mí no era ninguna gracia tener que ver las mismas caras cinco días a la semana, repitiéndose una y otra vez causándome un insoportable dolor de cabeza de tantos gritos que estos hacían. Levante mi uniforme y me dirigí al baño. Mientras camina por el pasillo vi la puerta de mi hermana abierta, era la ocasión perfecta para hacerle una broma y vengarme por hacer que me castigaran durante meses por acciones que obviamente no hice, tales dibujar en las paredes recién pintadas cuando tenía unos 5 años. Tuve que tragarme la ansiedad y seguir mi camino, ya que si lo hacía lo único que lograría sería llegar tarde al colegio y que me castigaran nuevamente.

Ya puesto mi uniforme, sentí como rugía mi estómago, lo apreté con mis manos para disminuir un poco el dolor inclinándome hacía delante, en eso escucho unas risas proveniente de mi hermana, que estaba presenciando ese vergonzoso y malinterpretado acto.

-¿Has tenido problemas digestivos Dann?-Dijo tapándose la cara en un terrible intento de disimular su escandalosa risa.

Mi nombre siempre me acomplejaba de pequeño, la mayoría de los niños se extrañaban de que tuviera dos “n” molestándome cada día con eso, excusándose con que incluso mi nombre era ridículo, aun así yo sabía que tener algo raro te hace diferente, y original.

-No es eso.-Le respondí-Es simplemente algo que no entenderías, ¿Sabes qué significa? Que me muero de hambre, seguramente tu nunca lo has sentido, por algo estas tan delgada.

Me miró disgustada, como si me estuviese maldiciendo en sus pensamientos, hiso una mueca y camino a largas pisadas hacía el baño. No entiendo porque las personas se enojan cuando uno les cuenta la realidad, pareciera como si no la quisieran aceptar.

Baje a desayunar, tenía apetito de algo dulce, pero según mi doctor no es recomendado comer algo muy pesado en la mañana, ya que aparte de engordar hace que empieces el día con una terrible ansiedad, y mi madre le hace caso en todo lo que él diga, ella dice que es porque es profesional, prefiero creerle eso antes que otra cosa. Pase por el comedor y como no vi ningún plato con mi desayuno fui a la cocina que aún estaba con alimentos podridos de hace días y las paredes seguían manchadas con un líquido de dudosa procedencia, por gran satisfacción mía, mi madre estaba haciendo pastel, lo que disimulaba un poco el olor y dilataba mis glándulas por probar un poco.

-¡Me has leído la mente! ¿te puedes apurar para comer rápido? No quiero llegar atrasado al colegio.-Le dije intentando parecer serio, algo que ella odiaba, ya que me parecía ver a mi papá cuando se enoja-

-¡Ja! ¿El príncipe quiere pastel para desayunar?, eso no pasara. Este pastel es para la hija de una amiga mía, ¿Te acuerdas de Katherine?

-¿Esa señora que intento robarte a mi padre? Si me acuerdo, no me digas que le haces un pastel a la hija de ella por favor.

Me miró arqueando sus cejas, ella ya sabía que estaba mal lo que hacía.

-Desde que supe que fue tu padre la que la invito a cenar, he intentado hacer las paces con ella, Dann, uno no puede vivir su vida teniendo rencor hacia alguien que  no lo merece, ni aunque lo merezca. Y para que te vayas haciendo la idea, desde ahora en adelante las vas a ver más a menudo, así que intenta comportarte y dejar de ser tan frio.