; ; W o n d e r l a n d.
Le courage estaba explorando el nuevo mundo en donde vivía, Estaba realmente maravillado por la infinidad de animales y plantas tan exuberantes al igual que los distintos aromas que emanaban cada una, tantos colores en un solo panorama que siquiera sabía en dónde mirar. Pasa que caminando por ahí se encontró con una lechuza de ojos rasgados, fríos como los de un lobo, su plumaje sólo se extendía desde la parte posterior de la cabeza, por las alas, hasta la cola, tenía pelaje grisáceo alrededor del rostro, parte del pecho y estómago. Esta mismo volteó la cabeza para verlo, él sólo se acercó un poco más apoyándose de una piedra cercana a la rama en donde estaba.
---- Hola, me llamo Le courage, ¿y tú?
Preguntó ladeando la cabeza, como si la lechuza le fuera a responder. Más bien, esta sólo se alejó dejándolo solo en esa parte del bosque, sacándole un suspiro.
Luego, caminando por ahí se encontró con pequeños arbustos en los cuales pudo divisar algunas que otras flores colocadas uniformemente a la altura de la cabeza, era bastante extraño, ¿quién le haría una coronilla de flores a un arbusto?, gracias a su curiosidad se le acercó y cuando estuvo a punto de ponerle una mano encima estos se movieron, uno se giró y abriendo aún más el único ojo que tenía, dando un salto y saliendo con los demás despavorido de ahí. Nuevamente, el híbrido se quedó sin palabras.
A los minutos, sin parar de caminar a paso tranquilo se encontró con más especímenes, recordaba en su pequeño paseo, que unos estaban bailando debajo de una hoja, otros que estaban tomando una ducha por las gotas que despedían otras hojas de colores diferentes, desde violeta, verde menta, rosado, negro, etc.; en su corto viaje, se encontró con un girasol gigante, tanto amaba las flores que se apoyó sobre sus rodillas para ver más de cerca aquella hermosa planta, y es que para su desgracia, tan cerca estaba qué, en vez de percibir su increíble aroma se dio cuenta de que era una trampa, pues de repente, se percató de un horrible olor más unas gotas gruesas de lo que parecía ser saliva caían al piso, una justo en su alerta, ahora estaba refugiado en una anormal sombra repentina obligándolo a alzar la cabeza para finalmente encontrarse con las fauces de un monstruo. Espécimen que le robó un grito que de seguro se escuche por todo el bosque. De inmediato cayó hacia atrás pataleando, le sorprendía ver que ese bicho no tenía dientes, aunque, ya totalmente aterrado huyó de aquel monstruo, escuchando las grandes y pesadas pisadas más ese horrible aliento de aroma fétido. Al final, pudo perderlo de vista, inflando y desinflando su pecho varias veces en su escondite: un árbol.
Sin duda alguna, aquellas especies eran de diferentes planetas, planetas que fueron rescatados por Briggitte pero, dada la grandísima responsabilidad que debía tener, de a poco fue dejando sus aventuras de lado, encerrada en su humilde casa del árbol algunas veces, salía a jugar con los demás o a participar en actividades creadas por ella misma pues, habían también especímenes antropomorfos bastante inteligentes que gustosos intentaban ganar.
Acostumbraba a hacerle coronillas de flores a algunos, jugar con las niñas y entregarles juguetes que en su pasada vida aprendió a usar correctamente, a pesar de no recordar tanto de esta misma, quizás, podía esconder tantísimos secretos que ella ni se creería, ¡pero vamos! Pensaba mucho más en cómo serían sus aventuras futuras, cuando consiguiera guardianes que protegieran a capa y espada los lugares asignados.
Recordaba la vez en la que había creado el mundo, literalmente, salió de su imaginación, el mundo perfecto para la joven de cabello azafranado, uno en el que sólo ella estaría a cargo, nadie más, donde no habría ningún mal que amenazara con erradicar a ninguna otra raza, donde la contaminación jamás existiría, donde jamás pararía de contemplar las hermosas estrellas que sacan de la oscuridad a todo el mundo, acompañantes de la hermosa reina nocturna, testigo de la preciosa naturaleza interminable que le daba vida al precioso mundo en el que Briggitte compartiría con más criaturas a pesar de sentirse completamente sola, envuelta por la melancolía de vez en cuando. Claro está que estaba en busca de algo, en busca de la paz que reinaría en otros planetas gracias a su ayuda. Definitivamente, se encargaría de vencer a esos piratas cueste lo que le cueste. Quizás, le vendría bien visitar a un herrero que conoció en otro lugar, total, le debería una por haber salvado a su única familia. Sólo necesitaba una nueva armería, algo de magia y listo, así de simple.
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Viaje de memorias.
AventuraEn un lugar donde todos aquellos que pasaron por males causados por ajenos a su situación, por las desgracias a las que fueron destinados, aquellos que no fueron aceptados por la raza humana vivían en paz bajo la protección y el cuidado de una hechi...