C a p í t u l o_4

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;; W o n d e r l a n d.


Briggitte, a sabiendas de lo arriesgado que era salió por el portal, estaba más que dispuesta a buscar a aquellos guerreros que cuidarían el planeta y las partes más sagradas de este en su ausencia. En su búsqueda exploró los cementerios de los planetas más cercanos, como no quería que nadie saliera herido sería mejor entonces trabajar con soldados inmortales. Todos los cuerpos los encerró en la esfera colgante de su báculo, cada una tenía un conjunto de la misma especie junto los poderes que se les asignarán.

Y es que cuando la reina nocturna se despidió con aquel castillo en los diferentes planetas la adrenalina la invadía, es un hecho.

---- ¿Cuándo volveremos a casa?

Le preguntaba su sombrero cruzándose de brazos.

---- Falta poco ¿quieres?

Su respiración se aceleraba, tan sólo faltaban unos cuantos más pero, no podían ser cualquiera, debía examinar su complexión antes de eso por lo que, tomaría más tiempo de lo que pensó. Estando en el túnel se quedó paralizada en una plataforma de tierra.

---- ¿Ahora qué? ¿Te arrepientes?

Briggitte no respondió, alzó la mirada hacia el final, en un pasillo que parecía jamás terminar, a los lados habían sinfines de planetas inexplorados que moría por conocer ¿aquel esfuerzo valdrá la pena?, la joven miró hacia atrás, luego adelante, sin más, empezó a saltar hacia ese pasillo gigantesco con miles de planetas diferentes, de cualquier forma, color, diseño jamás visto por ella misma, estaba impresionada, ni se decidía por cual empezar hasta que vio uno en especial, de diseño algo insípido pero de forma intrigante: era como una pirámide invertida encerrada en una gigantesca esfera transparente decorada con aros dorados, era sin duda una imagen que ha de admirar y recordar. Embelesada tocó con la yema de sus dedos la barrera acuosa que los separaba, tomó impulso y corrió hacia ésta penetrándola, no estaba para nada cansada, aquello había acelerado su corazón lo suficiente como para dejar todo el cansancio atrás. Perforó fácilmente la grandísima esfera, cayó sobre el mismo colchón y de inmediato, como si es que su vida dependiera de ello examinó con la vista todo el entorno: sus pies dejaban huellas sobre hierbas teñidas de un verde intenso, los árboles tomaban color y vida gracias a las hermosas florecillas amarillentas. Se podrían ver otras de distintos colores, desde violetas hasta grises, sea cual sea la naturaleza, todas eran simplemente hermosas no sólo para Briggitte sino que también para los ojos de cualquiera. Ahora, la chica empezó a caminar por ahí, quizás ¡podía conseguir a los guerreros que buscaba! Podía ser de distintos planetas, así tendría por seguro que la fuerza de cada quien combinada crearían sin dudas una defensa increíble para las áreas de ese planeta.

La expresión en su rostro cambió repentinamente, en sus ojos se revelaba el reflejo de lo que parecía ser un pueblo desolado, sin vida, con algún que otro ser andante por ahí. Claro que se encaminó hacia allá, mirando sin pena alguna las cosas que más le inquietaban o sorprendían, y es que ¿cómo no? La flora era tan preciosa y perfecta que te dejaba alucinando pero en la parte urbanística del planeta todo lo contrario ya sea por las estructuras y la actividad de los pueblerinos, carente de toda expresión llena de vida, como si fuera un desierto.

---- ¡Ah! Disculpe...

La hechicera llamó a un sujeto que tenía una complexión robusta, ideal para ser su guerrero. Y este mismo ni se dignó a responder, siquiera le miraba a la cara. Por lo que ella, siguiéndolo con la mirada mientras abandonaba el sitio de donde estaba, bufó, buscó a otros pero nada, sólo pasaban de ella.

Caminando por ahí encontró carteles:

"El rey solicita la presencia de todos para la grandísima ejecución. Asistir obligatoriamente."

Viaje de memorias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora