Capítulo VII

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Ari observó la pantalla de su celular, eran casi las 7 de la mañana, muy buena hora para cruzarse casualmente con Temo antes de que éste se fuera a la universidad.

Después de que Temo y Diego llegaran a vivir con ellos, Ari pensó que sería más sencillo tener tiempo para hablar con Temo y ponerse al día... o cerrar el ciclo... o lo que fuera necesario para romper con la tensión que existía entre ellos. Ari ya no la soportaba. Esa tensión nunca había existido entre ellos, ni siquiera en Oaxaca cuando recién se habían conocido.

Ciertamente, Temo y Ari no pasaban mucho tiempo juntos en el departamento, tenían diferentes horarios. Temo tenía las primeras horas del día saturadas y Ari tenía su primera clase a las diez de la mañana. Sin embargo, cuando les tocaba compartir el desayuno o cuando Yolo proponía una comida entre todos, Temo y Ari, no podían ni siquiera sostenerse la mirada. Temo parecía estar constantemente distraído y queriendo huir para no compartir el mismo espacio que él.

Tenían una semana viendo así y Ari ya no aguantaba más.

En ocasiones, cuando sus miradas se cruzaban, Ari tenía la impresión de que Temo quería preguntarle algo pero no terminaba de animarse. Fue justamente esa idea la que le hizo tomar la decisión de levantarse temprano e invitarle a tomar un café para poder hablar por fin de todo lo que tenían pendiente.

La alarma sonó y él salió de la cama dispuesto a encontrarse a Temo y fingir que todo era casual. Por un momento pensó que Temo se había levantado antes pues no lo vio en el pasillo, iba a regresar a su habitación cuando vio a Temo saliendo de su pieza. Iba con un pantalón de pijama holgado de color azul, una camiseta blanca, sin ningún estampado que se le ajustaba a la perfección al torso. Lo que más le llamó la atención fue verlo con el pelo desordenado; algo completamente fue de lo común en Temo López que iba por la vida siendo muestra de elegancia.

—Ey... —le dijo a modo de saludo. Temo pareció desconcertado por un segundo y luego le regresó el saludo con una sonrisa.

—Hola —la sensación de incomodidad se instauró entre ellos. Ari intentó ignorar ese sentimiento y se decidió a actuar rápido y por instinto —. Temo ¿te gustaría ir más tarde por un café? Digo, llevamos casi una semana viviendo juntos y no hemos tenido tiempo de ponernos al corriente. Digo... creo que necesitábamos hablar y...

—No —Ari no esperaba una negativa tan contundente y Temo pareció notarlo —. Quiero decir, no puedo, no en estos días. Mi hermano y su esposa dan una fiesta mañana, Diego y yo nos iremos por la tarde para pasar el fin de semana con ellos —Ari no pudo esconder su desilusión pero no se iba a rendir tan fácilmente.

—Supongo que tengo que hacer cita para que me hagas un espacio en tu apretada agenda —para el agrado de Ari, Temo se sonrojo.

—La siguiente semana...

—¿Lo prometes? —Temo le vio a los ojos y Ari supo que había usado la pregunta correcta. En algún momento, en Oaxaca, mientras su amistad se hacía cada vez más fuerte, Temo le dijo que los López nunca rompían una promesa.

—Lo prometo —se quedaron sonriéndose mutuamente hasta que Temo reaccionó —. Ahora tengo que —señaló la puerta del baño —, claro a menos que tú necesites hacerlo antes —Ari negó.

—Si, necesito hacerlo... pero no ahorita...

—Es que yo tardo mucho —Ari asintió.

—Qué bueno, eso es bueno...

—Seguimos hablando de la ducha ¿cierto? —Ari asintió frenéticamente.

—Te dejo para que te bañes y todo. No dejes de darme la cita —Ari no esperó la respuesta. Dio media vuelta y se fue para la cocina. Fuera de la conversación medio random al final, todo había salido bien. Obtuvo una promesa de Temo López y eso era más que suficiente.

Tal vez construir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora