Finalmente se corrió y salió de él, echándose sobre el colchón jadeante.
Él se quedó estático tragando en seco nervioso sin saber qué hacer en realidad. Ella tenía un inmenso control sobre él aun, no podía hacer más que obedecerla aunque ahora pareciera tener otra alternativa, no quería, no podía dejar de temerla.— Así que, perdiste la práctica. — Reprochó mordiéndose el labio, suspirando mientras tomaba cada pieza de su orgasmo. — ¿Con quién demonios te metes que se conforma con eso…? Cariño, has tenido mejores tiempos, ¿Quién te hizo perder el ritmo?
Él no respondió, solo se cubrió el rostro con ambas manos lanzando un gruñido de frustración.
— Nadie en realidad. Creo que ese es el problema. — Soltó con desdén.
— ¿Yo fui la última?¨ — Le miró incrédula arqueando una ceja.
— No… no he podido estar con otra mujer.
Se burló riendo a carcajadas mientras el hombre enrojecía aún más. ¿Así de patético lo había dejado? Oh, cuán orgullosa estaba de sí misma por eso.
— Demonios, Hans, así no se supone que me superes con todo y traumas. — Se enderezó limpiándose una lágrima de la risa. — ¿Qué pasa? ¿Siguen odiándote tus hermanos?
— No, no lo sé al menos… todo es tan… raro... — Observó el techo confundido. — Cuando se enteraron de lo que intenté hacerle a Anna, a tu familia, sé que querían matarme… pero cuando tú me tomaste y después volví todo se volvió… raro, mi papá ya me nota, mis hermanos me toman en cuenta en sus decisiones difíciles para las Islas y yo… no sé ni qué pensar…. He intentado rehacer mi vida como todos esperan pero… no puedo, con concubinas, con prostitutas, con doncellas vírgenes, nobles, amigas… ninguna mujer salvo tú… no he podido tocar… yo…
— Sé que soy irresistible e imposible de olvidar pero eso es ridículo hasta para ti, no lo sé, lo tienes más fácil que muchos… eres un príncipe, sin esperanzas a rey pero con sangre azul corriendo por tus venas… — Una sonrisa socarrona surcó sus labios mientras bajaba la mano por su torso. — Decentemente atractivo…
Porque ese pelirrojo tenía que seguir poniéndose bueno a su pesar.
— ¿O es que me extrañaste más de lo que quieres admitir? — Se inclinó sobre él lamiendo divertida su cuello y disfrutó el gran gemido que le robó cuando sus dedos se enrollaron sobre su glande que quería despertar de nuevo.
— No podemos hacer eso. — Murmuró apenas apretando los labios. Elsa lo soltó y se separó mirándolo con la ceja arqueada nuevamente.
— ¿Podemos? ¿Tú y quién más? — Tomó el puente de su nariz con frustración tras su silencio, por supuesto no era difícil de imaginar lo que pasaba. — ¿Qué es lo que haces ahora? ¿Diriges el centro de autoayuda por mi causa? — Escupió sarcástica. — ¿Qué pasó con los resto en realidad?
— Nos ayudan a reformarnos, a…. superar lo que nos hiciste. Yo fui el que primero lo logró cuando mi padre trabajó con Poseidón en mi rescate pero tras tu caída muchos otros, peores que yo donde lograste meterte de manera insana en sus mentes están en un sanatorio en Overland.
— Un manicomio.
— No, ellos están recibiendo ayuda y los menos dañados se están integrando de nuevo a sus vidas apoyados por la Alianza y otros Reinos amigos, poco a poco creen lograrlo.
— No, van a tomarlos ellos.
— ¿Qué? — Se enderezó mirándola con confusión.
— Los considerarán mis esclavos sexuales, mis putas personales que a final de cuentas he enseñado bien. — Se dejó caer contra la almohada de mal humor. — Unos querrán probarlos por sí mismos, otros seguramente solo lo hagan para molestare, dañarme o lo que sea que crean, porque asumen que me importan a mí solo porque yo los tuve primero. Pero yo seré la que se joda porque tendré que iniciar de nuevo… o conformarme solo contigo.
ESTÁS LEYENDO
"La Tirana de Hielo" (Jelsa)
RomanceLa reina Elsa de Arendelle, hermosa como ella sola y malvada como nadie con el corazón hecho hielo. Desde el día de su coronación se ha encargado de propiciar miedo y pánico conquistando reinos y asesinando o esclavizando a cualquiera que se atrevie...