Todos ellos sabían que el amor brotaba como las flores en abril, con paciencia y sin prisas. Pero su amor florecía rojo en el infierno porque era falso, porque ellos no amaban a las personas a las que amaban.
Amaban mancillarlas y poseerlas. Solo qu...
El amor, de alguna forma e indirectamente causa dolor.
Yo era la soledad, tú la desesperación. Sentimientos no tan dispares que, juntos, solo provocan más dolor.
De alguna forma, irónicamente, tú te sentías solo teniéndome al lado. Yo, desesperado porque mi existencia era más que insignificante.
Me opacabas, Hyung Won. Era transparente a tus ojos, tu reflejo en los míos, tu propio ego, te impedía darte cuenta que siempre estuve detras de ti.
No te levantaste solo, esas mil veces que te caíste fui yo quien lo hizo. Sostuve tus brazos y te alcé mientras llorabas, yo sané tus heridas a cambio de provocármelas a mí. Heridas que nadie borrará.
Eres el demonio y yo un fantasma. Traté de demostrarte que tu existencia no era tan inútil, pero tú no podías verme precisamente por eso, porque nunca fui más que un espectro. Lee Ho Seok es ese nombre que sé que no recuerdas, que sé que nunca te importó.
A veces no sé si puedo ignorar que te regalé seis años de mi vida que nadie me va a devolver. Mi adolescencia entera por ti, todo eras tú.
Todo eras tú hasta que un día incluso eso no fue suficiente para ti.
Soy puro dolor, tú me quebraste. No he sido tan feliz como contigo, no he sido tan infeliz como contigo.
Desde el principio de tu existencia eres pecado. Eres el pecado del dolor, de la mentira más egoísta y de la autocompasión. Las heridas se curan, pero las cicatrices no sanan.
Si lloro noche tras noche... ¿volverás?
No fue una historia de amor, cariño, lo nuestro fue una historia de dos personas que aman. Yo te amaba a ti y tú también, tú también te amabas.
Al final, ¿qué queda, Hyung Won? Solo queda dolor y mil lágrimas que jamás saldrán de estos ojos vacuos que a veces quiero arrancarme para no ver que ya no estás. Que incluso cuando lo di todo por ti me abandonaste sin siquiera dar una explicación.
Tu sonrisa vacía y tus burlas. Tu forma de darle la vuelta a todo para que nada sea culpa tuya.
¿Por qué a veces siento que sigo queriéndote aquí incluso después de todo?
Soy un iluso que creyó en cuentos de hadas y ahora duerme en una almohada empapada por sus propias lágrimas.
Inevitablemente, la felicidad termina causando infelicidad. Las lágrimas de felicidad un día son lágrimas de dolor, y miras atrás y no entiendes cómo pudiste ser tan feliz por culpa de aquellos que ahora no valen nada.
Te quise y de este modo lo haré siempre, mi primer amor. Incluso si el odio que siento es mil veces más grande.
Si te quito lo que me quitaste, ¿podré ser feliz otra vez?
Si destruyo todo lo que tienes, si te obligo a volver, si logro tener el control esta vez... ¿Qué harás entonces?
Quizá pueda hacer que nunca más olvides mi nombre.
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