CAPÍTULO 12 INTENTANDO ACEPTAR SU LIBERTAD

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Laura corría desesperada, Alfonso estaba a punto de darle alcance, a lo lejos observaba una figura, sin pensarlo corría hacia ella, era un hombre alto, fuerte, atractivo, le sonreía extendiendo sus brazos, ella no lo dudaba y corría hacia él, sin pensarlo se arrojaba a sus brazos, los cuales se cerraban a su alrededor, sin embargo cuando se sentía segura y más calmada, cuando su corazón agitado empezaba a latir más acompasado, intentaba separarse de él, quería darle las gracias por salvarla, pero cuando levantaba su vista para mirarlo, era él, era Alfonso, que la tenía aprisionada, en vano se revolvía entre sus brazos intentando soltarse de su agarre, pero era imposible, entonces gritaba, gritaba de desesperación y de frustración, sabiendo que no había nada ni nadie que pudiese salvarla de ese depravado. Con impotencia veía como el se inclinaba ante ella con esa mirada lasciva y tomaba sus labios en un asqueroso beso que le causaba repulsión.

Entonces despertaba de pronto, pero no era un sueño, su cuerpo seguía prisionero entre unos fuertes brazos que la sujetaban con fuerza obligándola a permanecer quieta y su voz... Podía escuchar su voz, esa que momentos antes le susurraba palabras sucias al oído, sin embargo, ahora trataban de tranquilizarla.

_Solo fue un mal sueño. - escucho que le decía. Mientras sus brazos la rodeaban. _todo esta bien.

Ella se quedó quieta, no quería enojarlo o provocarlo más, ni siquiera deseaba respirar para no alterarlo, pero cuando lo hizo, el aroma de su loción llegó hasta ella, y no... No era la de Alfonso, era Damian, de nuevo él jugandole una mala pasada.

_Voy a soltarte. - dijo él con precaución aflojando su agarre.

Cuando constató que no intentaba golpearlo como al principio y vio que se quedaba quieta, aparto sus brazos de su cuerpo, ella no hizo ningún intento por alejarse o agredirlo, sólo lo miraba con sus ojos llorosos muy abiertos, estaba asustada.

El maldijo en ese momento a quien quiera que hubiese causado ese estado en ella, deseaba dar de una vez con ese tipo que había orquestado su secuestro y terminar con con el dolor que esa situación le causaba a ella, pero todo se había detenido, no lograban conseguir nueva información que los llevara a esclarecer el asunto.

Un sollozo apagado lo volvió a la realidad.

_Gloria te va a dar tu medicamento para que puedas dormir y descansar. - dijo él.

_No... No quiero medicamento. - lo miró suplicante.

Gloria ya estaba en la habitación con un vaso de agua y una pastilla en su mano. El le hizo señas para que lo dejara. Ella obedeció y salió.

_ ¿Crees que podrás dormir sin el? - interrogó.

_Lo intentaré. - dijo con tono inseguro. Sabía que no podría, pero no quería acostumbrarse, a depender de eso para dormir.

_ Bien. - dijo él. _entonces me retiro.

Se puso de pie para dirigirse a la salida.

_ ¿Segura que estarás bien? - interrogó.

Ella lo miró por un instante, sus miradas se cruzaron, luego estalló en llanto.

Ese hombre la asustaba y la reconfortaba a partes iguales. Se sentía segura cuando sus brazos la rodeaban como en esos momentos en que ella se derrumbó y él no dudo en acercarse y abrazarla y consolarlo, y al mismo tiempo dudaba de sus intenciones, dudaba si estaba con ella para protegerla o para cuidarla para su hermano y entregarla más tarde en sus garras.

_ ¿Por qué lo haces? - preguntó por fin entre sollozos.

_ ¿por qué hago qué? - la miró inquisitivo

_ ¿Por qué me consuelas si me vas a entregar de nuevo a ellos?

El se quedo atónito con la pregunta, pero luego recordó lo que Justin le dijo, ella aún pensaba que seguía secuestrada y veía como sus enemigos a quienes la rodeaban.

_No pienso entregarte a nadie. - dijo por fin mirándola a los ojos. _ni ahora ni nunca, yo no soy parte de ellos. Nadie de los que estamos aquí somos parte de ellos, fuiste rescatada, todo lo que esa gente te hizo ya pasó, no volverán a lastimarte.

Ella lo miraba con incredulidad, como si no supiera si creer o no a sus palabras, anhelando que fuesen ciertas, pero sin tener la certeza.

_Créeme, eres libre, la mayoría de los que te tenían están muertos. Aquí estás segura, nadie te molestará.

El sintió justo el momento en el que ella se rindió a la verdad. La tensión de su cuerpo desapareció y se dejó llevar por los sollozos, el la abrazo y ella apoyo su cabeza sobre su pecho.

_Cuidaré de ti. - prometió.

No eran simples palabras, era una promesa una promesa que cumpliría aún a costa de su propia vida, lo sabía, lo sentía en su corazón, ésta preciosa y frágil mujer se estaba metiendo en su vida más de lo que él le permitía a nadie hacerlo y lo peor es que no le había pedido permiso, ni siquiera se había anunciado y muy a su pesar, se estaba instalando tan dentro, que el solo pensarlo le causó escalofrío.

*****
Amanecía ya, los primeros rayos de sol se colaban por entre las cortinas.

Damian se sobresaltó al abrir los ojos y no reconocer su recamara.

Apresurado salto de la cama.

Laura despertó sobresaltada al sentir movimiento a su lado. Con rapidez se incorporó, quedando sentada y cubriéndose con las sabanas avergonzada de ver que había dormido al lado de ese apuesto hombre que la noche anterior la había consolado.

_Lamento haberme quedado dormido. - lo escuchó disculpándose.

_ No, yo lamento lo que pasó anoche. - dijo apenada recordando como cuando él quiso marcharse ella le rogó que no lo hiciera aún, se sentía ansiosa e insegura y no quería quedarse sola y él había accedido a quedarse un rato más, sin embargo, no supo en que momento el cansancio y el sueño la vencieron y por lo visto a él le sucedió lo mismo.

_Quiero que comprendas. - se acerco a ella. _que, con nosotros estas a salvo, la gente que te tenía secuestrada ya no tiene poder sobre ti.

Ella pensó en Alfonso, si él supiera...

_ ¿Que te parece si bajamos a desayunar y luego hablamos acerca de esto? hay varias cosas que tenemos que aclarar.

Ella asintió, esperando a que él saliera para levantarse, darse una ducha rápida, vestirse y bajar.

El salió para hacer lo mismo. Se sentía ansioso y no sabía porqué, aún tenía muchos pendientes, y muchos asuntos que tratar, tenía una cita con Roberth para verificar los avances en cuanto a ese caso y pesaba sobre él la carga de no haberse comunicado aún con Santiago, Roberth le había aconsejado hacerlo personalmente, lo que implicaba hacerlo venir a la ciudad o ir él a su rancho. Esto último no le agradaba, tenía tanto tiempo sin acercarse a esos rumbos, no porque no le gustara, si no porque le traían demasiados recuerdos acerca de su familia que quería olvidar, además la última vez que estuvo ahí en la boda de Santiago había estado a punto de ser asesinado por Aureliano Montero quien por ese entonces era enemigo de su hermano, aunque al parecer ahora eran algo así como mejores amigos.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora